¿Dependencia?

Hola buen día,
Recurro a ud ya que estoy un poco desesperada con mi relación, tengo 5 meses de novia con un chico que en principio se nota muy atento y muy enamorado de mi, tanto así que no le importo que yo sintiera solo amistad por el y así comenzar una relación y tenerme paciencia, soy una persona que se apega mucho a otras o se aferra, a estas alturas de la relación yo siento que lo quiero muchísimo, pero estoy insegura de el, ya que esta muy cambiado y se muestra como si ya no sintiera tanto amor, dice que soy muy intensa y hay algo en mi que no le gusta, si le reclamo algo o le digo algo que no me gusta se molesta y dice que ya voy a empezar... Lo que quiero es que me aconseje que hacer, porque me la paso con una angustia que me hace sentir débil o desanimada, sino lo veo seguido siento mucha angustia y una presión en el pecho. Esto no puede ser bueno, un sentimiento así yo creo que no puede ser bueno, no puedo depender de que el este a mi lado para estar bien y feliz! ¿Qué hago? Aconséjeme por favor, me desespera esta angustia que siento. En principio de la relación sentía muy paz con El, ahora siento angustia sino esta conmigo...

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Apreciada ylmp,
Las decisiones sobre lo que has de hacer en TU NOVIAZGO, las has de
TOMAR TU. Yo te puedo aconsejar y darte formación correcta para que TU
TOMES LAS DECISIONES MÁS CONVENIENTES.
Te paso lo que escribe Jorge Loring en su libro: "PARA SALVARTE", sobre
el Noviazgo. Puedes encontrar el libro "PARA SALVARTE" en
www.arconet.es/Loring. El es un gran experto sobre el noviazgo, que ha
ido a dar conferencias en España y en muchos países de Sudamérica.
Está muy bien. Es un poco largo pero merece la pena. Deberías leer un
poco cada día y pensar cómo aplicarlo a tu caso concreto. Verás que te
hará mucho bien. Si sigues esos consejos, serás feliz.
Si desearas tener un tratamiento curativo personalizado sin tomar
pastillas sobre autoestima, sólo autoayuda, envíame la solicitud a
[email protected] y te haré un presupuesto personalizado de
tratamiento para con un profesional de forma sencilla y eficaz. Es muy
importante tener autoestima para ser feliz en nuestro trabajo, para
disfrutar de la familia, la pareja, los amigos, etc. La autoestima
constituye uno de los pilares de las habilidades sociales y vale la
pena aprender de forma práctica a usar la autoestima para conseguir
nuestros objetivos personales y profesionales.
Un cordial saludo,
______________________________________________________________________
(Consejos de autoayuda. Jorge loring)
Las cosas grandes no se hacen en un día . Necesitan tiempo,
preparación, etapas. La vida conyugal es una de esas cosas muy grandes.
Hay que llegar a ella por sus pasos.
Esta preparación comienza ya desde la adolescencia. El adolescente ha
hecho el descubrimiento, aunque todavía elemental, del otro sexo. Se
trata de todo un nuevo mundo, físico y espiritual, que tiene que
explorar, pero sin precipitarse. Los dos extremos serían funestos:
Tanto el lanzarse demasiado aprisa, como el retirarse por miedo a
posibles peligros.
Antes del noviazgo, conviene que los adolescentes y los jóvenes hayan
tratado frecuentemente con jóvenes del otro sexo. Esto es
imprescindible, no sólo para conocer al otro sexo, sino para conocerse
a sí mismo, para estudiar sus propias reacciones y actitudes ante el
otro sexo. Uno de los deseos más arraigados en el corazón del hombre es
encontrarse con los otros, formar grupo, colaborar juntos. La amistad
es un gran valor. La soledad es una triste experiencia.
La amistad es un afecto puro, desinteresado y recíproco que nace y se
fortalece con el trato. Se basa en la sinceridad y en la generosidad.
La simulación, el engaño, la traición, son la muerte de la amistad. La
amistad es dar más que recibir. En la amistad te aceptan como eres y te
valoran por lo que eres, comprendiendo y perdonando tus fallos y
limitaciones. La amistad favorece la amabilidad, la jovialidad, la
alegría, la bondad, la sinceridad, la generosidad, la cordialidad, el
deseo de hacer el bien y la preocupación por los demás. El amigo no es
acaparador y posesivo. Respeta tu libertad y no tiene celos de que
compartas tu amistad con otras personas. En esto se diferencia la
amistad del amor. El amor tiene celos si una tercera persona se
interpone entre los dos. La amistad, como el amor, dura toda la vida.
La amistad que es pasajera, no es verdadera amistad. Lo mismo que el
amor: o es eterno, o no es amor.
Quien tiene un verdadero amigo, tiene un tesoro.
Una evolución normal humana exige, por tanto, este trato entre
muchachos y muchachas desde los diecisiete años más o menos.
Normalmente, y sobre todo al principio, este contacto debe efectuarse
en grupos o pandillas. Es mucho más efectivo cuando estos contactos en
lugar de estar meramente motivados por el encuentro y el entendimiento
mutuo, tiene algún otro fin intermedio, por ejemplo: cultural,
benéfico, deportivo. En estas circunstancias, los jóvenes muestran
muchas facetas de su personalidad y se dan mutuamente muchos más
motivos para conocerse. Si son contactos «para ser conocido» son más
superficiales, pueden estar tratando únicamente de «causar buena
impresión», y, por lo mismo, camuflando elementos muy importantes de su
manera de ser.
En cambio en las pandillas en las que los chicos y las chicas realizan
algo juntos, inevitablemente darán a conocer innumerables aspectos de
su forma de ser. El otro sexo no está meramente en un escaparate, en
una postura estudiada y para ser visto; está más en la vida real con
sus pequeñas colaboraciones, responsabilidades, circunstancias y
conflictos; tiene que hacer algo más que ser visto. Y es que no hay
peor manera de conocer a una persona que cuando ésta se ha puesto allí
sólo para que la conozcan.
Más tarde un chico y una chica comienzan a salir juntos. Salir juntos
no es el noviazgo, pero puede ser el preludio.
De todas maneras, los que empiezan a salir juntos deben estar
convencidos de que ya no se trata de una diversión o de un juego, sino
de algo más serio.
Decimos que esta etapa puede ser muy formativa, pues presenta una
magnífica ocasión para ejercitar mutuamente la nobleza, la sinceridad,
la generosidad y la delicadeza. Dadas sus especiales circunstancias y
ocasiones puede servir también de prueba de moralidad y de fuerza de
voluntad.
Es también una buena ocasión de conocimiento mutuo con vistas a una
futura relación más duradera. Es muy importante en este sentido que no
se pase demasiado pronto a un estado de noviazgo formal. Y así como
habéis empezado a salir juntos con nobleza, para conoceros, así también
tenéis que tener sinceridad, lealtad y valor, para separaros, si veis
que la cosa no debe seguir adelante. No sólo el seguir, sino también el
romper, puede ser un verdadero acto de lealtad.
