Un principio muy importante para el éxito en una relación de pareja es el que se encuentra en Proverbios 15:22 . . ."Resultan frustrados los planes donde no hay habla confidencial, pero en la multitud de consejeros hay logro".
El término hebreo traducido “habla confidencial” alude a comunicación privada y franca. En Salmo 89:7 se vierte “grupo íntimo”, lo que subraya la familiaridad al hablar. Más que una conversación superficial, se refiere a un intercambio sincero de ideas y sentimientos. Cuando existe buena comunicación entre marido y mujer, así como entre padres e hijos, amigos, compañeros de trabajo, de clases reinan la paz y la unidad. Cuando no la hay, surgen frustraciones y dificultades.
¿Cómo se podría aplicar en tu relación? Poco se logra —y mucho se pierde— cuando uno de los dos recurre a la táctica de no hablar con franqueza lo que espera y en la relación. Es posible que no siempre lo haga para castigar a su pareja, sino porque se siente demasiado frustrado o desanimado. Pero al negarse a hablar, lo único que se consigue es aumentar la tensión, y el problema queda sin resolverse. Por lo tanto, debes sentarte con él y hablar del asunto de manera clara y sincera. Por encima de todo, escucha lo que te diga con un corazón receptivo y una mente abierta.
Si crees que esa relación no va a llegar a tener seriedad para llegar a un matrimonio, lo mejor es que cada uno siga adelante con sus planes por separados y ser amigos que se comunican de vez en cuando.
Por otro lado, lo que te puede ayudar a concentrar tu atención en algo más beneficioso par ti relacionado con tu salud espiritual, es meditar en el consejo de Jesús cuando señaló cuál es la clave de la verdadera felicidad, puede cambiar nuestra manera de ver las cosas. Dijo: “Felices son los que tienen conciencia de su necesidad espiritual” (Mateo 5:3). Solo seremos verdaderamente felices si damos los pasos para satisfacer nuestra mayor necesidad: la sed de saber la verdad sobre Dios y sobre su propósito para nosotros. Esa verdad se encuentra en la Biblia, y conocerla nos ayuda a determinar lo que es realmente importante y lo que no. Cuando dejamos que la Biblia guíe nuestras decisiones y nuestros actos, la vida cobra más sentido. Fíjate como en otra ocasión afirmó: Pero él dijo: “No; más bien: ¡Felices son los que oyen la palabra de Dios y la guardan!”. (Lucas 11:28).
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