Relación de matrimonio
Hace dos meses que me casé, después de la boda y la luna de miel sabéis que todo es fantástico, los problemillas empiezan cuando se vuelve a la normalidad... Trabajo, casa etc. Yo ya vivía con mi marido antes de casarnos y parece que ahora, poco a poco, aunque cuando no esté con él deseo estar, estamos juntos y discutimos por chorradas. No quiero que se apague la relación, ¿qué se hace cuando desaparece todo lo bonito? Y nos convertimos en ranas... Necesito algún consejo o yo que sé...
Respuesta de cdelrio
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No soy experta en estos temas, pero creo que al estar casada y haber pasado por esa situación te puedo decir lo que yo hice, y si te vale, bien.
Efectivamente, la relación cambia, las personas se descubren en su nueva etapa y te asusta pensar que los xxx años que te queden con él/ella serán similares.
Yo lo único que hice fue razonar ese punto precisamente y asumirlo. Valorar a mi marido aceptando cómo era y si yo era capaz de vivir con sus defectos. Lo puse todo en una balanza y decidí aceptarlo y adaptarme a que el cuento de hadas no es eterno.
A partir de entonces empecé a disfrutar de no esperar nada, de saber que simplemente está conmigo haciendo un camino a mi lado, pero que mi camino es sólo mio.
De vez en cuando le digo lo que no me gusta de él, más como desahogo que con la expectativa de que lo cambie.
Puede que suene triste, pero luego a la larga la rutina y la seguridad que adquiere la pareja por el hecho de aceptarse mutuamente también da una tranquilidad/felicidad muy agradable.
Efectivamente, la relación cambia, las personas se descubren en su nueva etapa y te asusta pensar que los xxx años que te queden con él/ella serán similares.
Yo lo único que hice fue razonar ese punto precisamente y asumirlo. Valorar a mi marido aceptando cómo era y si yo era capaz de vivir con sus defectos. Lo puse todo en una balanza y decidí aceptarlo y adaptarme a que el cuento de hadas no es eterno.
A partir de entonces empecé a disfrutar de no esperar nada, de saber que simplemente está conmigo haciendo un camino a mi lado, pero que mi camino es sólo mio.
De vez en cuando le digo lo que no me gusta de él, más como desahogo que con la expectativa de que lo cambie.
Puede que suene triste, pero luego a la larga la rutina y la seguridad que adquiere la pareja por el hecho de aceptarse mutuamente también da una tranquilidad/felicidad muy agradable.
