¿Cómo librarme del sentimiento de culpabilidad por la muerte de mi abuela?

Hola, quiero contarte uno de mis problemas... No se como empezar, espero puedas ayudarme...
Hace 3 años mi abuelita enfermo gravemente, sufrió varios derrames cerebrales que la llevaron primero de una hemiplejia (no hablaba, no comía sola, tampoco caminaba, la mitad de su cuerpecito estaba inmóvil) a una cuadraplejia (ya no estaba consciente) que la tuvo en cama casi 9 meses. Ella era mi segunda madre, yo la adoraba y hubiera dado mi salud y mi vida gustosa por evitarle tanto dolor... Era hipertensa y sufría de arritmia cardíaca, a causa de esas enfermedades termino así.
Viví con ella gran parte de mi vida, desde que nací hasta los 6 años y luego en la universidad... Ya llevaba 4 años en ella cuando enfermo.
Cuando eso sucedió, no pensé que su agonía durara tanto... Sucedió una tarde de febrero, deje mis practicas y la universidad; tuve que encargarme de su cuidado personal tanto en el hospital como en la casa, mi mama trabajaba, y como no pudimos pagar a una enfermera, yo me hice cargo voluntariamente, ademas, no confiábamos en nadie más para que la cuidara... Pensé que solo serian 6 meses, pero en total deje la uni por un año.
Me propuse hacer que en ese tiempo se recuperara, me propuse llevarla todos los días a terapia y hacer que caminara y hablara otra vez (en ese entonces quedo con hemiplejia)
Pasábamos largas temporadas en el hospital, pues siempre le volvían las crisis, prácticamente viví 4 meses en el hospital, día y noche... Cuando ya estaba mejorando, cuando ya estaba recuperándose, enfermaba otra vez y cada vez era peor.
Mi familia (mi mama y mi abuelito) y yo estábamos en un túnel negro y largo... Nunca veíamos la luz y perdíamos las esperanzas de salir.
Un día, le compramos una sonajita de bebe para que nos avisara en las noches si se sentía incomoda o mojada... Pues el sueño me ganaba y me dormia; a la mañana siguiente, estaba mojadita hasta el cuello, como los bebes y no toco la sonaja. Yo le grite... Le dije "que te costaba tocar la sonaja y despertarme"... Le grite, como si ella tuviera la culpa de lo que le pasaba, como si pudiera controlar su cuerpecito; ella se molesto, hizo un gesto de incomodidad mientras la cambiaba y limpiaba y después no quiso que la alimentáramos (lo hacíamos mediante una sonda naso gástrica) pues ya no quería incomodarnos más... Pensaba que era una carga para nosotros... Eso porque yo abrí mi bocota...
No entiendo por que si yo la amaba tanto, por que a veces sentía cólera, la trate mal, y no solo aquella vez. Varias noches me dormía a propósito, a sabiendas que debía cambiarla de posición cada hora para que no le salieran escaras en su cuerpito. Yo sabia que estaba incomoda, pero no podía decirlo... Y así, prefería dormir que verla y atenderla.
Yo la amaba, lo juro; pero también la culpaba, por no haberse cuidado de joven, por no poder sanar y ser la misma de antes.
Quería mi vida de vuelta... Quería salir de ahí y no volver, pero no podía, porque en cuanto salia de su habitación me preocupaba que estuviera con el pañalito sucio o que tuviera frio, o que tuviera fiebre y no la atendieran.
No entiendo lo que me pasaba, quería y no quería estar ahí... No puedo definir si me dolía más que ella sufriera o yo sufrir porque ella estaba enferma. Odiaba al mundo, odiaba que sonrieran, que nacieran los niños, que me dejaran sola con ella en las noches, odiaba que el resto viviera, odiaba la frialdad de los doctores, odiaba a las enfermeras incompetentes que trataban a mi mamita cual trapo viejo e inservible, odiaba a los hijos de mi abuelita que solo llamaban o mandaban algo de dinero a veces, odiaba que lloraran cuando la veían, odiaba que ellos pudieran dormir por las noches y ella no, odiaba que estuviera así sin poder decidir por ella misma, odiaba las noches, los días... Ya no había diferencia, me odiaba por vivir; pero debía hacerlo... Mi mama y yo cambiábamos turnos los fines de semana, ella la cuidaba por las noches y yo dormía en mi camita o a veces mis amigas me llevaban a algún concierto... Me sentía mal de hacerlo
en noviembre de ese año, mi mamita se fue. Estábamos en casa, yo me disponía a alistarme para ir a trabajar, pues ya el dinero del sueldo de mama no alcanzaba, así que contratamos a mi primita y la entrenamos para que atendiera a mi abuelita mientras yo trabajaba. Ya nos habíamos acostumbrado a vivir así... Que cruel y horrible vivir mientras alguien a quien amas esta muriendo en vida.
