¿Vejiga caída?
Le escribo porque hace unos días comencé tratamiento con tabletas vaginales y gracias a esto descubi que al introducir el ovulo y mi dedo para empujar a este ultimo siento un bulto, es como una bola, la cual al tocarla me provoca ganas de orinar, y también he notado que siento la vejiga muy irritada, no tengo infección en ocasiones estoy acostada o parada y siento un liquido que me humedece no se si sea orina, también he sentido en ocasiones que cuando estoy sentada y me levando siento como si oprimiera algo dentro de mi vagina y al pararme es una irritación en la vejiga, ¿podrá ser que se me cayo la vejiga y esto a que se debe?
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cozacov, medico con experiencia y aficionado al internet y sus infinitas...
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Cistocele, vejiga "caída"
María Elena Moura
La hernia o caída de la vejiga que sale hacia el canal vaginal es un problema que genera dificultad en el control de la emisión de orina y que, dependiendo de su gravedad, puede mejorar con cuidados o requerir cirugía. Conozca las causas de este problema y aprenda a prevenirlo.
Los miembros de la especie humana, mujeres y hombres, cuentan con diferencias cromosómicas que determinan, entre otras cosas, cuál es el papel que debe desempeñar cada género en el proceso reproductivo. Ello explica que algunos padecimientos sólo se presenten en los varones (como los prostáticos), mientras que otros son exclusivos del género femenino.
El cistocele es ejemplo de esto último, ya que se genera debido a la proximidad que existe entre vejiga y vagina. Cuando la pared muscular que las divide sufre debilitamiento, permite que una parte de la primera, que es una especie de bolsa destinada a contener la orina, se "caiga" o "baje" por el canal vecino, entorpeciendo el trabajo del sistema urinario y generando relaciones sexuales dolorosas en casos graves.
Imagine que la vejiga es un globo lleno de agua y que junto a él hay delgada pared; si creamos un orificio en ésta y la presión del líquido aumenta, parte del globo se "inunda" e incluso, dependiendo del tamaño de la abertura, "cae" al otro extremo por acción de la gravedad. Esto es, a grandes rasgos, lo que ocurre con el cistocele.
Origen y síntomas
Este padecimiento, como toda hernia (prominencia de cualquier parte de los órganos internos a través de las estructuras que los encierran), se origina debido a excesivo trabajo que debilita a los tejidos musculares, principalmente. En concreto, las causas más comunes son:
Estiramiento superior al normal del canal de parto durante uno o más alumbramientos.
Levantar continuamente objetos pesados.
Esfuerzo continuo para evacuar el intestino (estreñimiento crónico).
Pérdida de hormona femenina (estrógenos) durante el climaterio (menopausia), ya que esta sustancia ayuda a mantener fuertes los músculos en torno a la vagina.
Infecciones repetidas en la vejiga.
Algunos especialistas consideran que muchas mujeres mayores de 30 años que han tenido hijos mediante parto natural padecen cistocele, sólo que la lesión es muy pequeña y no genera síntomas. Sin embargo, el problema se hace cada vez más notorio en cuanto llega el final de la vida reproductiva, tal y como se ha explicado, debido a la falta de hormonas.
El cistocele produce cambios en todo el sistema urinario, por lo que la mujer puede presentar dos tipos de anomalías: incontinencia urinaria o escape de orina incluso al realizar esfuerzos mínimos (agacharse, toser, estornudar o reír), y vaciado incompleto durante la micción, por lo que la parte de los desechos líquidos permanecen en el organismo e incrementan el riesgo de infección en la región.
Asimismo, la paciente experimenta a menudo el deseo de orinar sin que se sienta completamente satisfecha tras hacerlo, y con el paso del tiempo (meses o años) pueden acentuarse las molestias. También se reporta continuamente ardor o dolor durante y después de las relaciones sexuales, por lo que la mujer llega a reducir o abstener sus encuentros íntimos en importante número de ocasiones.
