Teatros griegos y romanos

Ya que su interés se centra precisamente en el origen de los teatros griegos y romanos le diré que ese es precisamente el punto más oscuro y más rodeado de controversias.
Me referiré en primer lugar al edificio griego. La discusión se centra sobre todo alrededor de la skene, la estructura que, por detrás de la orchestra, miraba al auditorio, y sobre todo acerca de si se trataba o no de un escenario en alto. De hecho, no tenemos un conocimiento adecuado de la forma de la skene antes de la segunda mitad del siglo IV a. C.; para el periodo anterior tenemos que en muchos casos la skene ha sido repetidamente reconstruida y su forma primitiva es irrecuperable. En cuanto al graderío, hay fuentes literarias que afirman que se utilizaron graderíos de madera desde tiempos remotos y que, a comienzos del siglo V, una catástrofe en una construcción de este tipo habría obligado a los atenienses a convertir sus graderíos en estructuras permanentes. Pero parece que ya desde el principio se usaron las laderas de las colinas en la medida de lo posible, regularizándolas artificialmente en varios niveles, y reforzándolas con muros de apoyo. La forma más antigua de teatro ateniense que podemos rastrear parece haber tenido sus asientos tallados en la colina siguiendo una serie de líneas rectas, que recordaban el uso de asientos de madera, aunque los asientos habitualmente se disponían en curvas circulares, tendiendo a ocupar algo más de un semicírculo completo.
El teatro romano era griego en origen, pero ya en los ejemplos más antiguos conocidos se diferencia en varios aspectos de todos los teatros griegos que conocemos de época clásica o helenística. Fundamentalmente se diferenciaban en que en el teatro griego graderío y skene eran dos partes completamente separadas, mientras que en el teatro romano el graderío, semicircular, estaba unido al escenario como si fuera una única estructura. Aunque los romanos, como los griegos, preferían utilizar las laderas de las colinas para el graderío, a menudo se vieron obligados, sobre todo en las grandes ciudades, a levantarlos sobre suelo llano, práctica que condujo a desarrollos importantes en la estructura de la cavea. El origen de las peculiaridades romanas es una conjetura, ya que todas no son el resultado de una evolución uniforme en el diseño del teatro helenístico. En fecha tan tardía como el siglo II a. C., mucho después de que fueran representadas en Roma adaptaciones de obras griegas, el Gran Teatro de Pompeya fue construido siguiendo un plano estrictamente griego, y parece probable que en tiempos de Augusto se levantó en Esparta un teatro, griego en lo esencial. En ninguna parte encontramos una transición real. La solución del problema debe buscarse en los tiempos en que los teatros romanos fueron construidos en madera. El teatro más antiguo que nos ha llegado, planeado y construido bajo un gobierno estrictamente romano, es el Pequeño Teatro de Pompeya, una obra temprana de la colonia romana implantada por Sila en el 80 a. C. Es una estructura rectangular, sin duda cubierta, como atestigua una inscripción. Es un pequeño teatro, de tipo romano en general, inscrito en un rectángulo de muros de piedra. Es un compromiso entre una sala rectangular y un teatro curvilíneo. Se supone que tras él hay una tradición de teatros rectangulares de madera, con asientos rectos paralelos al escenario. La teoría es atractiva porque explicaría la costumbre romana de unir cavea y escena en un todo único, pero la evidencia es escasa.
Como ve, el hecho de que estas construcciones, tanto griegas como romanas, fueran en su origen de madera, causan este vacío en torno al origen de estos edificios, como ocurre con tantos otros tipos de edificios de la Antigüedad. Los ejemplos de materiales más resistentes son de edificios ya evolucionados, que nada nos pueden aclarar del problema de los orígenes.