Soy adolescente y no me he desarrollado me siento muy mal respecto a eso

tengo 15 años y aun no me e desarrollado como otras chicas tengo poco busto casi nada y tengo que usar arto relleno para que no se note me gustaría engordar un poco mas tener mas pierna y buen trasero pero no se que tomar para desarrollarme o que hacer necesito ayuda por favor...

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Respuesta

Lo que me dices es por falta de confianza en una mismo. Existen personas tienen miedo al fracaso.
Están agarrotadas por el miedo. Tienen que relajarse y no temer el fracaso. Hay que decirles: Lo
importante no es si habéis ganado o perdido, sino si habéis disfrutado jugando o habéis tenido
miedo. Tienes que tratar el miedo y lo paralizante que esté resulta. El miedo consume los
recursos vitales y nos hace hacer mal las cosas. No tenemos que estar obsesionados con el logro,
con el éxito. Eso es problema de nuestra sociedad (es un fallo cultural). Tu INTÉNTALO hacer lo
mejor posible, sin miedo. Da igual si ganamos o perdemos. Confia en ti y en tu buena intención.
Igualmente, muchas veces somos infelices porque queremos seguir "modelos" de cómo hay que ser o
comportarse, "modelos" que, muchas veces, se han impuesto en la sociedad con fines lucrativos o
comerciales, para conseguir un beneficio económico, a costa de unas personas que dejan su dinero
(¡y, a veces, hasta su salud!) Por seguir esos consejos interesados.
Hay que ¡Estar tranquila y aceptarse una misma como es!
Cada una ha de explicar a los demás de qué tiene miedo, qué modelos "ilusorios" la están rondando
por la cabeza, que compartan sus miedos y deseos insanos y que analicen lo ridículo que resultan
algunos de ellos. Que aprendan a comunicarse sus miedos, a compartir con las demás aquellas cosas
que las preocupan o las hacen sufrir..
Si alguna pierde la concentración de pensar en positivo y cae en el miedo, en la ansiedad, en la
tristeza, que busque la ayuda de alguna amiga para que le ayuden.
Aprende a pensar más en positivo que en negativo. Comunica las cosas buenas que tienes. Si tienes
confianza en tí misma, verás que tienes ya un punto ganado para ser más feliz. Has expuesto el
problema. Ahora tienes que tratar de ir MEJORANDO POCO A POCO las carencias encontradas.
TODAS LAS PERSONA TIENEN ALGÚN PROBLEMA que resolver. Nadie es perfecto. Lo importante es la
COMUNICACIÓN y la creencia absoluta de que podemos mejorar la situación inicial si ponemos
esfuerzo y voluntad.
MIRA ESTE VIDEO Y ¡DISFRUTA DE TU VIDA! http://www.youtube.com/watch?v=Gc4HGQHgeFE
También puedes seguirme en mi blog: http://manuelmiguelhernandezpujadas.blogspot.com.es/
Te paso algunas ideas sobre VOLUNTAD que he tomado de www.interrogantes.net Es una página que
está muy bien y que tiene muchos contenidos interesantes sobre la educación y las relaciones
humanas.
Un cordial saludo con mis mejores deseos oara tu felicidad.
Fortalecer la voluntad
Todos sabemos de la importancia de la fuerza de voluntad para formar el carácter. El asunto es ¿
¿Qué hacen, o qué hacemos, los que hemos nacido con menos voluntad?
La voluntad crece con su ejercicio continuado y cuando se va entrenando en direcciones
determinadas. Y eso sólo se logra venciendo en la lucha que -queramos o no- vamos librando de día
en día.
Esta consolidación de la voluntad admite una sencilla comparación con la fortaleza física: unos
tienen de natural más fuerza de voluntad que otros; pero sobre todo influye la educación que se
ha recibido y el entrenamiento que uno haga.
Una voluntad recia no se consigue de la noche a la mañana. Hay que seguir una tabla de ejercicios
para fortalecer los músculos de la voluntad, haciendo ejercicios repetidos, y que supongan
esfuerzo. ¿Una tabla? Sí, y si esos ejercicios no suponen esfuerzo son inútiles. Ahora hago esto
porque es mi deber; y ahora esto otro, aunque no me apetece, para agradar a esa persona que
trabaja conmigo; y en casa cederé en ese capricho o en esa manía, en favor de los gustos de
quienes conviven conmigo; y evitaré aquella mala costumbre que no me gustaría ver en los míos; y
me propongo luchar contra ese egoísmo de fondo para ocuparme de aquél; y superar la pereza que me
lleva a abandonarme en mi preparación profesional, mi formación cultural o mi práctica religiosa.
Sin dejar esa tabla a la primera de cambio, pensando que no tiene importancia. Ejercítate cada
día en vencerte, aunque sea en cosas muy pequeñas. Recuerda aquello de que por un clavo se perdió
una herradura, por una herradura un caballo, por un caballo un caballero, por un caballero una
batalla, por una batalla un ejército, por un ejército...
Con constancia y tenacidad, con la mirada en el objetivo que nos lleva a seguir esa tabla.
Porque, ¿qué se puede hacer, si no, con una persona cuyo drama sea ya simplemente el hecho de
levantarse en punto cada mañana, o estudiar esas pocas horas que se había propuesto? ¿Qué soporte
de reciedumbre humana tendrá para cuando haya de tomar decisiones costosas?
Y en la educación, los padres y profesores deben alabar más el esfuerzo y elogiar menos las dotes
