
Mi falta de concentración hace que a veces no acabe frases y olvide palabras en una conversación
Hola,
Tengo 31 años y desde hace algún tiempo tengo bastantes dificultades para hablar. No me ocurre siempre, pero cuando pasa, me suelo enredar en mitad de las frases haciendo las frases largas e incomprensibles, se me va la idea de lo que quiero comunicar en mitad de la frasey acabo liándola, olvido las palabras que quiero decir en el momento de decirla. No sé a que puede deberse, aunque me pasa desde hace años, actualmente me está ocurriendo más asiduamente. También he notado que me es cada vez más difícil mantener la concentración tanto cuando me hablan como cuando leo. ¿Qué me puede estar pasando y qué solución puede tener?
Espero vuestra respuesta. Un saludo
Tengo 31 años y desde hace algún tiempo tengo bastantes dificultades para hablar. No me ocurre siempre, pero cuando pasa, me suelo enredar en mitad de las frases haciendo las frases largas e incomprensibles, se me va la idea de lo que quiero comunicar en mitad de la frasey acabo liándola, olvido las palabras que quiero decir en el momento de decirla. No sé a que puede deberse, aunque me pasa desde hace años, actualmente me está ocurriendo más asiduamente. También he notado que me es cada vez más difícil mantener la concentración tanto cuando me hablan como cuando leo. ¿Qué me puede estar pasando y qué solución puede tener?
Espero vuestra respuesta. Un saludo
Respuesta de Manuel Miguel Hernández Pujadas
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Manuel Miguel Hernández Pujadas, Espiritualidad, Relaciones Humanas, Dirección de Empresas,...
Enhorabuena por el diagnóstico que has hecho. Te explicas muy
bien!.
A ver lo que te pasa es bastante frecuente hoy en día.
También pasa que los medios de comunicación nos hacen egoístas y
solitarios. Los walk-man y los lectores de CD´s y MP3, nos hacen
no comunicarnos con los demás. Además la cultura es hedonista,
busca el egoísmo y el placer propios por encima de los derechos,
las libertades y las necesidades de los demás. Esto nos hace
solitarios y no nos importan las necesidades de los demás. Sólo
nos comunicamos para obtener algo del otro, no por el placer de
hacer a los otros felices de poder comunicarse con nosotros.
Si este hábito de no comunicarse ha sido arraigado en la
personalidad del individuo durante años costará de quitar, pero no
es ni mucho menos imposible.
Si tomas algún tipo de drogas esto te puede producir defectos
comunicativos y falta de concentración. De hecho, existe un test
para saber si una persona padece la enfermedad del alcoholismo,
mediante un test de comunicación. Si tomas drogas, lo que debes de
hacer es dejar de tomarlas. Eso revertirá los efectos negativos en
la comunicación que vienes observando últimamente.
A continuación te transcribo dos capítulos sobre la comunicación
que he tomado de la web www.e-cristians.net . Aparecen unos
rectángulos y busca uno que pone "Formación para padres". Clica y
deja que se cargue el listado. Tarda un poco porque se tienen que
bajar unas fotografías. Los que te transcribo son del 29/11/2002 y
del 12/12 /2002. Si te interesa el tema, puedes bajarte otros
artículos muy interesantes del listado.
Esto te formará bien. Después procura ayudar a las personas que se
comuniquen contigo. Háblales poco a poco, pero con constancia de
SUS cosas, de temas que les INTERESAN A ELLOS. No les plantees
problemas y dificultades. Cuéntales alguna noticia o experiencia
que tuviste que les alegre la vida. Sé transparente y comunícate
tu bien. No esperes respuesta inmediata ni les exijas que hagan lo
mismo contigo. Ten paciencia. Tu siempre igual, comunicándote
correctamente con ellos. Poco a poco irán aprendiendo ellos
también y les habrás hecho un gran favor pues serán más felices.