La gravedad de los síntomas depende directamente de la lesión que se padezca, de modo que se puede hablar de un problema leve (grado I) cuando la vejiga apenas invade al canal vecino; moderado (grado II) si el depósito urinario llega hasta la abertura de la vagina, y severo (grado III) en caso de que la vejiga se asome al exterior.
Diagnóstico y terapia
Además del examen físico e historia médica completa, el urólogo (dedicado a la salud de vías urinaria) o ginecólogo (especialista en enfermedades de la mujer) cuenta con un estudio que le ayuda a ubicar la lesión y sus dimensiones, el cistouretrograma o cistograma de evacuación, que consiste en tomar rayos POR con un líquido fácil de distinguir en las placas (medio de contraste), mismo que se introduce a las vías urinarias a través de pequeña sonda y que ayuda a determinar la forma de la vejiga y cualquier obstrucción mientas la paciente orina.
En caso de cistocele de grado I se puede recurrir a sencillo tratamiento que consiste en evitar sobreesfuerzos que empeoren la lesión (no se deben levantar objetos pesados) y llevar dieta rica en fibra y vegetales para mejorar el tránsito intestinal; también se sugiere el uso de un pesario, dispositivo que se coloca en la vagina para mantener la vejiga en su lugar y que se encuentra disponible en varias formas y tamaños con la finalidad de elegir el que sea más confortable.
Quienes sufren el padecimiento en grados II y III deben observar las medidas antes mencionadas, sólo que de manera más esricta, además de que se contempla la viabilidad de recurrir a cirugía (colporrafia) para reforzar la pared vaginal y colocar a la vejiga en posición normal, preferentemente después de que la paciente haya tenido los hijos que desea. Asimismo, se recomienda a las mujeres que han llegado a la menopausia el uso de estrógenos para ayudar a mantener la fuerza de los músculos de la región.
La posibilidad de que el cistocele mejore es alta, por lo que la mujer que detecte los síntomas ya descritos no debe dudar en acudir al médico cuanto antes para evaluar la posibilidad de sufrir este problema u otro relacionado con sus vías urinarias o genitales. Asimismo, recomendamos las siguientes medidas para evitar este molesto problema:
No cargar objetos muy pesados y solicitar ayuda para realizar esta labor.
Consumir alimentos ricos en fibra (frutas, verduras, cereales integrales) y tomar 2 litros de agua al día para evitar esfuerzos por estreñimiento.
Mantener adecuado seguimiento del embarazo y convenir con el ginecobstetra la vía de parto más apropiada en bebés de gran peso (puede ser preferible la cesárea).
Realizar ejercicio físico diariamente, antes y después del parto, para preservar la firmeza de la pared muscular de la vagina.
Mantener adecuada higiene en los conductos urinarios y atender las infecciones en esta región (se caracterizan por generar ardor o comezón al orinar) a la brevedad.
Las mujeres que han concluido su edad reproductiva deben consultar al ginecólogo sobre la conveniencia de seguir tratamiento de reemplazo hormonal.
Finalmente, cabe destacar que debido a la repercusión de este problema en la sexualidad es importante que la mujer cuente con la ayuda y comprensión de su pareja, ya que esto contribuye en buena medida a que el tratamiento y su recuperación sean óptimo
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Los miembros de la especie humana, mujeres y hombres, cuentan con diferencias cromosómicas que determinan, entre otras cosas, cuál es el papel que debe desempeñar cada género en el proceso reproductivo. Ello explica que algunos padecimientos sólo se presenten en los varones (como los prostáticos), mientras que otros son exclusivos del género femenino.
El cistocele es ejemplo de esto último, ya que se genera debido a la proximidad que existe entre vejiga y vagina. Cuando la pared muscular que las divide sufre debilitamiento, permite que una parte de la primera, que es una especie de bolsa destinada a contener la orina, se "caiga" o "baje" por el canal vecino, entorpeciendo el trabajo del sistema urinario y generando relaciones sexuales dolorosas en casos graves.