Por lo mismo, debéis hacerlo antes de que la herida sea importante. Es
algo que se lo debéis a la otra parte. Y también a vosotros mismos.
Caso de no haber seguido adelante en una de estas relaciones, no es
preciso encarecer que la delicadeza os obliga a una especial discreción
y secreto sobre mutuas posibles confidencias.
Los daños del enamoramiento prematuro suelen ser graves. El chico tiene
su hombría prendida con alfileres, y ella, lo mismo, su feminidad. Si
antes de fijarlas bien, se aficionan excesivamente al otro sexo, si
tratan excesivamente con el otro sexo, temo que se les peguen
costumbres, maneras, amaneramientos. Y ella debe ser semejante, no
igual: ya lo dijo el Génesis. Y él lo mismo. Pero censuro el exceso, no
el trato. Es éste muy beneficioso con tal que no perdamos la cabeza.
No todos los chicos que se acercan a las chicas van con buenas
intenciones. Algunos, por puro pasatiempo; otros, para aprovecharse de
la chica. También habrá quienes lleguen con la sana intención de
entablar relaciones formales. No es difícil ver el fin que pretende un
chico cuando quiere salir con una chica. Hay chicas que se hacen
invitar por chicos al cine, a merendar, etc., a cambio de ciertas
concesiones, lo cual no deja de ser un modo de prostitución.
La chica que anhela ser una buena esposa, debe huir del flirteo .
Muchos inseguros en los estudios y en los deportes se refugian en la
parejita donde es tan fácil triunfar.
68,8. Flirtear es jugar al amor. Un ceder al atractivo sensible y
sentimental, cultivar un trato superficial, sin hondura, sin intención
alguna de casarse. Y la vida no puede quemarse en el juego de un amor
por pasatiempo.
El flirteo es uno de los nombres que se le da a la falsa maniobra de
jugar al amor sin comprometerse y sin aceptar sus consecuencias. Es el
comportamiento de una pareja que se entrega a maniobras sexuales de
mayor o menor alcance, con el agravante de que excluyen toda intención
de comprometerse definitivamente.
Los compromisos definitivos son propios de la madurez.
Los que cambian continuamente de capricho son los niños.
Por su misma naturaleza, el flirteo es una mentira. Amar para un rato
no es amor. Nadie dice: «Te voy a querer una semana, pero la semana que
viene querré a otra persona». Esto se llama capricho, y no amor.
El amor verdadero dice que es para siempre: «te querré siempre, te
querré hasta la muerte». El flirteo es la negación misma del amor, y
una de sus caricaturas más tristes. Y son profundos los males que
acarrea a sus protagonistas. Además del mal moral que lleva consigo, el
flirteo suele dejar una profunda huella psicológica de frustración,
desengaño, amargura. No produce experimentados sino, más bien,
decrépitos. No enseña, sino agosta. Es una mutilación del amor, y con
el amor no se juega sin quedar profundamente marcado. Por algo el amor
es lo más íntimo y lo más delicado del ser humano. El flirteo les
destroza mucho más a ellas que a ellos. Porque para ellas el amor es
algo más profundo, más total, y más definitivo. Cuando dos se quieren,
no flirtean, se respetan y se cuidan mutuamente para estar enteros para
la empresa de toda su vida. Cuando dos flirtean, piensan que van a
pasarlo bien, pero, en realidad, se engañan mutuamente y se dañan en
las fibras más delicadas del espíritu. Antes de enamorarte piensa si
esta persona te conviene o no. Si te enamoras, no serás capaz de juzgar
objetivamente. No empieces a salir con la persona que no te conviene.
Si empiezas a salir, acabarás enamorándote; y si te enamoras, te
casarás aunque esa boda sea un disparate.
El flirteo puede llevar al matrimonio, pero esto es raro. A lo que
lleva es a desvalorizar el sentimiento y a embotar notablemente la
potencia de amar. De ahí el desengaño de muchos que, al poco tiempo de
casados, se sienten defraudados, fríos, insensibles con su joven
pareja. Y es que abusaron de esa potencia de amar durante su juventud; y
ahora el matrimonio no les dice nada.
. Además, quien se acostumbra al flirteo, ¿después se cansa de sujetarse
a una sola persona Qué va a ser de ese matrimonio? Por eso el noviazgo
no es una diversión, ni un placer, sino una escuela preparatoria para
el matrimonio, que es una de las misiones más grandes y más serias que
Dios ha confiado al hombre y a la mujer.
Un compromiso personal, responsable, maduro y libre necesita
preparación. Por eso el flirteo es un juego peligroso que muchas veces
termina con resbalones deshonestos, y siempre estropea el corazón
dejándolo triste, desilusionado y decepcionado, quizás para siempre; o
ligero, superficial y frívolo, incapacitado para amar en serio a nadie.
Dios ha puesto en el corazón humano el amor para que sea en el
matrimonio el aliento de las penas, trabajos y sufrimientos. Pero la
juventud se ha lanzado a jugar al amor, ha hecho del amor un placer, y
como consecuencia tenemos esos matrimonios de corazones cansados,
incapaces de amar, precisamente cuando más necesitan el amor para
endulzar los sacrificios del hogar.
El corazón necesita un rodaje. Si un motor lo fuerzas antes de tiempo,
tendrás un «cacharro» para toda la vida. El rodaje es la vida del
motor, y también del corazón. A los aprendices de una pastelería les
dejan hartarse de pasteles todo lo que quieran al principio. Al dueño
le sale más barato, porque el mal recuerdo de la primera indigestión,
los inmuniza para después. Si te indigestas de amor prematuro, luego
aborrecerás el amor.
El amor entre adolescente es una imprudencia. Los adolescentes no están
todavía maduros, y los amores prematuros pueden ser funestos. Es como
hacer pasar camiones sobre un puente de cemento antes de que éste haya
acabado de fraguar. El resultado sería un montón de ruinas. Para
muchos, el matrimonio es como tirar una moneda al aire y esperar a ver
si sale cara o cruz. Eso es una barbaridad. El matrimonio es una cosa
muy seria, y como todo lo serio debe pensarse y debe prepararse para
que todo salga bien. Los que lo contraen a la ligera es lógico que
después fracasen.
Hoy suele decirse que el matrimonio está en crisis. Yo creo que lo que
está en crisis es el noviazgo. Muchos jóvenes toman el noviazgo como un
juego, con ligereza y frivolidad, no se preocupan de formarse, sólo
buscan disfrutar el uno del otro. Así se hacen unos egoístas. No tienen
ni idea de lo que es el verdadero amor. Una vez casados, se encuentran
egoístas e incapaces de amar. Es lógico que estos matrimonios sean un
fracaso.
En una reunión de chicos dijeron que aunque a ellos les gusta flirtear,
cuando encuentran una chica enérgica que rehúsa, aunque los fastidie al
momento, la aprecian mucho más. A su vez las chicas dijeron: los chicos
se aprovechan de las chicas que flirtean, pero no por eso las quieren
más. A pesar de lo que digan, las desprecian. Al contrario, rabian con
la que no se deja tocar, pero de hecho la admiran.