Bueno, creo que por ahí va la solución. Lo importante es ir
avanzando poco a poco, comprendiendo las recaídas (si las hubiera)
Y pensando que en el mundo hay mucha gente con problemas más
serios que lucha también por sobrevivir. Ánimo, creo que lo vas a
conseguir. Yo ya he rezado al Dios Todopoderoso por tus
intenciones y lo seguiré haciendo en el futuro.
Que haya suerte. Sé valiente y listo. Si quieres consultarme algo
más no dudes en hacerlo.
Un cordial saludo con mis mejores deseos para tu felicidad.
(Lo que sigue es de Victoria Cardona, educadora familiar que
colabora en www.e-cristians.net
La mayoría de problemas del día a día de la convivencia familiar
se resolverían, si nos esforzáramos por tener una buena
comunicación con nuestros hijos. Hay muchas formas de hacerlo. Se
puede hacer con un gesto, se puede hacer con una mirada de
complicidad, se puede hacer con la palabra, escuchando música,
leyendo, haciendo deporte... También nos podemos comunicar
silenciosamente. Sólo contemplando unos padres junto a la cama de
un hijo enfermo, mimándolo o dándole la mano vemos el máximo de
comunicación. El silencio se hace necesario por el reposo de su
hijo, pero la comunicación no falta.
Ya se ve que para comunicarse no se necesitan palabras, sino que
se necesita afecto y que haya un clima de confianza y, ¿cómo
conseguimos este clima?.. Podemos reflexionarlo, puesto que se
hace muy difícil recibir la confianza de nuestros hijos si no
hacemos un esfuerzo para ser acogedores y estar tranquilos y de
buen humor a la hora de comunicarnos. Es imprescindible comprender
a nuestros hijos; saber intuir qué les preocupa, qué nos quieren
decir o qué necesitan. La base de la comunicación, es amar,
interesarse por sus cosas y ayudar a que ellos solos vayan
resolviendo sus dificultades. Cuando hay confianza se actúa con
calma, no se improvisa y se da paz.
Hay muchas virtudes que pueden ser útiles para ayudar a la
comunicación, con el clima de confianza adecuado, que favorece el
diálogo, base de la comunicación, pero yo destacaría dos: la
sinceridad y la discreción.
1. La palabra sinceridad deriva del latino ''sine cera'' (sin
cera) refiriéndose a los ungüentos que utilizaban las mujeres
romanas para disimular sus arrugas. Pues bien, para vivir la
sinceridad tenemos que recordar a San Pablo que nos dice ''sea el
vuestro sí, sí y el vuestro no, no.'' Sinceridad es decir siempre
con claridad lo que se hace, lo que se piensa, lo que se vive.
Nuestros hijos tienen que ver que nosotros somos sinceros siempre.
Por esto debemos reflexionar y preguntarnos: ¿Cuántas veces hemos
dejado incompleta una promesa o una reprimenda que habíamos
anunciado a nuestros hijos?... ¿Cuántas veces nos han telefoneado
y, por comodidad, hemos hecho decir que no estábamos en casa?...
¿Cuántas veces hemos asustado a los pequeños diciendo '' que viene
el hombre del saco'' y lógicamente aún lo esperan?... O otras
medias verdades, que no dejan de ser mentiras que malogran la
confianza.
Nuestra sinceridad tiene que ser ejemplar, la verdad tiene que ser
objetiva, clara. Por ejemplo, si nos equivoquemos, pedimos perdón
y lo reconocemos; esto es más educativo para el hijo que muchos
sermones y consejos repetitivos. A veces los hijos no son lo
suficiente sinceros con nosotros por no quedar mal o porque tienen
miedo de que tengamos una reacción desmesuradamente enfadada con
lo que nos dicen.
Sobre todo en la adolescencia tenemos que ser pacientes y estar
preparados para que nos expliquen lo más impensable sin perder los
nervios. Lo que es más importante siempre es que los hijos nos
digan la verdad, aunque del susto recibido nos quedáramos sin
aliento. Con todos los datos reales del problema, no nos
equivocaremos a la hora de buscar soluciones juntos y reforzaremos
la confianza mutua.