intelectuales, pues lo primero produce estímulo, pero lo segundo sólo vanidad. Además, muchas
veces las grandes cabezas, ésas que apenas tuvieron que hacer nada para superar holgadamente sus
primeros estudios, acaban luego fracasando porque no aprendieron a esforzarse. Y quizá aquel
otro, menos brillante, que se llevaba tantos reproches y que era objeto de odiosas comparaciones
con su hermano o su primo o su vecino listo, gracias a su afán de superación acaba haciendo
frente con mayor ventaja a las dificultades habituales de la vida.
Dominio de uno mismo
"Ayer comencé, por quinta vez en este año, un nuevo régimen de comidas. Sé que tengo que perder
peso, y estoy empeñado en lograrlo. Me leo todo lo que encuentro sobre este tema. Me mentalizo.
Pienso que voy a lograrlo. Pero todas las veces me pasa igual. A las pocas semanas me vengo
abajo. Me parece imposible mantener mis propósitos siquiera unos meses."
Ideas semejantes a estas atormentan con frecuencia la mente de muchas personas, que sufren la
angustia de comprobar que son muy poco dueñas de sí mismas, que apenas logran tomar las riendas
de su existencia. Son personalidades un poco flojas, flácidas. Se encuentran enganchadas a la
televisión, pesan diez kilos de más, han intentado ya quince veces dejar de fumar, les cuesta una
barbaridad levantarse de la cama o de su sillón, apenas prestan atención a nada que exija pensar
un poco y, junto a eso, sienten un aburrimiento que les abruma.
¿Cómo puede combatirse esa situación? Lo mejor es prevenirla, si es posible, llevando una vida de
cierta exigencia. Ya hemos hablado de los males que tienen su origen en la vida fácil:
Mediocridad, pereza, falta de dominio sobre uno mismo. Uno de los mayores riesgos del exceso de
bienestar es que, como la experiencia nos enseña, muchos terminan quedando bastante dominados por
él, pues no es difícil que la seducción de una vida excesivamente cómoda haga que los hombres
perdamos a veces un poco esa libertad interior, ese necesario señorío sobre nosotros mismos,
convirtiéndonos en esclavos de esas comodidades.
No quiere esto decir que la formación deba conducir a una crispada lucha contra el bienestar,
pero las circunstancias reales en que se mueve el hombre hacen necesario insistir en la necesidad
de la templanza, en el dominio de uno mismo, en saber poner límites a las desmesuradas exigencias
de nuestras apetencias personales. La templanza es muy importante para evitar que el bienestar se
revuelva contra el hombre, apartándolo de los valores superiores que está llamado a alcanzar.
La templanza es señorío sobre uno mismo. Con ella el hombre aprende a prescindir de lo que le
produce un daño, y con el tiempo advierte que el sacrificio es sólo aparente: porque al vivir
así, con sacrificio, se libra de muchas esclavitudes.
La lucha y el sufrimiento -como apunta Enrique Monasterio- son peajes inevitables en el camino de
nuestra vida, y para ser feliz es indispensable perderles un poco el miedo. La felicidad, o el
amor, no son simples fenómenos químicos de escasa duración, sino que exigen siempre un compromiso
y un sacrificio mantenidos. Quien pretende ingenuamente eludirlos, sólo logra alejarse de la
felicidad, sólo encuentra pequeños placeres, cada día menos intensos y más frustrantes, porque,
queramos o no, el paladar -y lo digo en sentido amplio- también se desgasta.
Como decía Ortega, mientras el tigre no puede dejar de ser tigre, no puede destigrarse, el hombre
vive en riesgo permanente de deshumanizarse. Y buena parte de ese riesgo de deshumanización
proviene de la pérdida de libertad interior, casi siempre más grave que la privación de la
libertad física.
Y es más grave sobre todo por sus efectos, pero también por la facilidad con que pasan
inadvertidos. Los peligros que nos acechan para desposeernos de la libertad interior suelen ser
bastante solapados, difíciles de descubrir.
Se producen -como ha señalado José Antonio Ibáñez-Martín- cuando se impide que la acción pase por
el tamiz de la deliberación, de la reflexión, de manera que se insta a actuar de modo instintivo
más que racional; cuando una persona queda esclavizada por sus propias pasiones, inmersa en el
error o atenazada por la ignorancia.
Esto es lo que sucede cuando se busca conseguir en las personas unas respuestas determinadas,
manipulando para ello las diversas pasiones humanas. Por ejemplo, cuando se busca exacerbar el
impulso sexual, o la pasión por el juego, la bebida o la droga, con objeto de desencadenar de
modo compulsivo esas fuerzas para provecho de quien lo induce; o cuando se trata al hombre como
una mera afectividad a captar, y para ello se le engaña con un inexistente cariño, o mediante la
seducción o el miedo; o cuando se fomentan sentimientos de egoísmo, odio, venganza, etc.
Es importante estar prevenidos ante esos posibles errores. El inmoderado afán de placer y de
satisfacción causa una angustiada atención al yo, que destruye precisamente lo que anhela.
Kierkegaard decía que la puerta de la felicidad se abre hacia dentro, hay que retirarse un poco
para abrirla: si uno la empuja, la cierra cada vez más.

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