Muchas chicas, por vanidad, procuran despertar el apetito de los
chicos. En éstos brota el instinto y procuran sacar de ellas lo que
ellas no habían pensado dar. La chica cree que en el chico hay amor;
Pero lo que hay es instinto pasajero. Cuando el chico, satisfecho, la
deja, ella queda con el corazón destrozado.
La mujer es muy impresionable, y las huellas de un fracaso amoroso la
atormentan después durante mucho tiempo. El hombre cambia más
fácilmente de amor; porque en su amor hay más pasión que sentimiento, y
la pasión es más voluble. Pero la mujer, cuando ama, pone todo su
corazón; y si fracasa en su amor, su corazón queda destrozado.
Generalmente, el flirteo termina para la chica con muchos sufrimientos.
Ella se adhiere más, es más emotiva. Y después de haber tratado de ese
modo a un chico, si éste la deja o no hace caso de ella, la muchacha
experimenta el abatimiento, el desengaño, el amor defraudado y no
correspondido... Se creyó interesante, se creyó amada, soñó
ilusiones..., y todo vino a parar en juego.
Por eso el flirteo hace tanto daño a la mujer: por su sensibilidad. Lo
que empieza siendo un juego, llega a interesar su corazón. Cuando
termina el juego, el hombre se va tan fresco, pero ella, fácilmente,
queda destrozada. A veces incluso incapacitada para otros amores muy
superiores a lo que sólo había sido una aventura. Esto es lo que se
deduce de la experiencia de la vida.
Y si una chica ha tenido en la vida varias desilusiones de éstas, no
correspondidas, ve agriarse su carácter, su humor se modifica y se hace
triste y recelosa.
Las chicas deben saber que hay cosas que tienen en ellas una resonancia
mucho más profunda, psicológica y espiritualmente, que en ellos. Lo que
para un chico puede ser un episodio sin importancia, un pasatiempo o
una broma, para una chica es algo que le puede afectar profundamente.
El flirteo no es aconsejable por esos motivos, pero sobre todo porque
también puede manchar la pureza. Es muy difícil que una chica que
admite el flirteo logre mantener su pureza intachable.
No te dejes llevar enseguida de los impulsos de tu corazón. Lo que
caracteriza a la joven es la viveza de su sensibilidad y de su
sentimentalismo, es la riqueza de su corazón. Las chicas experimentan
en su corazón una gran necesidad de amar, de extender a otros el
afecto, y por otra parte sienten lo frágiles que son ante la vida;
Ávidas de ser amadas y correspondidas con cariño. Y arrastradas por ese
sentimiento no se atreven a negar, a veces, lo que su conciencia no les
permite conceder. Es muy raro que una joven llegue a la entrega total
de su cuerpo por deseo pasional. Es mucho más frecuente que lo haga
invadida por una ternura que le impulse a dar lo que se le pide, aunque
su conciencia se lo reproche.
Si Dios dio ese corazón a las mujeres, es porque las destinaba a una
misión espléndida en el hogar y fuera de él. Se trata de conservar
lozano e intacto el corazón.
Tu corazón es un gran tesoro; pero puede ser también, si no se le
vigila, la gran ruina. Se acercarán tentadores que querrán gustar de su
lozanía, que harán, tal vez, el ofrecimiento de una ternura aparente, y
que pueden arrastrarte poco a poco a un amor peligroso e ilegítimo,
lejos del camino del deber... Debes guardar el corazón, defender ese
tesoro contra los ladrones.
Unas veces será el jefe de oficina que se interesa por la joven
mecanógrafa, o un industrial o abogado por su secretaria, o uno de los
compañeros de trabajo. No te creas, que porque ese hombre que se
interesa por ti, ya esté casado, ofrece una garantía. Al contrario.
El trabajo actual de la joven en fábricas, establecimientos, oficinas,
secretarías, etc., la pone en constante contacto con hombres. La mutua
atracción puede surgir en cualquier momento; y también una palabra de
aprecio, más o menos significativa. A veces ellos saben hacerse
compadecer de ellas, haciéndoles confidentes de su desgraciada vida
matrimonial, de su soledad... Las palabras bonitas y la llamada a la
compasión femenina son armas terribles que pueden hacer vacilar el
corazón ingenuo y generoso de una muchacha; si a esto se une, además,
la proximidad diaria, y cierta admiración que ella pueda sentir por las
cualidades y actividades que él desarrolla, la situación puede terminar
en un lío, y, después, en un desastre para la pobre muchacha ingenua
que será la más perjudicada.
Muchacha te doy un consejo para tu seguridad:
Nada de conversaciones sentimentales, nada de intimidades y
confidencias, nada de cariño con un hombre con quien más tarde no
puedas casarte. Cuando en una chica empieza a brotar el cariño hacia un
hombre con el cual no puede casarse, debe romper cuanto antes con él,
aun a costa de lo que sea: perder el empleo, aparecer como una rara,
etc. Cuanto más tarde, peor. Es un engaño decirse: ¿Qué tiene de
particular? No llegaremos a nada malo. ¿Por qué voy a renunciar a su
amistad y al gusto de su presencia? . Con este engaño empezaron muchas
chicas que más tarde no pudieron romper sus lazos amorosos y tuvieron
que apartarse de la Iglesia.
Muchas chicas, en su espontaneidad o ingenuidad se han dejado robar el
corazón, o algo más.
Un hombre la hace un cumplido..., y su vanidad siente un cosquilleo;
Multiplica él sus delicadezas y atenciones..., y, naturalmente, siente
ella despertarse el interés y la gratitud. Le confía que su esposa no
le entiende, que no es feliz en su hogar: «Me equivoqué al casarme con
ella. Si te hubiera conocido antes a ti...». Si ella cede a su natural
deseo de complacerle, está perdida. Siente vibrar su compasión al mismo
tiempo que su sentimentalismo y su vanidad. Él le hace un favor, un
regalito, cualquier cosa. La chica no se atreve a rechazarlo, pues en
ello no ve mal ninguno. Después una caricia furtiva para ver cómo
reacciona ella. Quizás un aparente retroceso para despertar el deseo de
ella. Ya está atada. Atada por un sentimiento femenino, respetable por
otra parte, de la delicadeza y del agradecimiento. Ya está atada..., y
dócil. Y no se atreve a molestar y contrariar a quien se ha mostrado
tan delicado. Además, es tan amable y correcto!...
Y la historia continúa sin la menor variante. Pronto vendrá el primer
beso, desde luego discreto y respetuoso, la caricia en el cabello, en
las mejillas... Al principio la chica se sorprende, no se atreve a
oponerse, después acepta, y termina por simpatizar..., y dejarse llevar
por la ternura.
El amor desarrolla así su ley psicológica: pasa de lo sentimental a lo
sensible, de lo sensible a lo sensual, de lo sensual a lo sexual.