De pronto... Sin más aspavientos, murió frente a mis ojos, y no pude articular ni una sola palabra, no le dije que la amaba, no le pedí perdón, no le dije que no temiera... Solo la vi irse... Y no se si fue mejor, no se si pude salvarla, pero me pregunto ¿para qué? Pero pienso que para eso la cuidamos tanto... Entonces digo ¿fracasamos?...¿Valió la pena?...¿Debimos dejarla ir antes? ¿Dios nos hubiera perdonado si le hacíamos la eutanasia, habríamos tenido el valor, lo hubiéramos superado?
Han pasado 2 años desde aquello y cuando la pienso, no puedo evitar recordar las injusticias que paso, lo mal que la trate en vida, a pesar de amarla, no puedo evitar recordar las veces que la ignore cuando quería hablar conmigo... Yo prefería ver la televisión o dormir. No la lleve de viaje, no la saque a comer a la calle, no le compre aretes ni ropa... Ni pude hacer que sanara... Más allá de lo medico, se que pude hacer más por ella y eso ahora me mata, porque se que ya no hay más nada que hacer por ella.
Se que tal vez ya no me oye, ya nunca sabre si me perdono, si hice sus últimos días más soportables o más desgraciados... Ya nunca sabre si sus grandes ojos me decían que la abrazara o que le pusiera fin a su sufrimiento
siento que si alguien más hubiera estado en mi lugar lo habría hecho mejor que yo, siento que soy responsable de que llorara varias veces, no me siento digna de todo el amor que me dio en vida; tampoco de los elogios que me hace todo el mundo cuando se entera de que la cuide hasta la muerte, no saben lo que siento
siento que todos están superando su muerte, en cambio yo, descubro que mientras más pasa el tiempo, más culpable me siento
si tan solo supiera que donde quiera que este, esta bien, consolaría mis penas... Suena absurdo, lo se; esta muerta, ¿pero su espíritu? ¿Y su alma? ¿Aun sienten los sufrimientos y gozos de la vida?
Se que ya no esta más aquí, pero mis dudas me atormentan, supongo que no me permití llorar como lo hago ahora, supongo que pensé que lo supere, pero no es hasta ahora que estoy desempleada y con tantas dudas sobre mi vida que me permití sacar del corazón tantas cosas que pesan
ya las saque... Al menos una parte, pero quiero que se vayan... Quiero estar en paz con ella y conmigo, quiero recordarla alegremente, quiero poder ayudar a alguien más que me necesite; pero así como estoy se que no podría y se que me haría yo mucho daño... Ayudame por favor

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Hay una lección que es más difícil de aprender y es precisamente aquella que significa que para poder continuar proveyendo o dando cuidados efectivos a nuestros seres queridos, tenemos que cuidar de nosotros. A menudo los profesionales de la salud y otras personas que conocen del tema, desempeñan un rol importante, cuando dan a los cuidadores permiso para cuidarse a si mismo, en un orden prioritario.
A los cuidadores que han vivido casi siempre pensando que son totalmente independientes, lo son y lo debieran ser siempre, les resultará difícil pedir ayuda, porque lo consideran un signo de debilidad. Además de permitir que otros les ayuden, también tienen que aprender a pedir ayuda
Por lo general los cuidadores entienden el proceso de la demencia, pero pueden llegar a creer que las alteraciones del comportamiento van dirigidas hacia ellos, en forma personal. Si los cuidadores pueden mantenerse objetivos cuando pasan por dichas experiencias, podrán separar o diferenciar mejor entre la enfermedad y la persona.