2. La discreción; hoy, más que nunca, se hace evidente que los
padres debemos profundizar en esta virtud, que no es frecuente en
el ambiente actual. En el Diccionario General de la Lengua
Catalana de Pompeu Fabra, encontramos esta definición de
discreción: ''reserva en las acciones y en las palabras, reserva
del que no hace sino aquello que conviene hacer, de quien no dice
sino aquello que conviene decir, que sabe callar aquello que le ha
estado confiado. ''
Muchos hijos se quejan de que los padres, o bien para
vanagloriarse, o bien para quejarse explican las confidencias que
ellos les han hecho. Ya se ve que este sería un defecto que
influiría en la confianza que nos habrían dado los hijos; nada más
y nada menos sería ''ventilar'' sus emociones; tampoco los hijos
entienden las ironías ni bromas sobre sus ''cosas'', por lo tanto
no conviene decir lo que nos confían y tenemos que considerar que
para ellos aquello es muy importante, aunque a los mayores nos
pareciera de poco valor.
Con la virtud de la discreción nace el discernimiento, para saber
cuando es prudente preguntar, o cuando hace falta esperar para
hacerlo, puesto que hace falta respetar la intimidad del hijo y
tener paciencia para recibir la confidencia. También distinguir el
momento en que es conveniente dar el consejo oportuno. Pienso que
cuando un niño pequeño tiene una pataleta, ¿verdad qué es muy
difícil corregirlo sí nos ponemos a gritar como él y perdemos los
nervios? Con los hijos mayores tenemos que hacer lo mismo, es
sencillamente pasar por alto el momento de ofuscación y buscar el
tiempo para dialogar con calma y serenidad. Una persona discreta
no impone, no coacciona sino que observa y ayuda a mejorar
reconociendo que ella también tiene defectos; por lo tanto, no se
sobresalta por nada, y, con esta comprensión anima a su hijo a la
sinceridad.
Para concluir, podríamos decir que el objetivo de procurar
fijarnos en la sinceridad y la discreción, es ayudar a que haya el
clima de confianza adecuada que haga de los padres buenos amigos
de los hijos, a quienes los hijos pueden explicar sus ideales, sus
problemas, sus alegrías. Empecemos a interesarnos por lo que les
preocupa de bien pequeños y así fundamentaremos la franqueza del
mañana.
Como que la comunicación es la base de unas buenas relaciones
familiares en el próximo capítulo profundizaremos en como hemos de
escuchar, en como mantener un buen diálogo y en algunos errores
frecuentes que pueden malograr la comunicación entre padres y
hijos. Expresamente ilustro siempre estos temas con fotografías
con niños pequeños puesto que creo que los padres que se interesan
por los hijos menudos, también serán capaces de comprender los
cambios de humor y las inquietudes de los hijos adolescentes.
En el capítulo anterior hemos reflexionado sobre dos virtudes
fundamentales, la sinceridad y la discreción; ahora estudiaremos
la mejor manera de llegar a un buen diálogo, que es la base de una
buena convivencia entre padres e hijos.
Es evidente, que para que haya un buen diálogo hay que saber
escuchar y, como siempre, no olvidar que debemos dedicar tiempo.
Es importante la actitud de pensar que nosotros, los padres, no
siempre tenemos toda la razón y que escuchando aprenderemos y
conoceremos con profundidad a nuestros hijos, que no nos abrirán
su corazón si somos dogmáticos, rígidos y poco flexibles. Ya se ve
que, para que haya buena comunicación, es muy importante ir con la
sencillez de quién quiere ayudar, nunca imponer.
Podemos caer en el defecto de pensar que ya sabemos lo que nos
dirán. Saber ya la respuesta porqué creemos que nuestro hijo es de
una determinada manera y no dar posibilidades a nuestro hijo o
hija de expresarse ampliamente y totalmente. Si no los dejamos
explicarse del todo no les damos la oportunidad de mejorar, puesto
que nos faltará la información completa y no sabremos que hacer
para aconsejar.
