Me atormenta el pasado de mi novia.

Hola tengo 19 años años y tengo una novia perfecta desde poco más de un año, todo lo que un hombre puede desear pero hay una cosa que me atormenta desde hace tiempo y nos ha traído problemas es que como empezamos siendo amigos nos contamos todo y sus intimidades, pues ella solo "intimo" con un novio nada particular no sostuvieron relaciones pero experimentaron cosas. Ella es mi primera novia y me molesta particularmente eso ya que me hace sentir celos horribles de solo imaginármelo me da rabia me molesto y en ocasiones me deprime incluso a veces estoy con ella y algo me recuerda a eso por cualquier razón me quita las ganas de estar con ella momentáneamente cuando me calmo y lo pienso mejor se que es un problema ya mio en mi cabeza pero es que ya tengo mucho tiempo en esto y no se que hacer a veces siento que para poder salir de esto tendré que "emparejarme" a ella haciendo lo que ella hizo pero no quiero porque es la mujer que amo. Incluso cuando intentamos hacer cosas me recuerdo de que lo hizo con su ex y me corta la nota horrible lo disimulo pero me molesta. No quiero terminar con ella ni nada por el estilo y se que tengo mucha vida por delante y todo pero solo quiero estar bien con ella y poder llevar mi relación en paz. Cuando no pienso en ello estamos de lo mejor somos una pareja envidiable y odiaría arruinar eso. Creo que el problema también recae en que mis amigos podrían consolarme con "... Y debe ser que tu no has hecho nada.?" (en forma de sarcasmo) lo cual es completamente cierto yo no he hecho nada con nadie antes que con ella por lo que no se tal vez tenga como un complejo o algo porque si yo hubiera hecho lo mismo que ella no tendría estos problemas precisamente por lo que me dicen mis amigos estaríamos iguales. Pero como yo se que no es así me perturba.
Quisiera saber si algún consejo que de verdad me ayude me tiene muy molesto esta situación y de veras quisiera escuchar otra opinión gracias .

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1
Lo más importante de una mujer es su cerebro, su personalidad, su
manera de ser. Te paso algunos consejos generales para tener en
cuenta en el noviazgo. Es un poco largo, pero si lo lees te darás
cuenta de que haya válido la pena, pues te aportará una
información de que ahora no dispones. ¡Ánimo y adelante!.
No debes hacerte planes sobre ninguna mujer. No debes construirte
una "película" irreal, en que todos los ingredientes son
pensamientos y suposiciones de felicidad, de que la mujer está
superenamorada de ti etc.; o, por el contrario, que las cosas van
a salir mal, etc. De ese modo vivirías en un sueño que no tiene
nada que ver con la realidad.
Analiza siempre la REALIDAD. Tus sentimientos hacia ella en qué se
basan. ¿Le conoces realmente? ¿Conoces sus puntos fuertes y
defectos? ¿Siente ella lo mismo hacia ti? ¿Cómo crees que ella
piensa sobre ti?, etc.
El amor sensato es realista, es sincero. Se sincero con ella. No
le engañes ni te engañes a ti mismo. (Muchas veces las personas
enamoradas se portan delante de su chica como si no les importara
nada, de forma fría y distante. Lo hacen por vergüenza y por falta
de confianza en sí mismos).
Tú tienes que tener confianza en ti mismo y en los demás. Ni tu
eres superior a ellos ni nadie es superior a ti.
ÁMALA. Demuéstrala que la quieres, que la respetas, que estás bien
a su lado. No te de vergüenza decirle los sentimientos que tienes
hacia ella. Pero, cuidado,
Contrólate. A lo mejor tu estás enamorado totalmente de ella y
ella no lo está de ti. Respeta su libertad. La chica no ha de ser
una posesión tuya, un trofeo, no lo tienes que ganar y someter. Es
una persona libre, que tiene derecho a disfrutar de su libertad y
de su capacidad de elección.
Trátala con RESPETO. Quiérela como también deberías querer a toda
persona con la que trates.
TRÁTALA. Analiza si esa mujer es la que quieres para madre de tus
hijos o es simplemente un enamoramiento basado en su belleza, su
atractivo y cosas pasajeras que no hacen que el amor dure.
Piensa que la belleza no es duradera y es engañosa. Lo importante
en una mujer es su corazón, sus obras. Mira si es: buena, alegre,
optimista, justa, modesta, trabajadora, servicial, solidaria,
humilde, etc. ESE TIPO DE MUJER ES LA QUE TE HARÁ FELIZ.
También si quieres un libro estupendo que te aclarará lo
importante y lo superfluo del noviazgo de Jorge Loring. El amor es
la fuerza que gobierna el universo. Puedes consultar sobre el
padre Loring www.arconet.es/loring. o ver algún video suyo en
www.youtube.com/jorge loring
En concreto, mira en www.spiritusmedia.org/manda6.html y hacia la
mitad viene mucho sobre el noviazgo, las chicOs y demás que te
interesa.
También está muy bien www.interrogantes.net
Un cordial saludo, con mis mejores deseos para tu felicidad.
Te paso lo que escribe Jorge Loring en su libro: "PARA SALVARTE",
sobre el Noviazgo. Puedes encontrar el libro "PARA SALVARTE" en
www.arconet.es/Loring. El es un gran experto sobre el noviazgo,
que ha ido a dar conferencias en España y en muchos países de
Sudamérica. Está muy bien. Es un poco largo pero merece la pena.
Deberías leer un poco cada día y pensar cómo aplicarlo a tu caso
concreto. Verás que te hará mucho bien. Si sigues esos consejos,
serás feliz.
Sobre el noviazgo puede ser interesante mi vídeo: El éxito en el
noviazgo[1] .
   La elección de tu pareja es cosa tuya. Pero debes hacerla con
mucha cautela. No te fíes de los flechazos, que son muy bonitos
para novelas y películas, pero en la vida real poco útiles para
hacer, ellos solos, felices a los hogares. Tampoco te fíes sólo de
tu «vista», que ya sabemos que el amor ciega. Tu madre podría
hacerte en esto un excelente servicio. Ella te conoce mejor que
nadie; y ella, como nadie, desea tu felicidad; y su espíritu
intuitivo verá si la pareja que le presentas podrá hacerte feliz.
   Si dudas del acierto de tu madre, consulta con una persona
seria, competente y desinteresada. Pero no esperes para consultar
al embrujo del amor, pues correrás el peligro de no hacer caso a
nadie. Cuando notes que tu corazón se interesa, examina con
serenidad antes de que pierdas la lucidez. Además de buscar
consejo, debes pedirle mucho a Dios en la oración que te dé
acierto en la elección, pues es muy importante no equivocarse en
una cosa tan transcendental.
   No olvides el proverbio ruso: «Antes de viajar por tierra, ora;
Si es por mar, ora dos veces; y si te vas a casar, ora tres.