Síntomas derivados del estrés del cuidador
El hecho de cuidar a una persona hace que tengamos que responder a una serie de exigencias, tareas, esfuerzos
y tensiones derivadas de su cuidado, pudiendo llegar a repercutir, tanto en su propia persona como en las de su entorno, produciéndose algunos cambios en diferentes ámbitos ( familiar, laboral y social) de su vida cotidiana.
Cambios en las relaciones familiares.
Pueden aparecer conflictos en el seno de la familia, por desacuerdos en la atención e implicación de los familiares en el cuidado de la persona dependiente. Es frecuente en nuestro medio que el papel del cuidador sea femenino y también es frecuente el diferente grado de implicación de los familiares
Cambios emocionales.
Los cuidadores se ven expuestos a un buen número de emociones y sentimientos. Algunos positivos, como los sentimientos de satisfacción por contribuir al bienestar de un ser querido. Pero también, frecuentemente, son negativos, como la sensación de impotencia, sentimientos de culpabilidad, rechazo hacia la persona dependiente, soledad, preocupación o tristeza.
Tampoco hay que olvidar que la incorporación de la mujer an el ámbito laboral, con poco tiempo libre disponible, puede transformar la satisfacción de cuidar en una obligación, en una pesada carga e incluso llegar a culpabilizar la persona de la se cuida como origen de su estrés, y de frecuentes discusiones en la pareja
Cambios sobre la salud.
El cuidado prolongado de un familiar termina afectando a la salud de los cuidadores.como consecuencia que el estrés mantenido tiene sobre el organismo
Frecuentemente, éstos se encuentran cansados y tienen la sensación de que su salud ha empeorado. Son frecuentes síntomas asociados a la ansiedad como insomnio, irritabilidad, dolores muscular, cervicales, lumbares, alteraciones digestivas cefaleas etc..
Consecuencias laborales.
Los cuidadores que trabajan suelen experimentar un conflicto entre las tareas de cuidado y las obligaciones laborales. La sensación de estar incumpliendo tanto en el trabajo (por absentismo, falta de puntualidad, etc.) como en el cuidado del familiar (por no poderle dedicar más tiempo).
Dificultades económicas.
Son frecuentes las dificultades económicas, tanto porque disminuyen los ingresos (al disminuir la dedicación laboral) como porque aumentan los gastos derivados del cuidado del familiar (adaptaciones en el hogar, etc.).
Disminución de las actividades de tiempo libre
La situación de cuidador, provoca una disminución del número de actividades sociales y de ocio que anteriormente realizaban, lo que puede producir sentimientos de aislamiento social y soledad.
Sentimientos de culpabilidad.
Ante el dilema de ingresar a un familiar dependiente en una residencia, aparece un conlicto decisional intenso con ideas de culpa
siendo ésta una de las decisiones más difíciles de tomar ya que por claudicación e imposibilidad de seguir dando cuidados, el cuidador debe trasladar al la persona que cuida a una residencia
como ves todos tus miedos y culpa son derivados de esa situación de estrés derivada de tu papel de cuidadora, no has sabido darte cuenta de que si tu no te cuidas no podrás cuidar tampoco de nadie, pero en tu caso no ha sido exactamente así dado que has hecho todo lo que has podido, no habrías podido hacer más sin que tu propia vida y estabilidad peligrara. Cuando hacemos todo lo que podemos y más de lo que haría cualquiera no podemos exigirnos más. ¿Te doy un consejo? Escríbele una carta a tu abuela y cuéntale todo lo que sientes sin disculparte, sólo diciéndole lo que sientes y cuanto la querías, pero que sea una carta de despedida sincera y emotiva, y después ponla enterrada dentro de una maceta con flores en su tumba. Vuelve a escribirme algún día para contarme como te sientes.
Mil gracias, me lastima este sentimiento de culpa, pero te confieso que me dolerá despedirme definitivamente de ella.
No se me había ocurrido hacer lo que sugieres, pero lo haré. Y claro que te contare como es que me fue.
Otra vez, mil gracias.

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