La joven imprudente no suele ceder al primer golpe. Por lo demás, ella
no desea los elementos físicos del amor. Siempre había soñado
permanecer en el plan sentimental y sensible. Pero..., ante la
insistencia, por no contrariarle, termina con la entrega total. Si no
rompe a tiempo, valiente y dolorosamente, la actitud de un día se
convertirá en un hábito y muy pronto en esclavitud.
El 9 de febrero de 1979 oí en el programa radiofónico «Protagonistas»
Una carta de una madre soltera de catorce años, que lanzaba un grito de
alerta a tantas chicas que juegan con una cosa tan seria como es el
sexo. Ella, arrepentida de lo hecho, se lamentaba de lo ocurrido por
irreflexión juvenil.
En Nueva York, uno de cada tres nacidos es hijo de madre soltera.
Te lo repito: no te encariñes sino con aquel chico con el cual te
puedas casar.
A algunas chicas les gusta coquetear y jugar a despertar el apetito
sexual de los chicos. Pero ellos después no se contentan con
pequeñeces. Lo quieren todo. Y cuando llega el momento en que ellos se
disponen a conseguirlo, ellas se asustan y quieren frenar (con
frecuencia sin resultado) lo que ellas mismas desencadenaron
tontamente. Una mujer puede sentirse atraída por una aventura más o
menos arriesgada. Puede ser vanidad, curiosidad o tontería. Pero
difícilmente en el momento de la tentación cae en la cuenta del peligro
que corre y de lo mucho que arriesga. Después, cuando sea tarde,
derramará lágrimas de arrepentimiento, pero la pérdida puede ser
irreparable.
68,9. Sobre el noviazgo puede ser interesante mi vídeo: «El éxito en el
noviazgo».
La elección de tu pareja es cosa tuya. Pero debes hacerla con mucha
cautela. No te fíes de los flechazos, que son muy bonitos para novelas
y películas, pero en la vida real poco útiles para hacer ellos solos,
felices a los hogares. Tampoco te fíes sólo de tu vista, que ya sabemos
que el amor ciega. Tu madre podría hacerte en esto un excelente
servicio. Ella te conoce mejor que nadie; y ella, como nadie, desea tu
felicidad; y su espíritu intuitivo verá si la pareja que le presentas
podrá hacerte feliz. Si dudas del acierto de tu madre, consulta con una
persona seria, competente y desinteresada.
Pero no esperes para consultar al embrujo del amor, pues correrás el
peligro de no hacer caso a nadie. Cuando notes que tu corazón se
interesa, examina con serenidad antes de que pierdas la lucidez. Además
de buscar consejo, debes pedirle mucho a Dios en la oración que te dé
acierto en la elección, pues es muy importante no equivocarse en una
cosa tan transcendental.
No olvides el proverbio ruso: «Antes de viajar por tierra, ora; si es
por mar, ora dos veces; y si te vas a casar, ora tres». Porque en el
matrimonio las tempestades y los naufragios son muy frecuentes.
No se construye un hogar sobre la gracia de una sonrisa, sobre el
atractivo de un rostro, sobre la ternura de un instante. Se construye
un hogar sobre todo lo que es esencia misma del yo: los pensamientos,
los deseos, los sueños, las decepciones, las penas, las esperanzas, las
alegrías, las tristezas. El amor implica la puesta en común de todo
eso; por ello las relaciones enderezadas a consolidar el amor y a
preparar la unión indefectible, deben desarrollarse en ese plan, y
exhibir ante el otro ese fondo secreto de sí mismo, cada uno de cuyos
elementos favorecerá o perjudicará la futura unión.
Durante el estado de enamoramiento quedan notablemente alteradas las
facultades perceptivas y deductivas en todo lo que se refiere a la
persona amada. Los defectos que existan en dichas personas no se
perciben, las cualidades se subliman... La mente ya no está equilibrada
sino profundamente inclinada hacia el objeto del amor. El enamorado
idealiza a la persona amada y la convierte en el centro de sus
aspiraciones. La fascinación que ejerce en ti la persona idealizada
puede ofuscarte y ocultarte la realidad. Podéis quedar totalmente
ciegos para ver datos y circunstancias que desaconsejan totalmente
seguir adelante.
La fascinación puede ser engañosa. El amor de un hombre y una mujer es
algo muy serio y tiene que construirse sobre cimientos muy sólidos.
La fascinación es hermosa, pero pasará pronto. Lo que quedará es la
vida. Y esa vida, si la construís con el corazón y con la razón, puede
ser todavía mucho más hermosa.
Para casarse, es indispensable amarse; para amarse, es preciso
conocerse; para conocerse, tratarse; para tratarse, primero hay que
encontrarse.
Las reuniones familiares en las que intervienen amigas de las hermanas
y amigos de los hermanos, pueden ser una buena ocasión para conocerse
mutuamente.
Te aconsejo no dejarte seducir por el cumplimentador hábil, que te
fijes a ti misma las condiciones que debe poseer aquél que debe hacerte
su esposa. Condiciones sin las cuales tú no aceptarás el compromiso
matrimonial.
Por orientarte te pongo algunas:
Lo que debes valorar ante todo es el valor personal del pretendiente.
Después vienen las demás consideraciones: facha, rango, fortuna. Estos
dones no son despreciables, pero no son esenciales. Lo esencial reside
en el valor humano y cristiano del chico, es decir, su personalidad.
Primero que sea cristiano; cristiano convencido, práctico. Y si es
piadoso, mejor. El matrimonio con un incrédulo suscitará conflictos de
conciencia. Porque después planteará a los hijos el problema de la fe y
las prácticas de piedad. No basta, pues, que esté bautizado.
Bautizados, no practicantes, llenan las cárceles, y atormentan a sus
esposas.
Algunas chicas se han engañado en este aspecto esencial de su prometido
y más tarde su esposo... Conscientes éstas de la irreligiosidad de su
novio, han ido al matrimonio, con la ingenua idea de convertirlo. En la
mayoría de los casos, el resultado ha sido nulo; cuando no, fuente de
disgustos profundos para esa joven esposa. Porque después, cuando esa
chica pertenece como esposa al marido frío en materia religiosa, éste
quiere imponer su criterio a la mujer, y vienen los impedimentos, las
dificultades para que esa joven esposa cumpla sus deberes para con
Dios. En ese terreno, y durante las relaciones, se puede mostrar
tolerante y no agresivo; pero después se manifestará tal cual es, con
sus intolerancias, sus prohibiciones, sus repulsas...
Puede suceder que ese pretendiente que tú sabes un tanto irreligioso,
no sea violento en sus manifestaciones anticristianas. Pero adoptará un
tono insinuante, convincente y persuasivo. Y éste, no es menos
peligroso: te acabará por conquistar en ese terreno. La triste
experiencia nos lo está diciendo. Jóvenes piadosas y buenas, que se
unieron en matrimonio con hombres poco religiosos, o nada practicantes,
han terminado por ser ellas igual.