Porque en el matrimonio las tempestades y los naufragios son muy
frecuentes».
   «No se construye un hogar sobre la gracia de una sonrisa, sobre
el atractivo de un rostro, sobre la ternura de un instante. Se
construye un hogar sobre todo lo que es esencia misma del yo: los
pensamientos, los deseos, los sueños, las decepciones, las penas,
las esperanzas, las alegrías, las tristezas. El amor implica la
puesta en común de todo eso; por ello las relaciones enderezadas a
consolidar el amor y a preparar la unión indefectible, deben
desarrollarse en ese plan, y exhibir ante el otro ese fondo
secreto de sí mismo, cada uno de cuyos elementos favorecerá o
perjudicará la futura unión»[2] .
   «Durante el estado de enamoramiento quedan notablemente
alteradas las facultades perceptivas y deductivas en todo lo que
se refiere a la persona amada. Los defectos que existan en dichas
personas no se perciben, las cualidades se subliman. La mente ya
no está equilibrada sino profundamente inclinada hacia el objeto
del amor. El enamorado idealiza a la persona amada y la convierte
en el centro de sus aspiraciones. La fascinación que ejerce en ti
la persona idealizada puede ofuscarte y ocultarte la realidad.
Podéis quedar totalmente ciegos para ver datos y circunstancias
que desaconsejan totalmente seguir adelante. La fascinación puede
ser engañosa. El amor de un hombre y una mujer es algo muy serio y
tiene que construirse sobre cimientos muy sólidos. La fascinación
es hermosa, pero pasará pronto. Lo que quedará es la vida. Y esa
vida, si la construís con el corazón y con la razón, puede ser
todavía mucho más hermosa»[3].
   Para casarse, es indispensable amarse; para amarse, es preciso
conocerse; para conocerse, tratarse; para tratarse, primero hay
que encontrarse.
   Muchacha, te aconsejo no dejarte seducir por el cumplimentador
hábil, que te fijes a ti misma las condiciones que debe poseer
aquél que debe hacerte su esposa. Condiciones sin las cuales tú no
aceptarás el compromiso matrimonial. Por orientarte te pongo
algunas: Lo que debes valorar ante todo es el valor personal del
pretendiente.
   Después vienen las demás consideraciones: facha, rango,
fortuna. Estos dones no son despreciables, pero no son esenciales.
Lo esencial reside en el valor humano y cristiano del chico, es
decir, su personalidad. Primero que sea cristiano; cristiano
convencido, práctico. Y si es piadoso, mejor. El matrimonio con un
incrédulo suscitará conflictos de conciencia. Porque después
planteará a los hijos el problema de la fe y las prácticas de
piedad. No basta, pues, que esté bautizado. Bautizados, no
practicantes, llenan las cárceles, y atormentan a sus esposas.
Algunas chicas se han engañado en este aspecto esencial de su
prometido y más tarde su esposo.
   Conscientes éstas de la irreligiosidad de su novio, han ido al
matrimonio, con la ingenua idea de convertirlo. En la mayoría de
los casos, el resultado ha sido nulo, cuando no, fuente de
disgustos profundos para esa joven esposa. Porque después, cuando
esa chica pertenece como esposa al marido frío en materia
religiosa, éste quiere imponer su criterio a la mujer, y vienen
los impedimentos, las dificultades para que esa joven esposa
cumpla sus deberes para con Dios. En ese terreno, y durante las
relaciones, se puede mostrar tolerante y no agresivo; pero después
se manifestará tal cual es, con sus intolerancias, sus
prohibiciones, sus repulsas... Puede suceder que ese pretendiente
que tú sabes un tanto irreligioso, no sea violento en sus
manifestaciones anticristianas. Pero adoptará un tono insinuante,
convincente y persuasivo. Y éste, no es menos peligroso: te
acabará por conquistar en ese terreno. La triste experiencia nos
lo está diciendo. Jóvenes piadosas y buenas, que se unieron en
matrimonio con hombres poco religiosos, o nada practicantes, han
terminado por ser ellas igual. Después de esta faceta importante y
esencial en el joven que admitas como futuro marido, debes tener
testimonio claro de la seriedad y sobriedad del muchacho. Ten
cuidado con los «calaveras»; lo seguirán siendo, porque no te creo
tan ingenua, que pienses, que así por las buenas, y por ti, va a
dejar ese hombre ciertos hábitos que ha adquirido tal vez con
larga experiencia: mujeriego, trasnochador, dado a la bebida, etc.
El uso de las bebidas alcohólicas es uno de los factores más
influyentes en los hogares desgraciados. A la chica le halaga el
verse deseada sexualmente. Esto puede inclinarla a ser
provocativa, pero debe dominarse. La chica provocativa hace daño a
los hombres, pero también a sí misma.
   «La belleza física es, ciertamente, un factor importante y, por
eso, debes cuidarla y realzarla con esmero y naturalidad, aunque
sin exageraciones, extravagancias y descaros. El atractivo sexual
atrae a una parte del hombre, pero vosotras queréis como esposo al
hombre entero. No olvidéis que los hombres podrán buscar cierto
tipo de mujer para divertirse; pero buscan otro muy distinto para
casarse»[4] .
   Más importante que la belleza es el encanto, la simpatía, la
gracia, el estilo, la elegancia, el trato, la sonrisa, los gestos,
la dulzura, la ternura, la amabilidad, la delicadeza, etc. La
belleza femenina atrae a los chicos, pero no es indispensable para
casarse. Los hombres buscan, lo que da realce y valor a la mujer:
Sus encantos, su feminidad y sus virtudes. Las muchachas deben ser
elegantes en su modo de vestir y arreglarse, y ser distinguidas,
alegres, discretas y dulces en todo su modo de ser. No descuides
tu arreglo personal. Pero no quieras conquistar con sólo tu
belleza física. Haz que se enamoren más bien de tus virtudes
espirituales. De una mujer bella puede un marido cansarse; de una
mujer virtuosa jamás se cansará. Tampoco eligen los chicos a las
de carácter autoritario, a las dominantes, a las de tono
dogmatizante, a las de gesto seco y rígido. Buscan el encanto, la
dulzura, la amabilidad.
   «Escúchale cuando él te esté diciendo algo de sí mismo y de sus
cosas. Muéstrale atención e interés. Un comentario, una pregunta
tuya acertada sobre este tema que él está tratando y..., ya está
sintiendo profundamente que tú le comprendes, ya te estás
apoderando de su afecto, de su corazón y de todo él»[5] .
   A un chico recto no le gustan las caprichosas, las mimadas, las
que tienen su cabecita llena de fantasía, cuyo humor cambia a todo
viento: hoy alegres, exuberantes; mañana, deprimidas, pesimistas,
tristes... Y no te olvides nunca de tu preparación para el hogar.
Tu atractivo personal sirve para despertar la inclinación y el
amor hacia ti. Pero para que este amor sea perdurable hacen falta
además otras cosas. El arte de ser madre es difícil y complicado.