Imagine que la vejiga es un globo lleno de agua y que junto a él hay delgada pared; si creamos un orificio en ésta y la presión del líquido aumenta, parte del globo se "inunda" e incluso, dependiendo del tamaño de la abertura, "cae" al otro extremo por acción de la gravedad. Esto es, a grandes rasgos, lo que ocurre con el cistocele.
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Este padecimiento, como toda hernia (prominencia de cualquier parte de los órganos internos a través de las estructuras que los encierran), se origina debido a excesivo trabajo que debilita a los tejidos musculares, principalmente. En concreto, las causas más comunes son:
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El cistocele produce cambios en todo el sistema urinario, por lo que la mujer puede presentar dos tipos de anomalías: incontinencia urinaria o escape de orina incluso al realizar esfuerzos mínimos (agacharse, toser, estornudar o reír), y vaciado incompleto durante la micción, por lo que la parte de los desechos líquidos permanecen en el organismo e incrementan el riesgo de infección en la región.
Asimismo, la paciente experimenta a menudo el deseo de orinar sin que se sienta completamente satisfecha tras hacerlo, y con el paso del tiempo (meses o años) pueden acentuarse las molestias. También se reporta continuamente ardor o dolor durante y después de las relaciones sexuales, por lo que la mujer llega a reducir o abstener sus encuentros íntimos en importante número de ocasiones.
La gravedad de los síntomas depende directamente de la lesión que se padezca, de modo que se puede hablar de un problema leve (grado I) cuando la vejiga apenas invade al canal vecino; moderado (grado II) si el depósito urinario llega hasta la abertura de la vagina, y severo (grado III) en caso de que la vejiga se asome al exterior.
Diagnóstico y terapia
Además del examen físico e historia médica completa, el urólogo (dedicado a la salud de vías urinaria) o ginecólogo (especialista en enfermedades de la mujer) cuenta con un estudio que le ayuda a ubicar la lesión y sus dimensiones, el cistouretrograma o cistograma de evacuación, que consiste en tomar rayos POR con un líquido fácil de distinguir en las placas (medio de contraste), mismo que se introduce a las vías urinarias a través de pequeña sonda y que ayuda a determinar la forma de la vejiga y cualquier obstrucción mientas la paciente orina.
En caso de cistocele de grado I se puede recurrir a sencillo tratamiento que consiste en evitar sobreesfuerzos que empeoren la lesión (no se deben levantar objetos pesados) y llevar dieta rica en fibra y vegetales para mejorar el tránsito intestinal; también se sugiere el uso de un pesario, dispositivo que se coloca en la vagina para mantener la vejiga en su lugar y que se encuentra disponible en varias formas y tamaños con la finalidad de elegir el que sea más confortable.
Quienes sufren el padecimiento en grados II y III deben observar las medidas antes mencionadas, sólo que de manera más esricta, además de que se contempla la viabilidad de recurrir a cirugía (colporrafia) para reforzar la pared vaginal y colocar a la vejiga en posición normal, preferentemente después de que la paciente haya tenido los hijos que desea. Asimismo, se recomienda a las mujeres que han llegado a la menopausia el uso de estrógenos para ayudar a mantener la fuerza de los músculos de la región.
La posibilidad de que el cistocele mejore es alta, por lo que la mujer que detecte los síntomas ya descritos no debe dudar en acudir al médico cuanto antes para evaluar la posibilidad de sufrir este problema u otro relacionado con sus vías urinarias o genitales. Asimismo, recomendamos las siguientes medidas para evitar este molesto problema:
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Las mujeres que han concluido su edad reproductiva deben consultar al ginecólogo sobre la conveniencia de seguir tratamiento de reemplazo hormonal.
Finalmente, cabe destacar que debido a la repercusión de este problema en la sexualidad es importante que la mujer cuente con la ayuda y comprensión de su pareja, ya que esto contribuye en buena medida a que el tratamiento y su recuperación sean óptimo
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