Enumeraremos algunas cualidades convenientes para llegar a
establecer un buen diálogo, teniendo en cuenta que la primera de
todas será responder a todas las preguntas que nos hagan.
1. No interrumpir y tener mucha paciencia; esto vale por todas las
edades, desde el hijo o hija pequeño que casi no sabe hablar, pero
nos quiere pedir algo, hasta el adolescente que nos quiere
explicar un problema o una alegría y lo hace de una forma
acalorada. Por ejemplo, nos están explicando una cosa y nosotros
nos preocupamos de la forma gramatical que están empleando, más
que del contenido y de los sentimientos del hijo; mal haríamos sí
corrigiéramos la gramática a media explicación porque quizás
''cortaríamos'' la espontaneidad.
2. Mirar a los ojos de nuestro hijo y aprobar afirmativamente con
el gesto para animar y demostrar que nos interesa lo que nos dice;
Con la mirada de los padres se puede demostrar interés y afecto y
descubrir, en la de los hijos, todo su estado d'ánimo.
3. Saber preguntar. Conviene hacer una pregunta de manera positiva
para asegurarnos de que nos enteramos y entendemos lo que nos
dicen; también sirve preguntar para captar el nivel que tienen de
entendimiento del tema que sea, y por lo tanto, adelantar
informaciones sobre sexualidad, diversiones, adicciones, etc...,
aprovechando momentos de ocio y tranquilidad para tener estas
conversaciones y dar criterio.
4. No mirar el reloj. Para los hijos es muy importante que
demostremos un interés real por sus cosas; tenemos buenos momentos
para comunicarnos sí los sabemos aprovechar aunque la experiencia
nos diga, que el ''momento'' del hijo quizás no coincide con el
nuestro. Aquí sí que hay la prueba de amor real: dejar las cosas
propias por el bien del hijo, que nos necesita. Escribe André
Frossard esta frase que nos puede hacer reflexionar: ''Miramos por
la ventana el bullicio la calle y nos olvidamos de alguien que
está a nuestro lado y necesita nuestra compañía''.
La auténtica comunicación se fundamenta en cosas pequeñas de
esfuerzo personal: no mirar un programa de televisión, saber
''apartar'' el periódico, no hacer una salida por la noche para
estar con los hijos... De cara al futuro son más rentables estas
renuncias para que siempre nuestros hijos nos digan la verdad con
claridad y en la familia se viva el clima de confianza adecuado,
que produce serenidad; nunca debe agotarse la paciencia y la
ilusión para saber escuchar.
Éstos consejos sobre comunicación, con más intensidad, puesto que
nuestros hijos tienen vacaciones y están más receptivos por todo
lo que reciben en el hogar; también, el carácter cristiano de
estos días, invita a la paz, a la esperanza y a la alegría que se
vive en familia.
También es muy interesante que visites www.interrogantes.net Tiene
muchos consejos muy buenos sobre relaciones humanas, etc.
bien!.
A ver lo que te pasa es bastante frecuente hoy en día.
También pasa que los medios de comunicación nos hacen egoístas y
solitarios. Los walk-man y los lectores de CD´s y MP3, nos hacen
no comunicarnos con los demás. Además la cultura es hedonista,
busca el egoísmo y el placer propios por encima de los derechos,
las libertades y las necesidades de los demás. Esto nos hace
solitarios y no nos importan las necesidades de los demás. Sólo
nos comunicamos para obtener algo del otro, no por el placer de
hacer a los otros felices de poder comunicarse con nosotros.
Si este hábito de no comunicarse ha sido arraigado en la
personalidad del individuo durante años costará de quitar, pero no
es ni mucho menos imposible.
Si tomas algún tipo de drogas esto te puede producir defectos
comunicativos y falta de concentración. De hecho, existe un test
para saber si una persona padece la enfermedad del alcoholismo,
mediante un test de comunicación. Si tomas drogas, lo que debes de
hacer es dejar de tomarlas. Eso revertirá los efectos negativos en
la comunicación que vienes observando últimamente.