Necesita largo aprendizaje.
68,9
   Todo lo que contribuya a tener a tu marido contento fortalecerá
vuestro amor.
   El pudor de la mujer es una de las cosas que más enamoran. Y el
encanto del pudor inmuniza de otros atractivos. El pudor es un
sentimiento íntimo por el cual una mujer dándose cuenta de la
belleza de su cuerpo y del atractivo que ejerce, procura
reservarlo para el día que pueda hacer don completo y total de sí
misma. Por eso el pudor se refleja en el modo de vestir, en los
modales y en todo. El pudor sabe encontrar el equilibrio entre el
ir agradablemente vestida y elegante, y lo que resulta llamativo y
provocativo. Se suele decir que una mujer inteligente enseña sin
enseñar, porque si enseña demasiado, pierde interés lo que enseña.
   En los modales sabe ser delicada y atractiva sin resultar
excitante ni insinuante. El pudor es la gran muralla que defiende
la castidad. Una chica sin pudor empieza con curiosidades
malsanas, lecturas enervantes, se permite tocarse de modo impuro,
se entrega a caricias, besos y abrazos con los chicos, y cuando en
medio del vértigo pierde la noción de lo que hace, viene la caída
fatal que llorará amargamente, y la avergonzará para toda la vida.
   «Todavía se encuentran hoy bastantes muchachas que no se
arrojan en brazos del primer hombre que les gusta, ni creen que
deben acceder en todo a las solicitaciones de los jóvenes.
Afirmémoslo sin ambages: las jóvenes deben permanecer puras hasta
el matrimonio. Las que no aceptan este punto de vista tienen de la
vida y del ser humano una visión parcial y limitada... Si un joven
tiene el sano ideal de casarse con una muchacha virgen,
seguramente no permanecerá indiferente cuando sepa que se le ha
mentido»[6] .
    «También la mujer tiene derecho a la pureza del hombre. Es
cierto que la opinión corriente es completamente diferente; pero
la justicia de una opinión sobre las cuestiones de la vida no debe
medirse por el número de adeptos»[7] . Las cosas no se convierten
en buenas por ser frecuentes.
   Mira lo que escribía una muchacha que había guardado inmaculada
su pureza: «Exigiré que mi futuro marido se haya guardado como yo
misma para nuestro hogar». El mejor regalo de bodas que puede
esperar una persona es la virginidad de la pareja con la que se va
a casar.
   Ahora mis consejos a los chicos.
   Frente a los abusos de tantas parejas, hay que volver a la
caballerosidad respetuosa con la mujer viendo en ella la futura
madre de los hijos, digna de todo cariño, veneración y respeto, y
no tratándola como un trapo viejo que se mancha y luego se tira.
   Que el día que te cases no tengas que avergonzarte de nada de
tu vida pasada.
   Quizás oigas alguna vez de un amigote, que para excusar sus
desvergüenzas te dice: «Hay que probarlo todo». ¡Absurda necedad!
¿Lo hacemos así con las enfermedades y los venenos? Al que te diga
eso dale raticida para que se lo tome. A ver qué contesta. Pues
tampoco se puede probar lo que está prohibido. Además, ¿te
gustaría que quien te ha de pertenecer para siempre, antes de
conocerte, «ya lo hubiera probado todo»? No, ¿verdad? Haces muy
bien en pensar así: una mujer lujuriosa te atormentará de celos.
   Acuérdate de tu madre. Tu novia ha de ser la madre de tus
hijos. Acuérdate de tus hermanas y de tus futuras hijas. Trata a
tu novia hoy como te gustaría que los demás las traten a ellas. No
exijas de tu novia, con instintos brutales, lo que su virtud, su
pudor y su conciencia no te pueden ahora conceder. Una mujer
amante de su honra defiende fieramente su pureza hasta en los más
mínimos detalles. No quieras tratar a tu novia como a una de esas
desgraciadas que venden su cuerpo. ¿Elegirías entre éstas a la
madre de tus hijos? Un hombre, como Dios manda, se avergüenza de
que su novia sea una prostituta.
   Y a una mujer decente la humilla y avergüenza el verse tratada
como una tal. Lo que a ella le ilusiona es un amor muy superior:
El que culmina en un hogar y en unos hijos. Lo que la mujer espera
del hombre es admiración, estima, respeto, veneración, protección.
Pero estrujarla para saciar los instintos zoológicos, no es de
hombre, sino de bestia. Y lo lógico es que la mujer se enamore de
un hombre, no de un animal.
   Por eso algunas novias llegan a desilusionarse de su novio y
hasta sentir asco por aquel hombre que decía que la quería tanto
que tuvo que arrollar su pudor. En cambio sienten sincero amor
para con el hombre que tuvo para ella admiración y respeto.
   Respeta a tu novia como quieres que se respete a tu madre. Los
sacrificios que por el bien de ella te impongas, son prueba de que
tu amor es verdadero. Si quieres a tu novia de verdad, debes
querer su bien antes que tu gusto. Eso es amarla. Subordinar su
honra y su conciencia a tu pasión, no es amor: es egoísmo.
   Hay caricias que conducen al acto sexual. Deben evitarse
aquellas que ponen en marcha el aparato genital. Evidentemente que
no todos tenemos el mismo temperamento, ni reaccionamos de la
misma manera. Ni siquiera para nosotros mismos todos los momentos
son iguales. Lo que en otro momento, o a otra persona, puede dejar
indiferente, para mí, ahora, puede resultar peligroso.
   Un chico que quiere a una chica, en lugar de hundirla,
rebajarla, profanarla, instrumentalizarla, denigrarla, mancharla
con los deseos de su instinto, procura por encima de sus
apetencias elevarla, dignificarla, sublimarla. Se preocupa de que
sea más piadosa, mejore su formación tanto religiosa como de
carácter, voluntad, etc. Es decir, busca siempre lo que a ella la
engrandece, nunca lo que la envilece.
   Cuando tu novia se niegue a tus peticiones bestiales, no
atormentes su cariño con frases como ésta: «es que no me quieres».
Todo lo contrario. Porque te quiere, no quiere que manches tu alma
con un pecado. Con su resistencia firme y entera te dice: «te
quiero tanto y tengo tantas ganas de casarme contigo, que no
quiero cometer ningún pecado, para que Dios nos bendiga y podamos
llegar un día a unirnos para siempre en el altar».
   Mucho cuidado con las mujeres que tratas. Si tu novia es de
moralidad dudosa, aunque tú no quieras, ella te hará caer.
   Que tu novia no sea para ti fuente de pecados. Tu novia debe
ayudarte a ser mejor. Que su recuerdo te proteja de envilecerte
moralmente. Su pureza y su virtud deben ser un estímulo para
mejorarte, para hacerte digno de ella.
