No sé si decirle a mis padres si salgo con una chica y no quiero separarme de mis amigos por ella

Ante todo gracias, me salio muy bien la técnica que decías de besar, pero el nuevo problema es que ahora no tengo ni idea de si decírselo a mis padres o no o como decírselo, porque me parece muy difícil decírselo a mis padres. Tampoco quiero separarme de mis amigos mucho para ir con ella, ni que ella se separe de sus amigas. Difícil pregunta, ¿eh?
Respuesta
1
La primer pregunta ya te la respondí ahora veamos su complemento.
No tienes que separarte de tus amigos y ella tampoco, lo importante es saber combinar la vida de ambos. Si hubiera fórmulas mágicas para conseguir un éxito seguro viviendo en pareja
no necesitaríamos hablar de una separación ni de divorcios, pero,
evidentemente, el "gran secreto" no existe y cada vez más nos vemos avocados
al fracaso por la falta de dedicación a la relación, la incomprensión e
incluso la rivalidad entre sus miembros.
Vivir en pareja nunca ha sido fácil, si bien la sociedad moderna parece
aportar algunos impedimentos adicionales a la armonía conyugal. Uno de ellos
es la competitividad que, en ocasiones, existe entre la pareja.
Curiosamente, muchas personas en lugar de hacer un esfuerzo en
complementarse, parecen obstinadas en rivalizar.
A pesar de que algunos romáticos empedernidos se empeñen en defender la idea
de que el éxito de la pareja reside en uno más uno no son dos sino uno solo,
en realidad los esfuerzos no deben dirigirse en este sentido, sino en el de
conseguir que uno más uno sigan siendo dos personas con identidades,
interesees, aficiones y proyectos propios.
El amor como elemento común.
El único denominador común imprescindible entre los dos miembros que forman
la pareja es el amor que los une. A partir de ahí no es necesario que ambos
amen el cine o la lectura, o que aborrezcan la ópera o el golf.
Lamentablemente hay quienes cosideran que, para estar en perfecto equilibrio
con quienes comparten su vida, deben renunciar a todo aquello que al otro no
le guste e hipotecar sus sueños, aficiones y ambiciones en favor de la
relación. Es un buen modo de acumular frustraciones y un malestar personal
que, a la larga, deteriorará la relación de pareja.
Un elemento importante en cada relación es el factor sorpresa. Cuando ambos
pienesen que el presente no se parezca al ayer y se vean incapaces de
descubrir el mañana, estarán dando un paso importante para vencer uno de los
grandes enemigos de este tipo de relación : LA RUTINA.
Sin embargo, vencer el aburrimiento y plantar cara a la monotonía no son
suficients para que una relación prospere de un modo deseado; es importante
también que ninguno intente dominar ni eclipsar al otro y, sobretodo, que
jamás olvide que la persona que tiene a su lado posee personalidad y deseos
propios.
Por lo general, dos personas deciden pasar juntas el resto de sus vidas porque están enamoradas. Les resulta penoso estar separadas y, cuando lo están, piensan en la otra persona la mayor parte del tiempo. El corazón empieza a latirles más fuerte cuando se acerca el momento del encuentro. No soportan la idea de vivir sin el otro.
Este es el amor romántico. Esta clase de amor puede ser maravilloso pero, en realidad, tiene una vida limitada: los psicólogos opinan que, en general, durará unos tres años. ¿Pero qué hacemos cuando expiran nuestros tres años? ¿Dejamos todo para comenzar de nuevo con otra persona?
Conozco a muchos que lo hacen así. No pueden vivir sin la excitación que produce estar enamorados; creen que no tiene sentido el estar casados si no están realmente "enamorados". De esta forma pasan de una relación a otra buscando el amor perfecto y eterno. Pero en el momento en que creen haber encontrado a la persona adecuada, descubren que "su amor perfecto" se limpia los dientes con las uñas y el encanto empieza a desvanecerse una vez más.
Aquellos que adoptan la estrategia de pasar de una relación a otra corren el riesgo de terminar siendo personas amargadas y descreídas. Buscan lo que probablemente no existe, al tiempo que renuncian a algo que la mayoría considera de suma importancia: un cierto sentido de continuidad.
Esteban, que afirma ser un "adicto al amor", experimentó esa falta de continuidad a medida que su vida es menos activa: "Tengo sesenta y un años y éste es mi cuarto matrimonio. Entre uno y otro matrimonio he vivido con otras cinco mujeres en períodos cuya duración varía de unos pocos meses a algunos años. Realmente me asusta pensar que voy a morir solo. Los recuerdos que me quedan son, en su mayoría, penosos. Hubo muchos buenos momentos, en los que creía estar disfrutando plenamente de la vida; sin embargo, no parecen haberme dejado demasiada huella. Tengo siete hijos de tres de estos matrimonios y cuatro de ellos se niegan a dirigirme la palabra. Los otros tres son amables cuando los llamo o visito, pero resulta obvio que no sentirían que mañana muriera. La Navidad ha llegado a ser una época terrible para mí. Hace ocho años que no paso la Navidad con ningún familiar a excepción de mi mujer. Y no creo que Sara permanezca a mi lado mucho tiempo. Nos parecemos mucho, pero estoy seguro de que se enamorará de otro en cualquier momento, puesto que tiene más tiempo libre que yo. No sé qué haré entonces."
