Imperio Aqueménida

En primer lugar hay que tener clara cuál fue la política imperial meda, sobre todo en los tiempos de Ciro y, al menos hasta Darío. Los aqueménidas, conscientes de la inferioridad cultural propia en relación a los territorios que le circundaban, con unas tradiciones más ricas, más complejos, con más recursos económicos y sociales, con elaboraciones ideológicas y culturales más sofisticadas, llevaron a cabo, a diferencia de los asirios, una conquista territorial basada en el principio de absorción cultural y no en el de destrucción. De esta manera heredaban también los modelos políticos e ideológicos de los territorios vencidos. Por eso no solían destruir, trataban de asimilar, usar y volver a formular. A Ciro y sus sucesores les gustaba presentarse como herederos de las realezas locales, como restaurador frente a los degenerados gobernantes anteriores justamente depuestos. (Liverani, M. 1991).
En cuanto a la libertad de culto, su origen parece el mismo, al menos en los pueblos conquistados, aunque sí parece existir una cierta evolución entre Ciro y Darío. Es prácticamente seguro que Ciro y Darío eran zoroastrianos, y que su dios único y supremo fue Ahora Mazda, de manera que el resto de dioses eran considerados casi demonios. Pero permitieron el culto propio en los pueblos vencidos. Incluso Ciro, cuando incorpora Babilonia, dividida entre el clero de Marduk y el monarca, el cual quería entronizar al dios harranita Sin, siguiendo el viejo rito, según cuenta la denominada "crónica de Nabonido", "cogió las manos de Marduk" convirtiéndose en legítimo señor del país. (Rodríguez Neila, F. 1987). Esto es seguro se hacía para granjearse la simpatía de los pueblos vencidos, de manera que puede verse una cierta inclinación hacia el pluralismo y la tolerancia, donde cad región y cada pueblo tiene sus dioses, donde existe libertad de culto, donde se permiten las estatuas, se celebran las fiestas y se reconstruyen los templos. Es cierto que es difícil de aceptar esto para un mazdeísta como Ciro (aunque seguramente de convicciones más relajadas que Darío) puesto que suponía hacer concesiones al "reino de la mentira" (parte contraria a Ahora Mazda), pero era sensato según la razón de estado. De hecho, su hijo Cambises será tildado de insensato cuando actúe duramente contra los cultos autóctonos al conquistar Egipto. Darío será menos sincretista que Ciro y más intolerante.
Con todo, y como bien resume Mario Liverani, "si juntamos las ideologías políticas con las religiosas aparece la ideología imperial aqueménida. La tolerancia religiosa y la permisividad con los otros cultos responden a una estrategia de dominio universal por la "vía de la acumulación", y no por la "vía de la eliminación". El culto oficial a Ahora Mazda, con su abstracción intelectual y su exclusivismo dinástico, corresponden al elemento unificador y superior: el Gran Rey y sus estructuras centrales de dirección y control" (Liverani, M. 1991). Está claro que esta vía era mucho menos traumática y mucho mejor aceptada por los ya resignados pueblos vencidos.
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