   La desvergüenza de algunas mujeres ha llegado a tal extremo que
es posible que tu actitud irreprochable en toda esta materia
provoque en ellas risitas y bromas de mal gusto. Es lástima que
las pobres hayan descendido tanto. Peor para ellas. Pero a ti, ¿
qué más te da? «Ésas» no te sirven para nada. En cambio la
rectitud de tu conducta te conseguirá la estima de las buenas, que
son las únicas que te interesan para buscar entre ellas la madre
de tus hijos.
   Si ves que tu novia no es mala, pero es una chica frívola y
ligera, que se ha dejado impresionar por el cine, y un día se pone
insinuante..., dile: «No esperaba eso de ti. Me has desilusionado.
Yo te tenía por una chica digna, y veo que eres como todas..., una
chica de la calle». Estas palabras han hecho derramar lágrimas a
una chica y cambiar radicalmente su conducta.
   «La castidad es el arma que tiene el joven (o la joven) para
ver si es realmente amado por su novio / a.
    »Esto por varias razones:
   »-Porque si realmente uno ama al otro no lo llevaría al pecado
sabiendo que lo degrada ante Dios, le hace perder la gracia y lo
expone a la condenación eterna.
   » -Porque es la única forma que tiene un joven o una joven de
demostrar verdaderamente que quiere reservarse exclusivamente para
quien habrá de ser su cónyuge.
   »En efecto, al no aceptar tener relaciones con su novio/a, con
quien más expuesto a tentaciones está, menos probable es que lo
haga con otro. En cambio, si lo hacen entre sí sabiendo que esto
puede llevarlos a un matrimonio apurado o a cierta infamia social,
¿Qué garantiza que no lo haga también con otros u otras con
quienes no tiene compromiso alguno?
   »El no consentir en las relaciones prematrimoniales es un signo
de fidelidad; lo contrario puede ser indicio de infidelidad.
   »-Finalmente, porque el hacer respetar la propia castidad es el
arma para saberse verdaderamente amado.
   »En efecto, si la novia solicitada por su novio (o al revés) se
niega a tener relaciones por motivos de virtud, pueden ocurrir dos
cosas: o bien que su novio respete su decisión y comparta su deseo
de castidad, lo cual será la mejor garantía de que él respeta
ahora su libertad y por tanto, la seguridad de que la seguirá
respetando en el matrimonio; o bien que la amenace con dejarla (y
que tal vez lo haga), lo cual solucionará de antemano un futuro
fracaso matrimonial, porque si el novio amenaza a su novia (o
viceversa) porque ella o él deciden ser virtuosos, quiere decir
que el noviazgo se ha fundado sobre el placer y no sobre la
virtud, y éste es el terreno sobre el que se edifican todos los
matrimonios que terminan desmoronándose.
   »Además, la castidad es fundamental para la educación del
carácter.
   »El joven o la joven que llegan al noviazgo y se encaminan al
matrimonio no pueden eludir la obligación de ayudar a su futuro
cónyuge a educar su carácter.
   »La maduración psicológica es un trabajo de toda la vida.
Consiste en forjar una voluntad capaz de aferrarse al bien a pesar
de las grandes dificultades.
   »Así como los padres se preocupan de ayudar a sus hijos a
lograr esta maduración, también el novio debe ayudar a su novia (y
viceversa), y el esposo a su esposa.
   »El trabajo sobre la castidad es esencial para ello; porque es
una de las principales fuentes de tentaciones para el hombre;
Consecuentemente es uno de los principales terrenos donde se
ejercita el dominio de sí .
   »Quien no trabaja en esto no sólo es un impuro sino que puede
llegar a ser un hombre o una mujer despersonalizados, sin carácter
. Y así como no tiene dominio sobre sí en el terreno de la
castidad, tampoco lo tendrá en otros campos de la psicología
humana.
   »El que tiene el hábito de responder a las tentaciones contra
la pureza cometiendo actos impuros, responderá a las tentaciones
contra la paciencia golpeando a su esposa e hijos, responderá a
las dificultades de la vida deprimiéndose, responderá a la
tentación de codicia robando y faltando a la justicia, y
responderá a la tentación contra la esperanza suicidándose.
   »La castidad es esencial porque la verdadera felicidad está
fundada sobre la virtud.
   »Ahora bien, las virtudes guardan conexión entre sí. No se
puede, por tanto, esperar que se vivan las demás virtudes propias
del noviazgo y del matrimonio si no se vive la castidad. Si no se
vive la castidad, ¿por qué habría de vivirse la fidelidad, la
abnegación, el sacrificio, el compañerismo, la esperanza, la
confianza, el apoyo, etc?
   »La castidad no es la más difícil de las virtudes; al menos no
siempre es más difícil que la humildad o la paciencia cuando la
intimidad matrimonial empieza a mostrar los defectos del cónyuge
que no se veían en el idilio del noviazgo. Por eso la guarda de la
pureza es garantía de que se está dispuesto a adquirir las demás
virtudes.
   »Podemos concluir: el amor que no sabe esperar no es amor; el
amor que no se sacrifica no es amor; el amor que no es virtud no
es amor»[8] .
   Respeta a tu novia, aunque ella no sepa hacerse respetar, ni
defender, con su pudor, el tesoro de su pureza.
   Es muy fácil decir: «No me importa lo que hayas sido en el
pasado». Lo difícil es decirlo de verdad.
   Me dijo uno: «Yo muchas veces afirmé que no me hubiera
importado casarme con una cualquiera, prescindiendo de su vida
pasada. Pero lo decía mintiéndome a mí mismo. Por dentro yo tenía
mi ideal de mujer. Lo que pasa es que pensaba que de ésas ya no
había, que era un ideal inalcanzable. Por eso, cuando he
encontrado a esta chica, que es un ángel, me he ilusionado de tal
manera, que me parece que he empezado otra vida».
   La afirmación «no me importa lo que haya sido tu vida anterior»
Debe incluir esta otra: «ni me importa lo que vayas a ser en el
futuro».
   Pero eso es más difícil, pues a ningún hombre le hace gracia
que su mujer le engañe con otro.
   Es verdad que una mujer puede arrepentirse de su pasado y
cambiar. Santa María Magdalena fue prostituta y después llegó a
santa. Pero esto es tan extraordinariamente excepcional, que
confiar en una cosa así es muy arriesgado.
   Si alguien dice que no le importa la infidelidad de su cónyuge,
es porque ha dejado de amar. Precisamente la diferencia entre amor
y amistad es que al amigo no le importa compartir con otros a su
amigo; pero el amante quiere en exclusiva la persona amada.
   Pues bien, si para casarte quieres una mujer decente, ayuda a
las chicas a que sean decentes. ¿Por qué una chica que quiere ser
decente tiene que luchar tanto contra los chicos que la acosan
para que ella ceda? Me decía una chica: «Padre, ¡Qué asco! Todos
los chicos vienen a lo mismo. Y si no te dejas, no les interesas».