A continuación te transcribo dos capítulos sobre la comunicación
que he tomado de la web www.e-cristians.net . Aparecen unos
rectángulos y busca uno que pone "Formación para padres". Clica y
deja que se cargue el listado. Tarda un poco porque se tienen que
bajar unas fotografías. Los que te transcribo son del 29/11/2002 y
del 12/12 /2002. Si te interesa el tema, puedes bajarte otros
artículos muy interesantes del listado.
Esto te formará bien. Después procura ayudar a las personas que se
comuniquen contigo. Háblales poco a poco, pero con constancia de
SUS cosas, de temas que les INTERESAN A ELLOS. No les plantees
problemas y dificultades. Cuéntales alguna noticia o experiencia
que tuviste que les alegre la vida. Sé transparente y comunícate
tu bien. No esperes respuesta inmediata ni les exijas que hagan lo
mismo contigo. Ten paciencia. Tu siempre igual, comunicándote
correctamente con ellos. Poco a poco irán aprendiendo ellos
también y les habrás hecho un gran favor pues serán más felices.
Bueno, creo que por ahí va la solución. Lo importante es ir
avanzando poco a poco, comprendiendo las recaídas (si las hubiera)
Y pensando que en el mundo hay mucha gente con problemas más
serios que lucha también por sobrevivir. Ánimo, creo que lo vas a
conseguir. Yo ya he rezado al Dios Todopoderoso por tus
intenciones y lo seguiré haciendo en el futuro.
Que haya suerte. Sé valiente y listo. Si quieres consultarme algo
más no dudes en hacerlo.
Un cordial saludo con mis mejores deseos para tu felicidad.
(Lo que sigue es de Victoria Cardona, educadora familiar que
colabora en www.e-cristians.net
La mayoría de problemas del día a día de la convivencia familiar
se resolverían, si nos esforzáramos por tener una buena
comunicación con nuestros hijos. Hay muchas formas de hacerlo. Se
puede hacer con un gesto, se puede hacer con una mirada de
complicidad, se puede hacer con la palabra, escuchando música,
leyendo, haciendo deporte... También nos podemos comunicar
silenciosamente. Sólo contemplando unos padres junto a la cama de
un hijo enfermo, mimándolo o dándole la mano vemos el máximo de
comunicación. El silencio se hace necesario por el reposo de su
hijo, pero la comunicación no falta.
Ya se ve que para comunicarse no se necesitan palabras, sino que
se necesita afecto y que haya un clima de confianza y, ¿cómo
conseguimos este clima?.. Podemos reflexionarlo, puesto que se
hace muy difícil recibir la confianza de nuestros hijos si no
hacemos un esfuerzo para ser acogedores y estar tranquilos y de
buen humor a la hora de comunicarnos. Es imprescindible comprender
a nuestros hijos; saber intuir qué les preocupa, qué nos quieren
decir o qué necesitan. La base de la comunicación, es amar,
interesarse por sus cosas y ayudar a que ellos solos vayan
resolviendo sus dificultades. Cuando hay confianza se actúa con
calma, no se improvisa y se da paz.
Hay muchas virtudes que pueden ser útiles para ayudar a la
comunicación, con el clima de confianza adecuado, que favorece el
diálogo, base de la comunicación, pero yo destacaría dos: la
sinceridad y la discreción.
1. La palabra sinceridad deriva del latino ''sine cera'' (sin
cera) refiriéndose a los ungüentos que utilizaban las mujeres
romanas para disimular sus arrugas. Pues bien, para vivir la
sinceridad tenemos que recordar a San Pablo que nos dice ''sea el
vuestro sí, sí y el vuestro no, no.'' Sinceridad es decir siempre
con claridad lo que se hace, lo que se piensa, lo que se vive.
Nuestros hijos tienen que ver que nosotros somos sinceros siempre.
Por esto debemos reflexionar y preguntarnos: ¿Cuántas veces hemos
dejado incompleta una promesa o una reprimenda que habíamos
anunciado a nuestros hijos?... ¿Cuántas veces nos han telefoneado
y, por comodidad, hemos hecho decir que no estábamos en casa?...
