¿Qué es la basura lingüística?

Quiero saber que es la basura lingüística o a que se refiere

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El concepto de basura lingüística (en inglés, linguistic junk), utilizado por Lass (y compartido a medias por Payne), hace referencia a los residuos de algún colapso estructural que han quedado sin función lingüística formal.
La noción de basura lingüística no es coherente, puesto que las lenguas son sistemas de signos y ninguna parte de un sistema de signos carece de función, incluso si los analistas no han descubierto cuál es la función en cuestión. La noción de basura lingüística, libre de ser reutilizada, subestima la funcionalidad de la mayor parte de la morfología.
La exaptación es el reciclaje de «basura» lingüística sin sentido, que puede reciclarse para crear palabras completamente nuevas. La exaptación se refiere a un cambio de lenguaje en el que una estructura de lenguaje no funcional se vuelve funcional o en el que una estructura de lenguaje funcional se reutiliza para una función diferente. Para Vincent la exaptación no solo opera en la basura lingüística: «Los cambios catalogados bajo la rúbrica de exaptación [...] implican la asignación de nuevas funciones morfosintácticas a elementos que ya son parte central de la gramática, y típicamente parte del núcleo paradigmático del sistema morfológico».
Lass señala que, cuando una forma pierde su función, o solo es marginal dentro de un sistema lingüístico, aparecen tres posibilidades:
a) Se puede perder.
b) Se puede mantener como una forma marginal o no funcional (supleción, irregularidad).
c) Se puede mantener, pero, en vez de relegarla, se puede utilizar para otra función, que puede ser igualmente sistemática.
Esta tercera opción es a la que se refiere Lass como un caso de exaptación en el cambio
Lingüístico. Como indica Traugott (2004), la clave para entender la concepción que Lass tiene
De la exaptación es la observación de que algunas formas pierden su función a causa de cambios fonológicos o de otro tipo, y se convierten en una clase de residuos que acaban siendo
Reutilizados —o «reciclados»—.
Por ejemplo, Nicanor Parra conecta la tradición popular y folklórica con la tradición poética de Chile, amplificando sus agenciamientos enunciativos —el agenciamiento enunciativo es la construcción del hablante lírico (del decir)—, como también aquellas zonas de intensidad negadas por el «buen decir», de manera tal que la máquina poética resulte amplificada por el carácter inclusivo de su poder hacer. El efecto resultante de este giro de la tuerca es hacer que zonas de intensidad del cuerpo de la lengua chilena dejan de ser desecho o basura lingüística y pasan a ser las herramientas fundamentales del poeta-cartógrafo —como sucede con la antipoesía—: nuevas zonas vitales negadas por el orden simbólico reentran en la poesía. Esto implica que se produzca una revaloración del signo-cuerpo (Paz:1969), incorporando la risa desinhibida y la vitalidad renovadora del carnaval y de todo aquello que no constituía parte de la poesía previa. La (anti)poesía se abre con ello al amplio registro de los géneros discursivos de la cultura popular como el chiste, el disparate, los garabatos, etc. Lo que los normativistas llamarían «basura lingüística» y que Parra consigna en la dedicatoria del primer volumen de sus Obras Completas (2006).
Referencia bibliográfica:
Chela-Flores, G. (2010). La interfaz entre la fonética y la fonología y la ampliación necesaria de los objetivos de la fonetología. Letras, 52(82), 47-62.

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