¡Qué triste es que las chicas tengan ese concepto de los chicos!
   Demuestra tú, con tu conducta, que no eres de ésos. Que tú,
porque estimas a la mujer decente, quieres ayudar a todas a que
sean decentes. Si los chicos, con vuestra conducta, mostraseis que
preferís las puras y decentes, ellas, sin duda, cambiarían. Pero
como muchos chicos han preferido las libres, para poder abusar de
ellas, las chicas se han creído que para casarse tienen que ser
libres, y ahora buscáis una chica decente y os cuesta trabajo
encontrarla.
   Sin embargo, mientras no la encuentres, no te eches una novia.
   La felicidad futura de tu hogar no depende ni de la cara, ni
del tipo de tu novia; sino de su carácter, de su virtud y de su
espíritu cristiano.
   Del mismo modo que una belleza inexpresiva y sosa acaba por
cansar, una belleza sin virtud acaba siendo aborrecida.
   Busca una novia que te guste. Pero no te dejes encandilar por
la «fachada», que es pasajera; y si no está sostenida por las
virtudes del espíritu, pronto te cansará y perderá para ti todo su
atractivo. Aprende a enamorarte del carácter y de las virtudes del
alma, que son estables, y son realmente las que hacen digna de
estima a una persona. Aprende a estimar más los dones del alma que
los del cuerpo.
   Puedes casarte con una «estrella» de la pantalla y ser un
desgraciado, como tantos divorciados del cine.
   En cambio, si te casas con una mujer amable, dócil, servicial,
sacrificada, generosa, limpia, discreta, honrada, virtuosa, dulce,
femenina, habilidosa, delicada, de buen corazón, que sepa llevar
una casa y sea capaz de criar y educar los hijos y, sobre todo,
muy cristiana, te profetizo un matrimonio feliz.
   En cambio si es una mujer sin moral y sin conciencia, no sabes
hasta dónde puede llegar. Tras un exterior muy atractivo, cara
preciosa y tipo espléndido, muchas veces se encuentra un espíritu
de frivolidad y coquetería, que no es precisamente la mejor
garantía para que tu matrimonio sea feliz.
   Por eso vale poco el enamorarse del cuerpo, que es amor sexual.
Y en cambio hay tantas garantías de éxito en el amor del alma, que
es espiritual.
   Si tu novia es frívola y ligera, vivirás amargado de sospechas
y celos.
   No te vaya a ocurrir lo de aquel desgraciado que a los dos
meses de la boda se vio abandonado por su bellísima mujer. ¡Había
encontrado un partido mejor que su marido!
   Cuando salgas con tu novia aprovecha todas las ocasiones para
estudiar su carácter y modo de ser. ¿Has examinado si le gustan
los niños, si los acaricia, si goza con ellos; o por el contrario
le ponen de mal humor? ¿Es trabajadora y sacrificada, o sólo
piensa en divertirse? ¿Sabe cocinar y coser? ¿Sabe llevar una
casa, o lo único que sabe es bailar mucho y coquetear con el
primero que se le acerca? Si no atiendes ahora a todas estas
cosas, es muy posible que después de casado te lleves un gran
desengaño.
   Es muy importante que los novios se conozcan muy bien antes de
casarse. Puede una chica tener un gran atractivo corporal, ser muy
simpática y desenvolverse con soltura en la vida social, y sin
embargo tener defectos que van a hacer sufrir mucho a su marido.
Por eso las relaciones deben durar por lo menos de un año a dos.
En menos tiempo es muy difícil llegar a conocerse bien y es
posible que después de casados aparezcan defectos insospechados
que pongan en peligro la felicidad matrimonial.
   Ten en cuenta que después de casado apreciarás de distinta
manera muchas cosas que atraen ahora tus ojos de soltero, y que
entonces querrás en tu mujer virtudes que en el noviazgo no
echaste de menos.
   Si quieres a tu novia sólo por sensualidad, ese amor será
pasajero. A los pocos años de casados ya no os amaréis; a lo más,
os soportaréis. En vida de tu mujer serás un viudo del corazón.
   Cuando elijas a tu novia, piensa que no la eliges sólo para la
luna de miel, sino para diez, veinte, treinta años..., ¡Para toda
la vida! En tu novia, más que a la «mujer», busca el «ángel» que
haga de tu futuro hogar un pedazo de cielo.
   Conozco una pareja muy feliz que se conocieron por coincidir
todas las mañanas al ir a misa. Si te enamoras de una chica
sinceramente piadosa, tienes mucho adelantado. Y te digo
sinceramente piadosa, porque también las hay que unen algunas
prácticas de piedad a un proceder, modo de vestir, etc., impropios
de la vida espiritual que parecen tener. Esas chicas de piedad
superficial tampoco ofrecen garantías suficientes. Los principios
cristianos y la rectitud moral deben ser algo muy firme.
   Muchas veces he oído quejas de que hoy día las chicas se han
echado a perder, que una chica para divertirse se encuentra
fácilmente, pero que una chica capaz de hacer feliz un hogar...,
de ésas no se encuentran.
   ¿Y quién tiene la culpa de esto? Ciertamente que muchas chicas,
influenciadas por el cine, han perdido el recato y el pudor, que
es su mayor atractivo. Pero, ¿no tenemos los hombres nuestra culpa
en este «descenso» del pudor femenino?
   Las chicas buenas también se quejan de que los chicos prefieren
las ligeras, las frívolas, las coquetas, las frescas... Como ellas
quieren gustar, si ven que las que tienen éxito fácil son las
frescas, ellas se dejan ir por la cuesta abajo. Si los chicos
mostraseis claramente que preferís las buenas, las piadosas, las
trabajadoras y sacrificadas, las que rezuman pureza, las chicas
mejorarían.
   Es enorme el bien que haríais a las chicas, si ellas vieran que
preferís las buenas; y es enorme el daño que las hacéis, si ellas
ven que preferís las frescas.
   Sería éste un excelente apostolado: moralizar a las chicas,
mostrando más estima por las que son más virtuosas.
   Por otra parte, has de saber que las chicas tienen la misma
queja de vosotros. Algunos chicos, influenciados por las chicas
frescas, creen que para resultar más varoniles e interesantes
tienen que mostrarse atrevidos, y esto hace que las chicas buenas
-Las que necesitáis para el matrimonio- al veros así, no se fíen
de vosotros y no se decidan.
   De modo que las chicas se hacen frescas para gustar más a los
chicos, y los chicos se muestran atrevidos para parecer más
interesantes; y después resulta que ni a los chicos os gustan las
chicas frescas, ni a las chicas buenas les gustan los chicos
atrevidos. ¡Vaya un papel que estáis haciendo! ¿No sería mil veces
mejor que todos reconocieseis que lo más digno de estima es la
virtud, y obraseis en consecuencia?
