¿La única respuesta es Dios?

Iremos por partes. El problema del ateísmo no se centra exclusivamente en aquellas cosas que por si mismas no se pueden explicar. Ésta es tan sólo una de las formas de acercarnos a la cuestión de Dios. Verá que no se trata de adjudicar "divinidad" a lo que no se explica, sino de algo muy distinto. Como usted habrá aprendido en su escuela, los científicos no saben bien qué es la luz o qué es el fuego. Conocen algunas de sus propiedades y efectos, pero ignoran mucho más de lo que saben. No por no comprender podemos decir que le fuego o la luz sean dioses. De hecho, si usted ha estudiado el tema verá cómo los pueblos evolucionan en sus creencias y al poco tiempo abandonan la adoración de las fuerzas naturales y van puliendo sus creencias hasta coincidir en una religión más o menos monoteísta, o al menos de deidades separadas de las fuerzas naturales, etc. Pero ese no es el centro de la cuestión. Como habrá continuado observando en sus estudios, salvo raras excepciones modernas, los más grandes sabios, científicos y filósofos han sido hombres religiosos. Eleve usted su mirada sobre la ciencia, y verá hombres de fe. Verá a un científico tan notable como Luis Pasteur diciendo que la poca ciencia aleja de Dios y que mucha ciencia acerca a Dios. Para profundizar en el tema puede usted leer el artículo ya publicado del eminente científico y epistemólogo Dr. Sergio Dunhill titulado ¿Por qué la fe y la razón no son excluyentes?. Con esto verá que la ignorancia proviene muchas más veces de los ateos que de los creyentes y que oponer conocimiento y razón a la fe es un infantil absurdo. Ser ateo o agnóstico partiendo del conocimiento científico es un abuso falaz, una extrapolación monstruosa. Por otra parte, piense usted en el bien y el mal y me dirá cómo puede existir un bien o la dignidad humana, que puede impulsarle al bien sin el fundamento divino. Sin Dios no hay sustento para la legalidad, la honestidad o la bondad Sobre la existencia del Cielo y del infierno, más allá de las consideraciones de sentido común y de las consecuencias de la recta razón, le propongo la gran apuesta de ese otro gran físico y matemático francés Blaise Pascal. Declaró que las dudas e indiferencias de un escépticos estaban superada por una apuesta: si Dios no existe el escéptico no pierde nada por creer y actuar honestamente; pero si existe, las ganancias del escéptico serían infinitas, pues sería la vida eterna por creer y hacer el bien. Pascal razonó que cualquier jugador sensato debe apostar siempre por Dios. Esperamos con eso haberle motivado a investigar más en el pensamiento cristiano y en la historia de la humanidad. Siempre a su disposición para continuar con este interesante tema de debate.