Después de esta faceta importante y esencial en el joven que admitas
como futuro marido, debes tener testimonio claro de la seriedad y
sobriedad del muchacho. Ten cuidado con los calaveras; lo seguirán
siendo, porque no te creo tan ingenua, que pienses, que así por las
buenas, y por ti, va a dejar ese hombre ciertos hábitos que ha
adquirido tal vez con larga experiencia: mujeriego, trasnochador, dado
a la bebida, etc. El uso de las bebidas alcohólicas es uno de los
factores más influyentes en los hogares desgraciados.
A la chica le halaga el verse deseada sexualmente. Esto puede
inclinarla a ser provocativa, pero debe dominarse. La chica provocativa
hace daño a los hombres, pero también a sí misma.
La belleza física es, ciertamente, un factor importante y, por eso,
debes cuidarla y realzarla con esmero y naturalidad, aunque sin
exageraciones, extravagancias y descaros. El atractivo sexual atrae a
una parte del hombre, pero vosotras queréis como esposo al hombre
entero. No olvidéis que los hombres podrán buscar cierto tipo de mujer
para divertirse; pero buscan otro muy distinto para casarse.
La belleza femenina atrae a los chicos, pero no es indispensable para
casarse. Los hombres buscan, lo que da realce y valor a la mujer: sus
encantos, su feminidad y sus virtudes.
Las muchachas deben ser elegantes en su modo de vestir y arreglarse, y
ser distinguidas, alegres, discretas y dulces en todo su modo de ser.
No descuides tu arreglo personal. Pero no quieras conquistar con sólo
tu belleza física. Haz que se enamoren más bien de tus virtudes
espirituales. De una mujer bella puede un marido cansarse; de una mujer
virtuosa jamás se cansará.
Para hacerte elegir no es necesario parecer pedante ni sabia. Al hombre
le gusta dominar, ser superior. Tiene miedo a una mujer que le
aventaje. Ser culta sí, pero discretamente.
Tampoco eligen los chicos a las de carácter autoritario, a las
dominantes, a las de tono dogmatizante, a las de gesto seco y rígido.
Buscan el encanto, la dulzura, la amabilidad. Escúchale cuando él te
esté diciendo algo de sí mismo y de sus cosas.
Muéstrale atención e interés.
A un chico recto no le gustan las caprichosas, las mimadas, las que
tienen su cabecita llena de fantasía, cuyo humor cambia a todo viento:
Hoy alegres, exuberantes; mañana, deprimidas, pesimistas, tristes...
Y no te olvides nunca de tu preparación para el hogar. Tu atractivo
personal sirve para despertar la inclinación y el amor hacia ti. Pero
para que este amor sea perdurable hacen falta además otras cosas. El
hombre se desespera con una mujer despilfarradora, que no sabe
administrarse. Quiere una mujer que saque partido a lo que él gana con
tanto esfuerzo. Le gusta la casa limpia, la ropa a punto, la comida
buena y a tiempo, etc., etc. Todo tu atractivo físico es incapaz de
tener a tu marido contento si en estas cosas le defraudas. Por eso
todas las muchachas deberían aprender a llevar una casa y tener los
conocimientos propios de mujer: corte y confección, costura, cocina,
repostería, medicina, economía casera y todo cuanto dice relación con
el recto gobierno y administración del hogar. El arte de ser madre es
difícil y complicado. Necesita largo aprendizaje.
Todo lo que contribuya a tener a tu marido contento fortalecerá vuestro
amor.
El pudor de la mujer es una de las cosas que más enamoran. Y el encanto
del pudor inmuniza de otros atractivos. El pudor es un sentimiento
íntimo por el cual una mujer dándose cuenta de la belleza de su cuerpo
y del atractivo que ejerce, procura reservarlo para el día que pueda
hacer don completo y total de sí misma. Por eso el pudor se refleja en
el modo de vestir, en los modales y en todo. El pudor sabe encontrar el
equilibrio entre el ir agradablemente vestida y elegante, y lo que
resulta llamativo y provocativo.
Se suele decir que una mujer inteligente enseña sin enseñar, porque si
enseña demasiado, pierde interés lo que enseña. En los modales sabe ser
delicada y atractiva sin resultar excitante ni insinuante. El pudor es
la gran muralla que defiende la castidad. Una chica sin pudor empieza
con curiosidades malsanas, lecturas enervantes, se permite tocarse de
modo impuro, se entrega a caricias, besos y abrazos con los chicos, y
cuando en medio del vértigo pierde la noción de lo que hace, viene la
caída fatal que llorará amargamente, y la avergonzará para toda la
vida.
«Todavía se encuentran hoy bastantes muchachas que no se arrojan en
brazos del primer hombre que les gusta, ni creen que deben acceder en
todo a las solicitaciones de los jóvenes. Afirmémoslo sin ambages: las
jóvenes deben permanecer puras hasta el matrimonio. Las que no aceptan
este punto de vista tienen de la vida y del ser humano una visión
parcial y limitada... Si un joven tiene el sano ideal de casarse con
una muchacha virgen, seguramente no permanecerá indiferente cuando sepa
que se le ha mentido. (...) También la mujer tiene derecho a la pureza
del hombre. Es cierto que la opinión corriente es completamente
diferente; pero la justicia de una opinión sobre las cuestiones de la
vida no debe medirse por el número de adeptos» (774).
Las cosas no se convierten en buenas por ser frecuentes.
Mira lo que escribía una muchacha que había guardado inmaculada su
pureza: «Exigiré que mi futuro marido se haya guardado como yo misma
para nuestro hogar». El mejor regalo de bodas que puede esperar una
persona es la virginidad de la pareja con la que se va a casar.
Frente a los abusos de tantas parejas, hay que volver a la
caballerosidad respetuosa con la mujer viendo en ella la futura madre
de los hijos, digna de todo cariño, veneración y respeto, y no
tratándola como un trapo viejo que se mancha y luego se tira.
Que el día que te cases no tengas que avergonzarte de nada de tu vida
pasada.
Quizás oigas alguna vez de un amigote, que para excusar sus
desvergüenzas te dice: «Hay que probarlo todo». Absurda necedad! ¿Lo
hacemos así con las enfermedades y los venenos? Al que te diga eso dale
raticida para que se lo tome. A ver qué contesta. Pues tampoco se puede
probar lo que está prohibido. Además, te gustaría que quien te ha de
pertenecer para siempre, antes de conocerte, ya lo hubiera probado todo
? ¿No, verdad? Haces muy bien en pensar así: una mujer lujuriosa te
atormentará de celos.
Acuérdate de tu madre. Tu novia ha de ser la madre de tus hijos.
Acuérdate de tus hermanas y de tus futuras hijas... Trata a tu novia hoy
como te gustaría que los demás las traten a ellas. No exijas de tu
novia, con instintos brutales, lo que su virtud, su pudor y su
conciencia no te pueden ahora conceder. Una mujer amante de su honra
defiende fieramente su pureza hasta en los más mínimos detalles. No
quieras tratar a tu novia como a una de esas desgraciadas que se venden
en las casas lujuriosas. ¿Elegirías entre éstas a la madre de tus hijos?
Un hombre, como Dios manda, se avergüenza de que su novia sea una
prostituta.