   Cuando hayas encontrado una chica virtuosa que pueda ser la
madre de tus hijos, toma el noviazgo con toda la seriedad que Dios
manda. Dios quiere que el que no siente su voz para un estado más
alto y más grande, como es la vida consagrada a Dios, y va a
casarse, a su tiempo -pues la fruta que se toma antes de su tiempo
se indigesta- se busque una novia; pues los futuros esposos deben
conocerse muy bien antes de ir al matrimonio.
   La psicología del chico es distinta de la de la chica. Al
hombre le cautiva la belleza, la delicadeza y la ternura de la
mujer. A ella la fuerza, el valor y la decisión del hombre.
   En él la atracción hacia el otro sexo es más carnal; en ella es
más sentimental. No es raro que un chico sienta atracción sexual
sin amor, y una chica amor sin tener deseos sexuales.
   Lo contrario es menos frecuente.
    Las mujeres suelen preferir los hombres interesantes más que
los hombres guapos.
   68,10. El cine ha hecho que la juventud, sin cabeza, sienta
idolatría por la belleza física, y así resulta que esa muchachita
de «tipo estupendo», después de casada sale caprichosa,
insoportable; y también aquel chico que enamoraba con locura a las
niñas tontas porque se parecía a cierto artista de cine, después
de casado sale con un genio insufrible.
   Los dos son maravillosos para verlos en la pantalla. Pero el
matrimonio no es una película de cine, sino una vida que dura
muchos años, y con muchos sufrimientos, malos ratos, penas y
amarguras.
   También con sus ratos de felicidad. Pero desgraciadamente, no
todo es felicidad.
   Si la juventud se preparara para el matrimonio como Dios manda,
tendríamos muchos más matrimonios felices.
   El tiempo del noviazgo es para conocerse mutuamente, para
amarse rectamente.
   El noviazgo es querido por Dios, pues Dios ha hecho el
matrimonio indisoluble, y esa persona a la que vas a unirte para
toda la vida, debes conocerla bien antes de casarte con ella. Por
lo tanto, es natural - y así lo quiere Dios- que durante cierto
tiempo tengáis más confianza entre vosotros y un trato más íntimo
para conoceros mejor.
   Pero debéis ser muy discretos en las manifestaciones de amor,
si no queréis manchar vuestras relaciones. No podéis permitirle a
vuestro cariño muchas de las cosas que él os pide con fuerza. Es
necesario que aprendáis a llevar vuestro noviazgo con la
austeridad que exige el Evangelio. Es muy importante que os
propongáis firmemente llevar vuestro noviazgo en gracia de Dios.
Eso será atesorar bendiciones de Dios para el matrimonio. En
cambio, si sembráis de pecados el camino del matrimonio, ¿podréis
esperar con confianza que Dios os bendiga después? ¡Cuántos
matrimonios lloran los pecados que cometieron de solteros!
   Si el noviazgo es para un conocimiento mutuo, se impone también
como necesidad imperiosa la sinceridad. No deben existir
repliegues ni restricciones mentales. Debe hablarse mucho sobre
todas las cuestiones, y confiarse mutuamente los problemas para
buscar juntos una solución.
   Es, por desgracia, demasiado frecuente, que los novios
mantengan el uno con respecto al otro, una postura totalmente
falsa. Y es triste que, a veces, esa falsedad dé al traste con la
íntima compenetración que debe regir el matrimonio. Los novios van
al altar, muchas veces, engañados. No se conocen. El engañar
siempre es malo. Los novios deben ser francos, transparentes el
uno para el otro.
   El amor necesita admiración. Para ver si sientes admiración
podrías preguntarte, ¿me gustaría tener un hijo así? No se trata
de con menos o más nariz, sino de ese modo de ser, cualidades,
etc.
    Los novios deben ayudarse a conocerse mutuamente, tanto en las
virtudes como en los defectos. Cada uno debe esforzarse en
corregirse de sus defectos y en adquirir las virtudes que el otro
desea ver en él.
   Deben ver si armonizan en el carácter, gustos, puntos de vista,
modo de ser, educación y costumbres; si tienen las mismas ideas
sobre religión, vida de piedad, frecuencia de sacramentos, etc...
   Deben ponerse de acuerdo en todos los problemas fundamentales.
   Si en el noviazgo hay discrepancias sobre esto, en el
matrimonio habrá disgustos muy graves. Ya dijo Saint-Exupery:
«Amar no es mirarse uno al otro, sino mirar juntos en la misma
dirección»; es decir, tener los dos los mismos ideales.
   Y, desde luego, las faltas de armonía y defectos de carácter,
es necesario compensarlos con espíritu de mortificación y
tolerancia por una parte - siempre que no se trate de cosas
ofensivas a Dios- y deseo eficaz de corregirse por la otra. Nadie
es perfecto en este mundo; pero todos debemos tener deseos de
superación. El esfuerzo mutuo de adaptación es una de las mayores
alegrías de la vida conyugal.
   Evidentemente que en esta armonía hay grados; pero cuanto mayor
sea la armonía, más probabilidades hay para un matrimonio feliz.
El ideal sería que esta armonía llegara incluso a detalles como
gustos, aficiones, diversiones, hábitos de vida, educación, aseo,
orden, modales, lenguaje, etc., etc.
   El ideal es que los dos sean de ambientes familiares y
culturales similares. No por clasismo; sino por armonía. Un
notable desnivel de educación, higiene, costumbres, etc., con el
tiempo, ocasiona roces que enfrían el amor.
   Hay una porción de imponderables de educación, higiene, etc.,
que pueden convertirse en espinas muy desagradables y, con el
tiempo, realmente insufribles. Hay personas a quienes se les hace
durísimo disminuir de categoría social.
   «En general las diferencias de formación y de posición social
son obstáculos que impiden llegar en el matrimonio a una completa
unión. La igualdad en las costumbres, resultado de haberse formado
en un ambiente parecido, constituye el sólido cimiento de una
buena armonía en la vida de cada día; mientras que la
disconformidad de las costumbres y una gran divergencia en el
grado de cultura pueden actuar como fuerzas disgregadoras.
   »Cuando el estilo de vida difiere ampliamente por proceder los
esposos de mundos sociales distintos se va minando poco a poco la
solidez del matrimonio. No negamos que ambos esposos puedan ser
felices si manda en ellos el corazón, pero con el tiempo nada
tiene de extraño que llegue a ser desagradable comer en la misma
mesa con una persona cuya educación es discordante con la propia.
Pequeñas, pero numerosas diferencias ponen a prueba los nervios
de la persona más equilibrada.
   »Para que el hogar sea agradable es necesario cierto grado de
educación. Pero si uno de los dos no la tiene, es mejor que
tampoco la tenga el otro»[9] .
   «El amor vence a la muerte; pero un pequeño defecto
desagradable, a la larga, puede vencer al amor»[10].
