A los ancianos sobre todo, les encanta ser escuchados y lo que nos sucede a los que somos más jóvenes es que muchas veces no tenemos tiempo para dedicarles y otras veces lo que no tenemos son ganas de hacerlo. Los cambios de temperamento y humor suelen venir acompañados de frustración porque ya no se sienten útiles y piensan que son una carga en el mundo para sus semejantes y esto solo se soluciona "regalándoles un poco el oído", es decir, diciéndoles las cosas que aún pueden hacer sin riesgo para su salud y escuchándoles para que se desahoguen contándonos "batallitas" o frustraciones personales, pero eso les desahoga muchísimo. Y sobre todo y como a cualquier persona, demostrándoles que les tenemos mucho respeto y cariño.