Y a una mujer decente la humilla y avergüenza el verse tratada como una
tal. Lo que a ella le ilusiona es un amor muy superior: el que culmina
en un hogar y en unos hijos. Lo que la mujer espera del hombre es
admiración, estima, respeto, veneración, protección. Pero estrujarla
para saciar los instintos zoológicos, no es de hombre, sino de bestia.
Y lo lógico es que la mujer se enamore de un hombre, no de un animal.
Por eso algunas novias llegan a desilusionarse de su novio y hasta
sentir asco por aquel hombre que decía que la quería tanto que tuvo que
arrollar su pudor. En cambio sienten sincero amor para con el hombre
que tuvo para ella admiración y respeto.
Respeta a tu novia como quieres que se respete a tu madre. Los
sacrificios que por el bien de ella te impongas, son prueba de que tu
amor es verdadero. Si quieres a tu novia de verdad, debes querer su
bien antes que tu gusto. Eso es amarla. Subordinar su honra y su
conciencia a tu pasión, no es amor: es egoísmo.
Hay caricias que conducen al acto sexual. Deben evitarse aquellas que
ponen en marcha el aparato genital. Evidentemente que no todos tenemos
el mismo temperamento, ni reaccionamos de la misma manera. Ni siquiera
para nosotros mismos todos los momentos son iguales. Lo que en otro
momento, o a otra persona, puede dejar indiferente, para mí, ahora,
puede resultar peligroso.
Un chico que quiere a una chica, en lugar de hundirla, rebajarla,
profanarla, instrumentalizarla, denigrarla, mancharla con los deseos de
su instinto, procura por encima de sus apetencias elevarla,
dignificarla, sublimarla. Se preocupa de que sea más piadosa, mejore su
formación tanto religiosa como de carácter, voluntad, etc. Es decir,
busca siempre lo que a ella la engrandece, nunca lo que la envilece.
Cuando tu novia se niegue a tus peticiones bestiales, no atormentes su
cariño con frases como ésta: «es que no me quieres». Todo lo contrario.
Porque te quiere, no quiere que manches tu alma con un pecado. Con su
resistencia firme y entera te dice: «te quiero tanto y tengo tantas
ganas de casarme contigo, que no quiero cometer ningún pecado, para que
Dios nos bendiga y podamos llegar un día a unirnos para siempre en el
altar».
Mucho cuidado con las mujeres que tratas. Si tu novia es de moralidad
dudosa, aunque tú no quieras, ella te hará caer.
Que tu novia no sea para ti fuente de pecados. Tu novia debe ayudarte a
ser mejor. Que su recuerdo te proteja de envilecerte moralmente. Su
pureza y su virtud deben ser un estímulo para mejorarte, para hacerte
digno de ella.
La desvergüenza de algunas mujeres ha llegado a tal extremo que es
posible que tu actitud irreprochable en toda esta materia provoque en
ellas risitas y bromas de mal gusto. Es lástima que las pobres hayan
descendido tanto. Peor para ellas. Pero a ti, ¿qué más te da? Ésas no te
sirven para nada. En cambio la rectitud de tu conducta te conseguirá la
estima de las buenas, que son las únicas que te interesan para buscar
entre ellas la madre de tus hijos.
Si ves que tu novia no es mala, pero es una chica frívola y ligera, que
se ha dejado impresionar por el cine, y un día se pone insinuante...,
dile: «No esperaba eso de ti. Me has desilusionado. Yo te tenía por una
chica digna, y veo que eres como todas..., una chica de la calle».
Estas palabras han hecho derramar lágrimas a una chica y cambiar
radicalmente su conducta.
Respeta a tu novia, aunque ella no sepa hacerse respetar, ni defender,
con su pudor, el tesoro de su pureza.
Es muy fácil decir: «No me importa lo que hayas sido en el pasado». Lo
difícil es decirlo de verdad.
Me dijo uno: «Yo muchas veces afirmé que no me hubiera importado
casarme con una cualquiera, prescindiendo de su vida pasada. Pero lo
decía mintiéndome a mí mismo. Por dentro yo tenía mi ideal de mujer.
Lo que pasa es que pensaba que de ésas ya no había, que era un ideal
inalcanzable.
Por eso, cuando he encontrado a esta chica, que es un ángel, me he
ilusionado de tal manera, que me parece que he empezado otra vida».
La afirmación «no me importa lo que haya sido tu vida anterior» debe
incluir esta otra: «ni me importa lo que vayas a ser en el futuro».
Pero eso es más difícil, pues a ningún hombre le hace gracia que su
mujer le engañe con otro. Es verdad que una mujer puede arrepentirse de
su pasado y cambiar.
Santa María Magdalena fue prostituta y después llegó a santa. Pero esto
es tan extraordinariamente excepcional, que confiar en una cosa así es
muy arriesgado.
Si alguien dice que no le importa la infidelidad de su cónyuge, es
porque ha dejado de amar.
Precisamente la diferencia entre amor y amistad es que al amigo no le
importa compartir con otros a su amigo; pero el amante quiere en
exclusiva la persona amada.
Pues bien, si para casarte quieres una mujer decente, ayuda a las
chicas a que sean decentes.
¿Por qué una chica que quiere ser decente tiene que luchar tanto contra
los chicos que la acosan para que ella ceda? Me decía una chica:
«Padre, qué asco! Todos los chicos vienen a lo mismo. Y si no te dejas,
no les interesas». Qué triste es que las chicas tengan ese concepto de
los chicos!
Demuestra tú, con tu conducta, que no eres de ésos. Que tú, porque
estimas a la mujer decente, quieres ayudar a todas a que sean decentes.
Si los chicos, con vuestra conducta, mostraseis que preferís las puras
y decentes, ellas, sin duda, cambiarían. Pero como muchos chicos han
preferido las libres, para poder abusar de ellas, las chicas se han
creído que para casarse tienen que ser libres, y ahora buscáis una
chica decente y os cuesta trabajo encontrarla.
Sin embargo, mientras no la encuentres, no te eches una novia. La
felicidad futura de tu hogar no depende ni de la cara, ni del tipo de
tu novia; sino de su carácter, de su virtud y de su espíritu cristiano.
Del mismo modo que una belleza inexpresiva y sosa acaba por cansar, una
belleza sin virtud acaba siendo aborrecida.
Busca una novia que te guste. Pero no te dejes encandilar por la
fachada, que es pasajera; y si no está sostenida por las virtudes del
espíritu, pronto te cansará y perderá para ti todo su atractivo.
Aprende a enamorarte del carácter y de las virtudes del alma, que son
estables y son realmente las que hacen digna de estima a una persona.
Aprende a estimar más los dones del alma que los del cuerpo. Puedes
casarte con una estrella de la pantalla y ser un desgraciado, como
tantos divorciados del cine. En cambio, si te casas con una mujer
amable, dócil, servicial, sacrificada, generosa, limpia, discreta,
honrada, virtuosa, dulce, femenina, habilidosa, delicada, de buen
corazón, que sepa llevar una casa y sea capaz de criar y educar los
hijos y, sobre todo, muy cristiana, te profetizo un matrimonio feliz.