¿Cuántas veces hemos asustado a los pequeños diciendo '' que viene
el hombre del saco'' y lógicamente aún lo esperan?... O otras
medias verdades, que no dejan de ser mentiras que malogran la
confianza.
Nuestra sinceridad tiene que ser ejemplar, la verdad tiene que ser
objetiva, clara. Por ejemplo, si nos equivoquemos, pedimos perdón
y lo reconocemos; esto es más educativo para el hijo que muchos
sermones y consejos repetitivos. A veces los hijos no son lo
suficiente sinceros con nosotros por no quedar mal o porque tienen
miedo de que tengamos una reacción desmesuradamente enfadada con
lo que nos dicen.
Sobre todo en la adolescencia tenemos que ser pacientes y estar
preparados para que nos expliquen lo más impensable sin perder los
nervios. Lo que es más importante siempre es que los hijos nos
digan la verdad, aunque del susto recibido nos quedáramos sin
aliento. Con todos los datos reales del problema, no nos
equivocaremos a la hora de buscar soluciones juntos y reforzaremos
la confianza mutua.
2. La discreción; hoy, más que nunca, se hace evidente que los
padres debemos profundizar en esta virtud, que no es frecuente en
el ambiente actual. En el Diccionario General de la Lengua
Catalana de Pompeu Fabra, encontramos esta definición de
discreción: ''reserva en las acciones y en las palabras, reserva
del que no hace sino aquello que conviene hacer, de quien no dice
sino aquello que conviene decir, que sabe callar aquello que le ha
estado confiado. ''
Muchos hijos se quejan de que los padres, o bien para
vanagloriarse, o bien para quejarse explican las confidencias que
ellos les han hecho. Ya se ve que este sería un defecto que
influiría en la confianza que nos habrían dado los hijos; nada más
y nada menos sería ''ventilar'' sus emociones; tampoco los hijos
entienden las ironías ni bromas sobre sus ''cosas'', por lo tanto
no conviene decir lo que nos confían y tenemos que considerar que
para ellos aquello es muy importante, aunque a los mayores nos
pareciera de poco valor.
Con la virtud de la discreción nace el discernimiento, para saber
cuando es prudente preguntar, o cuando hace falta esperar para
hacerlo, puesto que hace falta respetar la intimidad del hijo y
tener paciencia para recibir la confidencia. También distinguir el
momento en que es conveniente dar el consejo oportuno. Pienso que
cuando un niño pequeño tiene una pataleta, ¿verdad qué es muy
difícil corregirlo sí nos ponemos a gritar como él y perdemos los
nervios? Con los hijos mayores tenemos que hacer lo mismo, es
sencillamente pasar por alto el momento de ofuscación y buscar el
tiempo para dialogar con calma y serenidad. Una persona discreta
no impone, no coacciona sino que observa y ayuda a mejorar
reconociendo que ella también tiene defectos; por lo tanto, no se
sobresalta por nada, y, con esta comprensión anima a su hijo a la
sinceridad.
Para concluir, podríamos decir que el objetivo de procurar
fijarnos en la sinceridad y la discreción, es ayudar a que haya el
clima de confianza adecuada que haga de los padres buenos amigos
de los hijos, a quienes los hijos pueden explicar sus ideales, sus
problemas, sus alegrías. Empecemos a interesarnos por lo que les
preocupa de bien pequeños y así fundamentaremos la franqueza del
mañana.
Como que la comunicación es la base de unas buenas relaciones
familiares en el próximo capítulo profundizaremos en como hemos de
escuchar, en como mantener un buen diálogo y en algunos errores
frecuentes que pueden malograr la comunicación entre padres y
hijos. Expresamente ilustro siempre estos temas con fotografías
con niños pequeños puesto que creo que los padres que se interesan
por los hijos menudos, también serán capaces de comprender los
cambios de humor y las inquietudes de los hijos adolescentes.