Los psicólogos utilizan la expresión "amor de convivencia" para describir el elemento de unión en las relaciones duraderas. Se trata del sentimiento de agrado y respeto mutuo de quienes han vivido juntos por cierto tiempo y, por tal motivo, este sentimiento crecerá a medida que sus vidas vayan entrelazándose.
El amor de convivencia resulta más valioso que el amor romántico en el curso de una vida.
Para permitir que el amor romántico se transforme en amor de convivencia, es necesario aprender a vivir con personas imperfectas. No existe otra alternativa. Es cierto que podemos encontrar a alguien más adecuado con quien vivir que nuestro cónyuge actual, pero esa persona tampoco será perfecta. De modo que, si abandonamos una relación por otra, nos estamos arriesgando. En ocasiones, el riesgo vale la pena: hay relaciones condenadas para siempre al infortunio. Pero, posiblemente, con un poco de comprensión, ayuda, y estímulo, la persona con quien vivimos pueda cambiar lo suficiente como para permitir que aflore ese amor de convivencia.
Todos desearíamos encontrar a alguien que pudiera satisfacer todas nuestras necesidades, pero las cosas no son así. Si queremos una relación duradera, tenemos que aprender a vivir con personas que pueden llegar a ser inconscientes, egoístas y mezquinas. Con frecuencia, pueden hacer cosas que nos parezcan tontas e incluso autodestructivas; en ocasiones, podemos creer que están tratando de ahuyentarnos. Sean cuales sean sus fallas, debemos no obstante comprender y vivir con ellas de la mejor forma posible.
El mundo es un sitio que puede llegar a asustarnos. Todos debemos afrontar inseguridades y dudas; ¿Somos competentes? ¿Somos dignos de ser amados? ¿Les importamos realmente a los demás? ¿Sabemos ocuparnos de nosotros mismos? ¿Aprovechamos la vida tanto como podemos?
Una de las satisfacciones más grandes de una relación duradera es que puede aportar respuestas alentadoras a estas preguntas. Las parejas que recuerdan su vida en común con satisfacción y alegría están compuestas por hombres y mujeres que han afrontado juntos estos interrogantes. Si ante la primera dificultad nos damos por vencidos en una relación, corremos el riesgo de no poder contribuir a que otra persona encuentre esas respuestas. Y si dejamos pasar la ocasión de ayudar a otro a crecer y a realizarse, quizás estemos dando muestras del tipo de respuestas que hemos encontrado para nosotros mismos.
Luois H. Janda
La palabra convivir significa: vivir en compañía de otro o de otros.
Cuando dos personas deciden convivir, pocas veces se detienen a observar los defectos, las imperfecciones que hay en el otro. El enamorarse en un comienzo tiene mucho de pasión y fantasía y nos hace ver todo de una manera bellísima, y atractiva. Hasta aquello que nos molesta de otras personas llega a ser espectacular si lo posee ese ser que amamos.
Pero luego, al pasar los años esa pasión ya no es la misma y en algunos casos el amor tampoco.
Entonces ¿Amamos con los ojos abiertos?... Creo que no...
Con el tiempo dejamos de alimentar esa pasión y esa fantasía se pierde, se esfuma y ahí nos encontramos cara a cara y si el amor no se potencializa llegamos a ver en el otro muchas veces a un rival o a un ser que no coincide con el modelo que nosotros habíamos soñado que nos acompañaría hasta el final de nuestra vida.
Jorge Bucay nos dice:
"Estar en pareja ayuda a nuestro crecimiento personal. La relación suma, por eso vale la pena.
Vale... la PENA (es decir, vale penar por ella). Vale el sufrimiento que genera. Vale el dolor con el que tendremos que enfrentarnos, y es valioso porque cuando lo atravesamos, ya no somos los mismos, hemos crecido, somos más conscientes, somos más plenos".
No debemos pensar que nos casamos con la persona inadecuada, tenemos que detenernos en nosotros y analizar nuestras ideas sobre el matrimonio y sobre las relaciones de pareja.
"Vamos a intentar ver los conflictos no sólo como un camino para superar mis barreras y poder acercarme así al otro, sino también como un camino para encontrarme con mi compañero.Y por supuesto, a partir de lo dicho, como un camino para producir el transformador encuentro conmigo mismo" . (Jorge Bucay)

Añade tu respuesta

Haz clic para o

Más respuestas relacionadas