En cambio si es una mujer sin moral y sin conciencia, no sabes hasta
dónde puede llegar. Tras un exterior muy atractivo, cara preciosa y
tipo espléndido, muchas veces se encuentra un espíritu de frivolidad y
coquetería, que no es precisamente la mejor garantía para que tu
matrimonio sea feliz.
Por eso vale poco el enamorarse del cuerpo, que es amor sexual. Y en
cambio hay tantas garantías de éxito en el amor del alma, que es
espiritual.
Si tu novia es frívola y ligera, vivirás amargado de sospechas y celos.
No te vaya a ocurrir lo de aquel desgraciado que a los dos meses de la
boda se vio abandonado por su bellísima mujer. Había encontrado un
partido mejor que su marido!
Cuando salgas con tu novia aprovecha todas las ocasiones para estudiar
su carácter y modo de ser.
Has examinado si le gustan los niños, si los acaricia, si goza con
ellos; ¿O por el contrario le ponen de mal humor? Es trabajadora y
sacrificada, ¿o sólo piensa en divertirse? ¿Sabe cocinar y coser? Sabe
llevar una casa, ¿o lo único que sabe es bailar mucho y coquetear con el
primero que se le acerca? Le gustan las labores de la casa, ¿o sólo
piensa en presumir por esas calles? Si no atiendes ahora a todas estas
cosas, es muy posible que después de casado te lleves un gran
desengaño.
Que a tu novia le gusta la casa. Si ella no se ocupa de la casa,
prepárate a vivir en una pocilga. A no ser que tú te conviertas en ama
de casa. Si quieres ayudar un poco a tu mujer, harás muy bien. Pero qué
duda cabe que la encargada de la casa debe ser la mujer, que está
especialmente dotada para ello. Los hombres, generalmente, hacemos
estas cosas muy mal.
Es muy importante que los novios se conozcan muy bien antes de casarse.
Puede una chica tener un gran atractivo corporal, ser muy simpática y
desenvolverse con soltura en la vida social, y sin embargo tener
defectos que van a hacer sufrir mucho a su marido. Por eso las
relaciones deben durar por lo menos de un año a dos. En menos tiempo es
muy difícil llegar a conocerse bien y es posible que después de casados
aparezcan defectos insospechados que pongan en peligro la felicidad
matrimonial.
Ten en cuenta que después de casado apreciarás de distinta manera
muchas cosas que atraen ahora tus ojos de soltero, y que entonces
querrás en tu mujer virtudes que en el noviazgo no echaste de menos. Si
quieres a tu novia sólo por sensualidad, ese amor será pasajero. A los
pocos años de casados ya no os amaréis; a lo más, os soportaréis.
En vida de tu mujer serás un viudo del corazón.
Cuando elijas a tu novia, piensa que no la eliges sólo para la luna de
miel, sino para diez, veinte, treinta años..., para toda la vida! En tu
novia, más que a la mujer, busca el ángel que haga de tu futuro hogar
un pedazo de cielo.
Conozco una pareja muy feliz que se conocieron por coincidir todas las
mañanas al ir a misa. Si te enamoras de una chica sinceramente piadosa,
tienes mucho adelantado. Y te digo sinceramente piadosa, porque también
las hay que unen algunas prácticas de piedad a un proceder, modo de
vestir, etc., impropios de la vida espiritual que parecen tener. Esas
chicas de piedad superficial tampoco ofrecen garantías suficientes. Los
principios cristianos y la rectitud moral deben ser algo muy firme.
Muchas veces he oído quejas de que hoy día las chicas se han echado a
perder, que una chica para divertirse se encuentra fácilmente, pero que
una chica capaz de hacer feliz un hogar..., de ésas no se encuentran.
¿Y quién tiene la culpa de esto? Ciertamente que muchas chicas,
influenciadas por el cine, han perdido el recato y el pudor, que es su
mayor atractivo. Pero, ¿no tenemos los hombres nuestra culpa en este
descenso del pudor femenino?
Las chicas buenas también se quejan de que los chicos prefieren las
ligeras, las frívolas, las coquetas, las frescas... Como ellas quieren
gustar, si ven que las que tienen éxito fácil son las frescas, ellas se
dejan ir por la cuesta abajo. Si los chicos mostraseis claramente que
preferís las buenas, las piadosas, las trabajadoras y sacrificadas, las
que rezuman pureza, las chicas mejorarían.
Es enorme el bien que haríais a las chicas, si ellas vieran que
preferís las buenas; y es enorme el daño que las hacéis, si ellas ven
que preferís las frescas.
Sería éste un excelente apostolado: moralizar a las chicas, mostrando
más estima por las que son más virtuosas.
Por otra parte, has de saber que las chicas tienen la misma queja de
vosotros. Algunos chicos, influenciados por las chicas frescas, creen
que para resultar más varoniles e interesantes tienen que mostrarse
atrevidos, y esto hace que las chicas buenas -las que necesitáis para
el matrimonio- al veros así, no se fíen de vosotros y no se decidan.
De modo que las chicas se hacen frescas para gustar más a los chicos, y
los chicos se muestran atrevidos para parecer más interesantes; y
después resulta que ni a los chicos os gustan las chicas frescas, ni a
las chicas buenas les gustan los chicos atrevidos. Vaya un papel que
estáis haciendo!
No sería mil veces mejor que todos reconocieseis que lo más digno de
estima es la virtud, ¿y obraseis en consecuencia?
Cuando hayas encontrado una chica virtuosa que pueda ser la madre de
tus hijos, toma el noviazgo con toda la seriedad que Dios manda. Dios
quiere que el que no siente su voz para un estado más alto y más
grande, como es la vida consagrada a Dios, y va a casarse, a su tiempo
-Pues la fruta que se toma antes de su tiempo se indigesta- se busque
una novia; pues los futuros esposos deben conocerse muy bien antes de
ir al matrimonio.
La psicología del chico es distinta de la de la chica. Al hombre le
cautiva la belleza, la delicadeza y la ternura de la mujer. A ella la
fuerza, el valor y la decisión del hombre. En él la atracción hacia el
otro sexo es más carnal; en ella es más sentimental. No es raro que un
chico sienta atracción sexual sin amor, y una chica amor sin tener
deseos sexuales. Lo contrario es menos frecuente. Las mujeres suelen
preferir los hombres interesantes más que los hombres guapos.
68,10. El cine ha hecho que la juventud, sin cabeza, sienta idolatría
por la belleza física, y así resulta que esa muchachita de tipo
estupendo, después de casada sale caprichosa, insoportable; y también
aquel chico que enamoraba con locura a las niñas tontas porque se
parecía a cierto artista de cine, después de casado sale con un genio
insufrible. Los dos son maravillosos para verlos en la pantalla. Pero
el matrimonio no es una película de cine, sino una vida que dura muchos
años, y con muchos sufrimientos, malos ratos, penas y amarguras.
También con sus ratos de felicidad.
