Pensamiento ambivalente

Me pregunto cómo compaginar los lazos de sangre con la individualidad. No sé si podré explicarme correctamente y sintetizar todo para llegar al fondo.
Me explico:
He llegado al aborrecimiento con mi familia (ese límite en que ya no hay vuelta atrás), pero el caso es que me resulta imposible, por una serie de circunstancias, alejarme de ellos. Han sido muchos los motivos que me han llevado a este punto y que no es cuestión de enumerar. Son problemas asociados al dinero, a la falta de respeto, nula ayuda para salir adelante, etc. Me veo incapaz de amarles. Supongo que perdono todos sus actos y actitudes; más que nada porque reconozco que el perdón es una liberación, pero ya no puedo mantener una actitud cercana. He de convivir con ellos, pero siento que no les pertenezco ni quiero. El día que pueda irme será estupendo, pero mientras he de sortear una serie de conflictos de conciencia que me llevan sin quererlo de un extremo a otro.
No sé si debiera haber planteado la cuestión en la categoría de religión. Agradecería su consejo y/o alguna técnica saludable para sobrellevar esta carga. En mi caso, y en opinión, por tanto, la familia (que debiera ser "sagrada") se ha convertido en un agente de neurosis, y nada más.

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Como intuyes, la familia es el caldo de cultivo de la neurosis. Evidentemente, tiene un papel imprescindible en relación a la crianza de los niños. Pero cuando éstos dejan de serlo pierde su función, y se ha de destruir como tal para reformular las relaciones entre sus miembros como relaciones entre personas adultas.
Esto es difícil que se lleve a cabo si no se produce en algún momento algún tipo de ruptura, como suele ser el abandono del hogar por los hijos ya crecidos. Mientras se siga compartiendo el techo, la familia se verá dominada por la inercia y será incapaz de cambiar su funcionamiento, dando lugar a situaciones, no sólo desagradables, sino enfermizas para todos.
Pero no puede responsabilizarse a un solo miembro de la familia de la situación. Me parece entrever en tu texto una cierta ambivalencia. Por un lado exiges respeto (=que no te traten como a un niño), pero por otro entiendo que les reprochas que no te ayuden a salir adelante (como se hace con un niño). Hay, pues, tanta responsabilidad suya por no tratarte como un adulto, como tuya por no comportarte como un adulto, es decir, por no irte de casa.
Sobre esa base, la del abandono del hogar que resitúa a cada uno en un nuevo lugar respecto a los otros (lo cual no suele ser fácil ni agradable, hay quien no lo hace en toda su vida), ya podrán retomarse unas relaciones más sanas entre vosotros, y el término "familia" será más una designación de las personas con las que te sigues viendo, que designación de una estructura de la que formas parte. O, en todo caso, reaparecerá en tu vida (el término) cuando fundes la tuya propia.
¿Mi consejo? Que abordes con un profesional lo que te bloquea a la hora de tomar la decisión de independizarte. Seguro que se te ocurren muchas razones objetivas (dinero, trabajo...), pero éstas no son más que síntomas de un bloqueo más profundo, que debes investigar para liberarte de él.
www.filosofiapractica.com

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