Ansiedad y trastorno de pánico

hola, le resumo mi caso. Soy un hombre de 38 años. Hace justo un año tuve un ataque de pánico en un concierto. A partir de ahí fui poco a poco cogiéndole miedo a ciertos sitios y evitando algunas situaciones. Fui a terapia, pero era una psicóloga poco especializada en esto. Así que he desarrollado una leve agorafobia. Finalmente cambie de psicóloga y en abril comencé una terapia nueva (sin medicación por ahora). Me voy encontrando mucho mejor. No tengo ya ataques de pánico desde hace meses, solo me aumenta la ansiedad cuando me enfrento a algunas situaciones, pero lo consigo superar. Hago vida casi normal, voy a trabajar, a tiendas, a bares...pero me da aun mucha ansiedad cuando voy andando lejos de casa,moto o coche, y sobre todo viajar e irme fuera de mi ciudad, eso es lo que mas. Llevo desde octubre sin viajar fuera y ahora la verdad ez que me apetece irme a la playa o a algún otro sitio con mi familia. Mi duda es si puedo o debo hacerlo ya, si me puede pasar algo si me voy fuera....el miedo que tengo es si estando fuera de mi circulo de seguridad y me da un ataque de pánico, si seré capaz de superarlo estando lejos de lo que me da seguridad y tranquilidad, o si por el contrario ira a mas y mas, y no pudiera superarlo. Por el resto si que tengo ganas y fuerzas para hacer eso ya. Gracias

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Cuando fuiste al concierto, ya estabas desarrollando una agorafobia, una pena que la psicóloga no supiera actuar bien, lo siento por la parte que profesionalmente nos toca.

Hiciste bien en una nueva terapia, la psicología no funciona con pastillas. La ansiedad es algo que siempre vamos a tener por que es algo intrínseco a nosotros mismo, son los niveles altos los que son perjudiciales y nos producen la patología. El enfrentarte a las situaciones y ver que no pasa nada, que las puedes controlar, es muy positivo, puesto que te da seguridad en ti mismo y hace que sigas para adelante. Que recuperes otra vez tu vida es lo que se persigue en la terapia, y veo que lo estas haciendo muy bien, sigue así.

Precisamente el irte fuera de casa, lejos del círculo de seguridad es una gran barrera psicológica que has de superar, no tienes que temer, sino todo lo contrario, tener seguridad en ti mismo. Bien dices y si estoy fuera de casa y me da un ataque de pánico... bien, como digo en consulta, olvidate de doña Y SI, ¿por qué te tiene que dar nada? Precisamente así funciona la ansiedad, creando cierta desconfianza en ti y tus posibilidades.

Nadie se muere de ansiedad, se pasa mal unos minutos, pero si tu psicóloga te ha enseñado técnicas de relajación y control de la ansiedad no debes de temer nada, sólo confiar en ti.

Una cosa es segura, ira a mas, si no te enfrentas a ella, y si te diese un ataque de ansiedad, sigue adelante (no temas), relajate y pasaran las sensaciones, tienes que vencerlas, sólo son sensaciones, respira, no tengas miedo confía en ti mismo, relajate

Si tienes ganas y fuerza, ¿por qué dudas de ti?

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EL ataque de pánico es una reacción que se puede dar en cualquier lugar y circunstancia, aunque la cercanía a la zona de confort es un condicionante para sentirte más o menos seguro cuando empiezas a notar los primeros síntomas. La agorafobia no es más que una consecuencia normal cuando los primeros ataques se dan fuera de casa. No debes medir tu mejoría sólo en función de los ataques que te dan, si no también en tu capacidad para no salir huyendo a la primera de cambio. Por lo tanto, si fueras a la playa a pasar las vacaciones y te sorprendiera un principio de ataque (que no tiene por qué ocurrir), lo importante sería mantener la posición y no alterar tus vacaciones, y aprovechar para poner en práctica lo que hayas aprendido en .consulta. Esto ampliará tu círculo de seguridad, hasta que llegará un momento en el que ni si quiera te lo plantearás. Siempre se está preparado para viajar lejos; tú también. Lo que debes haber aprendido en la terapia es a que la ansiedad no altere tu reacción, tu actitud ante la ansiedad. Te pego a continuación un artículo sobre el miedo, cuyo ejemplo que utilizo tiene que ver con tu problema. Espero que te sirva de ayuda:

Cómo superar los miedos incompetentes

Tenemos dos tipos diferenciados de vivir nuestro interior: el racional (verbal) y el emocional (no verbal). Son como dos cerebros separados, pero supuestamente intercomunicados. Nuestro cerebro emocional es el guardián de nuestra integridad, por lo que a través del miedo instintivo intenta resguardarnos de los peligros que nos rodean. Nuestro cerebro racional elabora las sensaciones que proceden de la otra parte, la emocional y le construye un sentido, le da forma y color, y el medio que usa es la palabra (conversación interna). Gracias a esta parte verbal, somos capaces de anticipar situaciones de peligro y por tanto de prevenir sus posibles consecuencias.

