Anónimo
No puedo más con mi vida, cada año lo mismo
Tengo casi 21 años, solo tengo dos amigas, no conozco a nadie, no me siento valorada, no valgo nada... No tengo estudios, mis padres están cansados de mi, porque los empiezo y luego no los termino. Me estoy sacando el carné de conducir y me quedan 5 prácticas para acabar, mi madre dice que le da igual desperdiciar el dinero ya conmigo, que según ella nunca me voy a sacar nada, jamás he escuchado decir de mis padres "estoy orgullosa de ti" en la vida me he sentido valorada, solo me dicen lo que debo hacer según ellos, lo correcto, a pesar de eso, no me siento a gusto conmigo misma, me cuesta quererme, voy a los sitios y me siento observada, solo quiero encerrarme en mi habitación y no salir nunca más... Envidio a mis primas, hermano, etc. Ellos han conseguido lo que querían, son felices a su manera, pero yo no soy feliz, me siento como un zero a la izquierda, quiero hablar con mis padres, pero diga lo que diga siempre se dedican a echarme cosas en cara, a gritarme, e incluso amenazarme con quitarme cosas que ni aun tengo... Me siento odiada y despreciada, no quiero saber el día que me espera mañana... No puedo más... Para 21 años que tengo, y no he experimentado ni la más mínima cosa que hacen los demás con sus amigos, familiares, etc. Jamás he ido a la nieve, jamás he ido en familia con mis padres a la montaña, a pasar un fin de semana, no he tenido la felicidad y la comunicación que han tenido los demás, soy muy reservada con ellos, y yo no puedo vivir más así, soy una mierda.
3 respuestas
Yo te diría que no estés tan pendiente de lo que los demás digan de ti, ni de tener ciertas cosas. En definitiva, te animaría a descentrarte de ti misma, y pensar en lo que tú puedes hacer de bueno, lo cual siempre, siempre, es posible; y no cabe duda de que este buen objetivo te vendría muy bien, obligándote sin duda a sobreponerte a intereses vanos o desordenados. Si tus padres no te valoran lo que te gustaría piensa que ellos también sufren, piensa en su bien de verdad, no en su mera complacencia. Para ello te recomiendo estar en gracia de Dios, cumplir los Mandamientos de Dios y de la Iglesia. La felicidad está en estar con Dios.
Entiendo tu frustración. En muchas ocasiones nuestro entorno familiar propicia que tengamos autoconceptos bajos y que el sufrimiento por cada varapalo de la vida se sufra mucho más de lo normal. Nuestra personalidad absorbe lo que experimentamos durante ciertas etapas cruciales de nuestra vida como la infancia y nuestra adolescencia. Dada tu actual situación, es imprescindible que comiences una terapia para comenzar una reconstrucción de tu historia personal que conlleve una posterior liberación emocional y un mayor autoconocimiento personal.
Te dejo dos de mis artículos por si te son de ayuda. Espero que te sirvan. Mucho ánimo.
No es fácil soportar vivir alrededor de personas que no valoran a los demás. Sin embargo, es bueno concentrar tu atención en ti misma y meditar en las cualidades buenas que tienes. En la medida que ayudes a otras personas que veas tener problemas mayores que los tuyos lograrás cierto grado de satisfacción y felicidad. Debes darle atención a tu salud espiritual, de esa depende el cambio que necesitas y poner a un lado lo que otros no han hecho por ti. Aun eres joven y puedes dar un cambio a tu vida.
Analiza el siguiente artículo que contiene buenas sugerencias prácticas. Se titula: CUANDO LA VIDA PARECE INSOPORTABLE
Otra cosa que puedes hacer es meditar en el consejo de Jesús cuando señaló cuál es la clave de la verdadera felicidad, puede cambiar nuestra manera de ver las cosas. Dijo: “Felices son los que tienen conciencia de su necesidad espiritual” (Mateo 5:3). Solo seremos verdaderamente felices si damos los pasos para satisfacer nuestra mayor necesidad: la sed de saber la verdad sobre Dios y sobre su propósito para nosotros. Esa verdad se encuentra en la Biblia, y conocerla nos ayuda a determinar lo que es realmente importante y lo que no. Cuando dejamos que la Biblia guíe nuestras decisiones y nuestros actos, la vida cobra más sentido. Fíjate como en otra ocasión afirmó: Pero él dijo: “No; más bien: ¡Felices son los que oyen la palabra de Dios y la guardan!”. (Lucas 11:28).
Y finalmente aprovechar esta invitación