Pero desgraciadamente, no todo es felicidad. Si la juventud se
preparara para el matrimonio como Dios manda, tendríamos muchos más
matrimonios felices.
El tiempo del noviazgo es para conocerse mutuamente, para amarse
rectamente. El noviazgo es querido por Dios, pues Dios ha hecho el
matrimonio indisoluble, y esa persona a la que vas a unirte para toda
la vida, debes conocerla bien antes de casarte con ella. Por lo tanto,
es natural - y así lo quiere Dios- que durante cierto tiempo tengáis
más confianza entre vosotros y un trato más íntimo para conoceros
mejor.
Pero debéis ser muy discretos en las manifestaciones de amor, si no
queréis manchar vuestras relaciones. No podéis permitirle a vuestro
cariño muchas de las cosas que él os pide con fuerza. Es necesario que
aprendáis a llevar vuestro noviazgo con la austeridad que exige el
Evangelio. Es muy importante que os propongáis firmemente llevar
vuestras relaciones prematrimoniales en gracia de Dios. Eso será
atesorar bendiciones de Dios para el matrimonio. En cambio, si sembráis
de pecados el camino del matrimonio, podréis esperar con confianza que
¿Dios os bendiga después? Cuántos matrimonios lloran los pecados que
cometieron de solteros!
Si el noviazgo es conocimiento mutuo, se impone también como necesidad
imperiosa la sinceridad.
No deben existir repliegues ni restricciones mentales. Debe hablarse
mucho sobre todas las cuestiones, y confiarse mutuamente los problemas
para buscar juntos una solución.
Es, por desgracia, demasiado frecuente, que los novios mantengan el uno
con respecto al otro, una postura totalmente falsa. Y es triste que, a
veces, esa falsedad dé al traste con la íntima compenetración que debe
regir el matrimonio. Los novios van al altar, muchas veces, engañados.
No se conocen. El engañar siempre es malo. Los novios deben ser
francos, transparentes el uno para el otro.
El amor necesita admiración. Para ver si sientes admiración podrías
preguntarte, ¿me gustaría tener un hijo así? No se trata de con menos o
más nariz, sino de ese modo de ser, cualidades, etc.
Los novios deben ayudarse a conocerse mutuamente, tanto en las virtudes
como en los defectos. Cada uno debe esforzarse en corregirse de sus
defectos y en adquirir las virtudes que el otro desea ver en él. Deben
ver si armonizan en el carácter, gustos, puntos de vista, modo de ser,
educación y costumbres; si tienen las mismas ideas sobre religión, vida
de piedad, frecuencia de sacramentos, etc... Deben ponerse de acuerdo
en todos los problemas fundamentales. Si en el noviazgo hay
discrepancias sobre esto, en el matrimonio habrá disgustos muy graves.
Ya dijo Saint-Exupery : «Amar no es mirarse uno al otro, sino mirar
juntos en la misma dirección» ; es decir, tener los dos los mismos
ideales.
Y, desde luego, las faltas de armonía y defectos de carácter, es
necesario compensarlos con espíritu de mortificación y tolerancia por
una parte - siempre que no se trate de cosas ofensivas a Dios- y deseo
eficaz de corregirse por la otra. Nadie es perfecto en este mundo; pero
todos debemos tener deseos de superación. El esfuerzo mutuo de
adaptación es una de las mayores alegrías de la vida conyugal.
Evidentemente que en esta armonía hay grados; pero cuanto mayor sea la
armonía, más probabilidades hay para un matrimonio feliz. El ideal
sería que esta armonía llegara incluso a detalles como gustos,
aficiones, diversiones, hábitos de vida, educación, aseo, orden,
modales, lenguaje, etc., etc. El ideal es que los dos sean de ambientes
familiares y culturales similares. No por clasismo; sino por armonía.
Un notable desnivel de educación, higiene, costumbres, etc., con el
tiempo, ocasiona roces que enfrían el amor. Hay una porción de
imponderables de educación, higiene, etc., que pueden convertirse en
espinas muy desagradables y, con el tiempo, realmente insufribles. Hay
personas a quienes se les hace durísimo disminuir de categoría social.
«En general las diferencias de formación y de posición social son
obstáculos que impiden llegar en el matrimonio a una completa unión.
La igualdad en las costumbres, resultado de haberse formado en un
ambiente parecido, constituye el sólido cimiento de una buena armonía
en la vida de cada día, mientras que la disconformidad de las
costumbres y una gran divergencia en el grado de cultura pueden actuar
como fuerzas disgregadoras. Cuando el estilo de vida difiere
ampliamente por proceder los esposos de mundos sociales distintos se va
minando poco a poco la solidez del matrimonio. No negamos que ambos
esposos puedan ser felices si manda en ellos el corazón, pero con el
tiempo nada tiene de extraño que llegue a ser desagradable comer en la
misma mesa con una persona cuya educación es discordante con la propia.
Pequeñas, pero numerosas diferencias ponen a prueba los nervios de la
persona más equilibrada. Para que el hogar sea agradable es necesario
cierto grado de educación. Pero si uno de los dos no la tiene, es mejor
que tampoco la tenga el otro» (775).
«El amor vence a la muerte; pero un pequeño defecto desagradable, a la
larga, puede vencer al amor» (776).
De qué sirve una belleza corporal si esa persona es egoísta,
interesada, soberbia, irascible, rencorosa, vengativa, agresiva, cruel,
peleona, chismosa, intrigante, maquinadora, displicente, despectiva,
hipócrita, falsa, cínica, astuta, posesiva, ambiciosa, dominante,
absorbente, autoritaria, impositiva, mandona, insolente, creída,
caprichosa, testaruda, arisca, engreída, frívola, superficial,
comodona, lujuriosa, alcohólica,¿etc. Etc.? Cualquiera de estos
defectos anula una belleza. Por otra parte, es fácil encontrar
atractivo en una persona virtuosa.
El carácter ideal es una personalidad comunicativa y amable, un
temperamento jovial, una alegría contagiosa, un modo de ser bondadoso y
sincero, generoso, amable, cordial, con deseos de hacer el bien a los
demás. Con una persona así la convivencia es deliciosa.
Hay otro dato que podrá no ser decisivo ni principal, pero con el que
no está mal que contéis desde los primeros días del noviazgo: que no
sólo os vais a casar vosotros dos, sino también un poco con sus padres
y familiares. Repetimos que éstos rara vez deberán suponer un motivo
fundamental en vuestra decisión, pero no está mal que ya desde el
noviazgo, sepáis que vais a tener que afrontar esta circunstancia.
Cuantas menos sorpresas se lleve uno en la vida matrimonial tanto mejor
.
68,11. Sería de desear que el examen médico prenupcial pasase a ser
costumbre general . En muchos países ya es obligatorio, hasta el punto
de que no se concede la licencia matrimonial sin la presentación del
certificado médico.
Todos deberían llevar en su tarjeta de identidad su grupo sanguíneo y
su factor Rh . Todo matrimonio debe conocer el grupo sanguíneo al que
pertenece, e investigar...

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