Si no tuviéramos la capacidad de temer, moriríamos a muy corta edad, ya que sin nuestro “guardián” llamado miedo emprenderíamos acciones muy arriesgadas, incluso suicidas. El problema es cuando, desde nuestra zona verbal o racional nos enseñan a temer a cuestiones que nada tienen que ver con la integridad física, es decir, a lo psicológico: “me ofendió lo que me dijo”, “atiende tú a ese cliente, que yo no puedo con él”, “ahí no entro que me agobia tanta gente junta”, “me da pánico hablar en público”, etc.
Por lo tanto, cuando llevamos a cabo acciones destinadas a evitar estas situaciones donde la integridad física no está en peligro, el cerebro emocional “cree” que esas acciones son peligrosas y comienza entonces a emitir señales de alarma cuando prevé que va toparse con este tipo de situaciones. La huida o evitación es un gesto interpretado por esa parte no racional, y se establece el temor. Cuando esas situaciones son habituales y nos tenemos que enfrentar a ellas por cuestiones de trabajo, o del día a día, entonces el miedo que surge es incompetente, ya que limita nuestra vida y nos invita constantemente a evitar situaciones, que con el tiempo se van generalizando a otras similares. Así, la limitación puede verse ampliada en alcance por la acción de evitar o huir.

Cuando nos hacemos conscientes de los inconvenientes que estos miedos nos producen, intentamos en primer lugar poner remedio de la forma que sabemos, o sea, nos decimos a nosotros mismos con ciertas autoinstrucciones, que no debemos temer a ello, y esto hace que intentemos abordar la situación, pero que en cuanto percibimos las señales de peligro, nos vuelven a provocar la huida o evitación. En ocasiones, y sobre todo cuando no nos queda más remedio, nos terminamos enfrentando al objeto de nuestro temor, y si en los primeros intentos no salimos muy mal parados, terminamos por reducir la ansiedad y por superar el miedo. Sin embargo, si obtenemos sensaciones desagradables, lo más probable es que el temor siga en aumento.

A veces, para intentar superar un miedo nos proponemos afrontar la situación, es decir, nos exponemos, pero es posible que sigamos sintiendo temor, entonces, si afrontamos y seguimos sintiendo miedo ¿qué está ocurriendo realmente?. Pues simplemente que entre el interior racional y el emocional no está habiendo una comunicación fluida. Para superar una fobia hay que usar el lenguaje emocional (no verbal), es decir, hay que hacer una traducción de lo que sabemos con palabras “no pasa nada por estar en un lugar con mucha gente” al idioma emocional (con gestos). Por lo tanto, no se trata sólo de “cuánto” me expongo, si no también del “cómo” me expongo. Y aquí es donde entran en escena los pequeños detalles, que normalmente pasamos por alto.
Si ponemos el ejemplo del miedo a permanecer en lugares muy concurridos, y queremos superar este temor, tendremos que desplegar un repertorio de detalles gestuales. Debemos identificar los gestos de <no afrontamiento> que usamos durante la exposición, para informar a la zona emocional, la que reacciona, de la no peligrosidad del lugar.
En el ejemplo que nos ocupa, pueden ser varios los gestos no apropiados: comprobar visualmente las salidas del local, comerse las uñas, aislarse de conversaciones del grupo, mantener una rigidez muscular, chatear compulsivamente por el whatsapp, permanecer cerca de la salida, etc. También hacemos pequeñas escapadas dentro de la situación, como por ejemplo salir a fumar o a tomar el aire. Fíjate que todas ellas son conductas, por acción o por omisión y que por ende son manipulables (aquí no cuenta lo que va por dentro). Cada persona tiene un repertorio y cuando es detectado y precisado, se intentan cambiar por los opuestos en la medida de lo posible. Además se incorpora una actitud de aceptación a las sensaciones (esta parte es crucial también), se intenta que la persona adopte un papel de observador ante lo que nota, que no intente sentirse mejor, pero que a la vez no huya de lo que siente, y se alterna esta actitud con técnicas de concentración en lo inmediato, es decir, se trata de ESTAR y de abstraerse lo menos posible.
Cuando la persona no está dispuesta a exponerse a una situación fóbica, se plantea la exposición a situaciones menos angustiantes, con lo que al ir superando éstas, poco a poco se va disponiendo a afrontar otras de nivel superior, hasta que al cabo de un tiempo se da cuenta del avance en la superación de la fobia.

Salvador Mendoza
Psicólogo

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