   ¿De qué sirve un atractivo corporal si esa persona es egoísta,
interesada, soberbia, irascible, rencorosa, vengativa, agresiva,
cruel, peleona, chismosa, intrigante, maquinadora, displicente,
despectiva, hipócrita, falsa, cínica, astuta, posesiva, ambiciosa,
derrochadora, dominante, absorbente, autoritaria, impositiva,
mandona, insolente, protestona eterna, que se queja de todo,
creída, caprichosa, testaruda, arisca, engreída, inmadura,
desequilibrada, frívola, ligera, superficial, comodona, lujuriosa,
alcohólica, etc. etc.?
   Cualquiera de estos defectos anula una belleza corporal. Por
otra parte, es fácil encontrar atractivo espiritual en una persona
virtuosa.
   El carácter ideal es una personalidad comunicativa y amable, un
temperamento jovial, una alegría contagiosa, un modo de ser
bondadoso y sincero, generoso, amable, cordial, con deseos de
hacer el bien a los demás. Con una persona así la convivencia es
deliciosa.
   «Hay otro dato que podrá no ser decisivo ni principal, pero con
el que no está mal que contéis desde los primeros días del
noviazgo: que no sólo os vais a casar vosotros dos, sino también
un poco con sus padres y familiares. Repetimos que éstos rara vez
deberán suponer un motivo fundamental en vuestra decisión, pero no
está mal que ya desde el noviazgo, sepáis que vais a tener que
afrontar esta circunstancia.
   «Cuantas menos sorpresas se lleve uno en la vida matrimonial
tanto mejor»[11].
   68,11. «Sería de desear que el examen médico prenupcial pasase
a ser costumbre general»[12]. En muchos países ya es obligatorio,
hasta el punto de que no se concede la licencia matrimonial sin la
presentación del certificado médico.
   «El consejo del médico es el único que puede impedir
matrimonios inconvenientes para la salud de los cónyuges, de la
prole y de la raza»[13] .
   Todos deberían llevar en su tarjeta de identidad su grupo
sanguíneo y su factor Rh. «Todo matrimonio debe conocer el grupo
sanguíneo al que pertenece, e investigar el factor Rh
correspondiente a cada uno de los contrayentes. Se calcula que más
del medio millón de subnormales que hay en España proceden de la
ignorancia de esta incompatibilidad por Rh, y la falta
subsiguiente de tratamiento adecuado cuando se presenta el
embarazo»[14] .
   Sólo hay problema si el padre es Rh+ y la madre Rh-. Suele ser
el uno por mil de los casos. Es muy importante que las chicas
conozcan el factor Rh de su sangre, pues si lo tiene negativo es
peligroso mezclar su sangre con un Rh positivo: puede tener los
hijos subnormales o muertos. Si el hijo sale Rh positivo, durante
el embarazo la sangre de la madre destruye los glóbulos rojos de
la sangre del hijo, lo cual produce una intensa anemia que puede
llevarle a la subnormalidad o a la muerte. Esto ocurre a partir
del segundo hijo. En 1960 se descubrió una globulina que ha sido
una buena solución. Se trata de una inyección intramuscular de
5cc. Hay que abstenerse de otro embarazo durante seis meses. La
inyección debe repetirse después de cada nuevo hijo que salga con
Rh positivo y de cada aborto[15] .
   68,12. Hoy hay una corriente feminista defensora de los
derechos de la mujer. La defensa de los derechos de la mujer
comenzó cuando San Pablo mandó a los maridos que amen a sus
mujeres. Esto era algo inaudito en un mundo en que la mujer no era
nada. Incluso algunos filósofos de aquel tiempo dudaban de que la
mujer tuviera alma.
   En la era pagana la mujer no tenía los mismos derechos que el
hombre. Fue el cristianismo el que elevó la mujer de su estado de
ignominia haciéndola la reina, festejada, admirada y amada; pues
la misión de madre es la más gloriosa de la vida.
   Bernabé Tierno reconoce que «fue el cristianismo el que de
manera más directa contribuyó a devolver a la mujer toda su
dignidad y derechos de igualdad con el hombre»[16] .Una cosa es la
igualdad de derechos ante la ley del hombre y de la mujer, lo cual
es justo; y otra que la mujer se ponga a imitar en todo al hombre,
perdiendo sus características femeninas que tanto la enriquecen.
«Feminismo es aquella cualidad de la mujer por la cual ella se
hace atractiva y agradable, y hace agradable y atractivo todo
cuanto la rodea»[17]. Pretender hacer de la mujer otro hombre es
una equivocación. La mujer tiene sus cualidades específicas que no
debe perder, y deben ser para ella de gran valor. La familia es el
fundamento de la sociedad, y sin verdaderas mujeres no es posible
la familia.
   A propósito de la igualdad de derechos de hombres y mujeres,
con frecuencia se oye añadir el femenino detrás del masculino:
Alumnos y alumnas, trabajadores y trabajadoras, cantores y
cantoras, etc. Esto es necesario cuando el masculino no incluye el
femenino: señoras y señores, actores y actrices, poetas y
poetisas, etc. Pero generalmente es innecesario, pues en
castellano el masculino incluye el femenino. «Todos» incluye
«Todas». «Todos los hombres» incluye también a «todas las
mujeres», pues se refiere a la humanidad entera. En cambio «todas
las mujeres» no incluye a «todos los hombres». «Los padres
católicos» incluye también a las madres.
   Pero cuando se habla de «las madres solteras» no se incluye a
los padres.
   Cuando en la misa se dice que Jesucristo redimió a todos los
hombres, no excluye a las mujeres. En cambio, cuando se habla de
las mujeres que abortan, se habla de las madres abortistas, no de
los médicos abortistas. Así es el modo correcto de hablar: el
masculino incluye el femenino, pero no viceversa.
   El feminismo que reivindica los mismos derechos para la mujer
que para el hombre ante la ley, es normal y sano, pues hombre y
mujer tienen la misma dignidad como persona humana[18] . Delante
de Dios no hay distinción entre hombre y mujer[19] . Pero hay otro
feminismo revanchista que resulta ridículo. Hay mujeres feministas
que quieren ocupar el sitio del hombre en todo. Y algunas
lesbianas hasta en el uso del sexo. Las lesbianas suelen ser
feministas revanchistas. La mujer debe ser mujer. El querer ser
como el hombre es una equivocación, pues es considerarse inferior
al hombre. Y la mujer no es inferior al hombre, es diferente, que
no es lo mismo. El hombre y la mujer son distintos en su cuerpo y
en su psicología. Dice la Biblia que Dios «los creó hombre y
mujer»[20] . No «unisex». La feminidad es un gran valor para la
mujer.
   José María García Escudero, hablando de Lilí Álvarez, que
acababa de morir, aquella gran mujer que triunfó como deportista
(Tenis, motorismo, esquí, etc) y como escritora católica,
defensora de los derechos de la mujer, dice de ella que fue una
gran feminista, pero que combatió en «marimachismo», pues lo que
engrandece a la mujer es ser muy femenina, no el masculinizarse
[21] .