En el capítulo anterior hemos reflexionado sobre dos virtudes
fundamentales, la sinceridad y la discreción; ahora estudiaremos
la mejor manera de llegar a un buen diálogo, que es la base de una
buena convivencia entre padres e hijos.
Es evidente, que para que haya un buen diálogo hay que saber
escuchar y, como siempre, no olvidar que debemos dedicar tiempo.
Es importante la actitud de pensar que nosotros, los padres, no
siempre tenemos toda la razón y que escuchando aprenderemos y
conoceremos con profundidad a nuestros hijos, que no nos abrirán
su corazón si somos dogmáticos, rígidos y poco flexibles. Ya se ve
que, para que haya buena comunicación, es muy importante ir con la
sencillez de quién quiere ayudar, nunca imponer.
Podemos caer en el defecto de pensar que ya sabemos lo que nos
dirán. Saber ya la respuesta porqué creemos que nuestro hijo es de
una determinada manera y no dar posibilidades a nuestro hijo o
hija de expresarse ampliamente y totalmente. Si no los dejamos
explicarse del todo no les damos la oportunidad de mejorar, puesto
que nos faltará la información completa y no sabremos que hacer
para aconsejar.
Enumeraremos algunas cualidades convenientes para llegar a
establecer un buen diálogo, teniendo en cuenta que la primera de
todas será responder a todas las preguntas que nos hagan.
1. No interrumpir y tener mucha paciencia; esto vale por todas las
edades, desde el hijo o hija pequeño que casi no sabe hablar, pero
nos quiere pedir algo, hasta el adolescente que nos quiere
explicar un problema o una alegría y lo hace de una forma
acalorada. Por ejemplo, nos están explicando una cosa y nosotros
nos preocupamos de la forma gramatical que están empleando, más
que del contenido y de los sentimientos del hijo; mal haríamos sí
corrigiéramos la gramática a media explicación porque quizás
''cortaríamos'' la espontaneidad.
2. Mirar a los ojos de nuestro hijo y aprobar afirmativamente con
el gesto para animar y demostrar que nos interesa lo que nos dice;
Con la mirada de los padres se puede demostrar interés y afecto y
descubrir, en la de los hijos, todo su estado d'ánimo.
3. Saber preguntar. Conviene hacer una pregunta de manera positiva
para asegurarnos de que nos enteramos y entendemos lo que nos
dicen; también sirve preguntar para captar el nivel que tienen de
entendimiento del tema que sea, y por lo tanto, adelantar
informaciones sobre sexualidad, diversiones, adicciones, etc...,
aprovechando momentos de ocio y tranquilidad para tener estas
conversaciones y dar criterio.
4. No mirar el reloj. Para los hijos es muy importante que
demostremos un interés real por sus cosas; tenemos buenos momentos
para comunicarnos sí los sabemos aprovechar aunque la experiencia
nos diga, que el ''momento'' del hijo quizás no coincide con el
nuestro. Aquí sí que hay la prueba de amor real: dejar las cosas
propias por el bien del hijo, que nos necesita. Escribe André
Frossard esta frase que nos puede hacer reflexionar: ''Miramos por
la ventana el bullicio la calle y nos olvidamos de alguien que
está a nuestro lado y necesita nuestra compañía''.
La auténtica comunicación se fundamenta en cosas pequeñas de
esfuerzo personal: no mirar un programa de televisión, saber
''apartar'' el periódico, no hacer una salida por la noche para
estar con los hijos... De cara al futuro son más rentables estas
renuncias para que siempre nuestros hijos nos digan la verdad con
claridad y en la familia se viva el clima de confianza adecuado,
que produce serenidad; nunca debe agotarse la paciencia y la
ilusión para saber escuchar.
Éstos consejos sobre comunicación, con más intensidad, puesto que
nuestros hijos tienen vacaciones y están más receptivos por todo
lo que reciben en el hogar; también, el carácter cristiano de
estos días, invita a la paz, a la esperanza y a la alegría que se
vive en familia.
También es muy interesante que visites www.interrogantes.net Tiene
muchos consejos muy buenos sobre relaciones humanas, etc.
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