   Recientemente ha nacido un nuevo feminismo.
   Janne Haaland Matlary, secretaria de Estado para Asuntos
Exteriores de Noruega afirma que la mayoría de las mujeres son
madres o desean serlo. Tiene cuatro hijos, cuyas edades oscilan
entre los 12 y los 7 años y es catedrática de la Facultad de
Ciencias Políticas de la Universidad de Oslo. En 1995, participó
como miembro de la delegación de la Santa Sede en las Conferencias
organizadas por las Naciones Unidas en Copenhague (sobre el
desarrollo social) y en Pekín (sobre la mujer).
   Ahora, Janne acaba de publicar un libro en Italia, «Tiempo de
florecer. Por un nuevo feminismo» (Mondadori), que está llamado a
convertirse en una especie de manifiesto del feminismo, en el que
se declara que ha llegado la hora de que florezcan «las cualidades
femeninas» en todos los campos de la vida personal y social y «en
todo rincón de la tierra».
    «El feminismo de los años setenta tendía a la negación de la
maternidad y a la imitación de los hombres. Esto ha impedido, de
hecho, todo desarrollo de las cualidades y de las contribuciones
femeninas, así como la aplicación de políticas capaces de ayudar
verdaderamente a las mujeres».
   Dice Matlary que hay que ir a las raíces, de la cuestión, es
decir, «hay que reconocer que los hombres y las mujeres son muy
diferentes, tienen talentos diferentes. Además, la mayoría de las
mujeres son madres o quieren serlo.
   El desafío consiste en crear una igualdad que tenga en cuenta
estas diferencias».
   Según Matlary, las políticas al servicio de la mujer deberían
«Garantizar una adecuada pausa de trabajo por maternidad,
retribuida y lo suficientemente larga como para evitar el "doble
trabajo". Pero, al mismo tiempo, es fundamental una pausa de
trabajo para los padres. Pues aquí la mujer no es la única que
está en juego, sino toda la familia. Y hay que valorar y reconocer
el trabajo que se realiza dentro de toda la familia.. Por tanto,
se requieren medidas de flexibilidad económica y de políticas
sociales especiales. Por ejemplo, el año pasado aprobamos una ley
que permite a las familias escoger entre la guardería pública y el
cuidado de los niños en la propia casa. En la práctica, a las
mujeres que se quieren quedar en casa se les ofrece la misma
cantidad que paga el Estado a la guardería por cada niño, unos 6
mil dólares al año»[22].
   Así opina Juan Pablo ll: «A menudo es penalizado, más que
gratificado, el don de la maternidad, al que la humanidad debe su
supervivencia. Ciertamente que aún queda mucho por hacer para que
el ser mujer y madre no comporte una discriminación. Es urgente
alcanzar, en todas partes, la efectiva igualdad de los derechos de
la persona y, por tanto, igualdad de salario respecto a igualdad
de trabajo, y tutela de la trabajadora-madre»[23]. También dice en
su documento de agosto del 88, Mulieris Dignitatem[24], la mujer
no puede convertirse en objeto de placer y explotación, pero
tampoco debe invadir el terreno propio del hombre,
masculinizándose y apropiándose de las características masculinas,
y haciéndose un marimacho.
   «La igualdad de derechos de la mujer y el hombre no debe
consistir en su masculinización, en deterioro de los auténticos
valores femeninos». La identidad de la mujer no puede consistir en
ser una copia del hombre; puesto que ella está dotada de
cualidades y prerrogativas propias, que le confieren una
personalidad autónoma, que siempre se ha de promover y
alentar»[25]
   La mujer debe ser femenina, y el hombre masculino. Cada uno
tiene su tarea en la vida, en la reproducción humana y en el
servicio de la Iglesia, etc. La igualdad de derechos de la mujer y
el hombre tiene aspectos muy razonables. No se ve por qué una
mujer que realiza el mismo trabajo que el hombre y con la misma
perfección, no va a tener el mismo sueldo. Afortunadamente esta
discriminación se va acabando.
   Pero hay cosas en que el hombre y la mujer son distintos. El
mismo cuerpo humano demuestra la distinta misión específica de
cada uno. El hombre tiene los hombros más anchos que la mujer,
pues está hecho para la fuerza. En cambio la mujer tiene las
caderas más anchas que el hombre, pues está hecha para la
maternidad. La igualdad de derechos es lógica ante la ley. En
teoría, todos los seres humanos, hombres y mujeres, pueden ser
jueces, médicos o taxistas. Pero sólo las mujeres pueden dar a luz
un hijo. Y esto por biología y por naturaleza. Porque Dios lo ha
hecho así.
    Por eso el hombre y la mujer son distintos corporal y
psicológicamente. Negar esto es un desconocimiento de la
psicología humana. Las feministas quieren ser en todo como los
hombres. Esto es una equivocación. Y además, con esto, demuestran
su complejo de inferioridad. Por eso quieren ser como los hombres.
La mujer no es inferior al hombre. Es distinta. Es evidente que
hay cosas más propias del hombre, y otras para las que la mujer
está más capacitada. Ignorar las diferencias entre el hombre y la
mujer demuestra un desconocimiento total de psicología.
   Ordinariamente, y en igualdad de circunstancias, prevalece:
   En el hombre en la
Mujer
   La razón ... ... ... ... El
Sentimiento.
   La reflexión... ... ... ... La
Intuición.
   Las ideas... ... ... ... Las
Personas.
   La lógica ... ... ... ... El
Atractivo.
   El realismo... ... ... ... La
Fantasía.
   La ciencia... ... ... ... La
Religión.
   El estudio... ... ... ... La
Oración.
   Vencer ... ... ... ...
Agradar.
   Emprendedor... ... ...
Hogareña.
   Directo ... ... ... ...
Sinuosa.
   El descuido... ... ... ... El
Orden.
   La acción... ... ... ... El
Amor.
   El trabajo... ... ... ... La
Familia.
   El apetito... ... ... ... La
Maternidad.
   La reserva... ... ... ... La
Comunicación.
   La eficacia... ... ... ... El
Detalle.
   La personalidad... ... ... La
Belleza.
   La estabilidad ... ... ... La
Moda.
   La técnica... ... ... ... La
Decoración.
   La comodidad ... ... . ... La
Estética.
   La sinceridad ... ... ... El
Disimulo.
   La brusquedad ... ... ... La
Sensibilidad.
   Los gritos... ... ... ... Las
Lágrimas.
   La violencia... ... ... ... La
Resignación.
   La fuerza... ... ... ... La
Resistencia.
   La audacia... ... ... ... La
Prudencia.
   El valor ... ... ... ... El
Miedo.
   La fuerza... ... ... ... La
Dulzura.
   La fortaleza... ... ... ... La
Delicadeza.
   La energía... ... ... ... La
Astucia.
   La imposición ... ... ...

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