La dificultad del ser humano actual para creer en Dios

En ser humano que, por ejemplo, vivía en tiempos del Antiguo Testamento tenía más facilidad para creer en Dios que el ser humano actual.

Una de las pruebas para creer en Dios está en la naturaleza creada por él. El ser humano antiguo vivía inmerso en ella, se sentía parte de ella y podía reconocer que Dios lo había creado todo.

Actualmente el ser humano está inmerso en la ciudad, ve apenas unas muestras de la naturaleza y no puede ver la obra de Dios, sino la obra del ser humano. Se olvida de Dios.

Cuando un ser humano antigua se levantaba por la mañana y abría la puesta de su tienda, choza o casa, se encontraba impactado por montañas, árboles, flores, peñas, cielo, tierra, animales, frutos, insectos, aves... él se podía ver como algo insignificantes el esa naturaleza, como una pieza más del puzzle. Las cosas construidas por el hombre eran pocas: chozas, herramientas, pobres vestidos.

El ser humano actual cuando se asoma a la ventana ve otros edificios, calles, un cielo sucio, vehículos, comercios, tecnología... La ciudad es el símbolo del poder del ser humano. Al estar continuamente en la ciudad contempla la obra del ser humano, que también es abundante y se puede olvidar de Dios. En la ciudad hay muchas muestras de las obras del ser humano y menos de la obra de Dios.

El ser humano actual no tiene casi nada que le recuerde a Dios, el ser humano antiguo estaba casi siempre contemplando la obra de Dios.

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El punto de alejarnos de ese ser superior nada tiene que ver con los avances tecnológicos del hombre actual tiene que ver con la forma como nos identificamos con las cosas materiales y como socialmente "se hizo ley el poseer no el ser" y las escuelas reproducen y amplifican esa tendencia social llegando a una brutal guerra por el poseer donde se pisotea la dignidad humana para escalar posiciones. Entonces la sociedad se volvió recalcitrantemente materialista y nuestros científicos desvirtúan la existencia de fenómenos que no puedan meterlos en el laboratorio para demostrar su existencia pero lo peor de todo es como lo dijo el Maestro: no solamente ignoran sino que ignoran que ignoran o en otras palabras como lo expresó el Maestro de Maestros: "no hay peor ciego que el que no quiere ver, ni peor sordo que el que no quiere oír". Pero vamos a sumarle a todo este caldo de cultivo el FANATISMO RELIGIOSO, la corrupción de las líderes políticas y el poder económico para que esta amalgama de factores den como resultado lo que ahora somos "ATEOS FUNCIONALES"

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Dios no se revela dando clases ni enseñando como es, sino actuando de una determinada manera: << Yo soy el que soy >> (quizá la mejor traducción de la respuesta del Señor a Moisés en Ex 3,14). En su revelación Dios muestra su actitud hacia nosotros. Ya santo Tomás empieza su obra magna afirmando que de Dios podemos saber << que es >> pero no << quién es >> (o como es). El primero puede recoger el eslogan impreciso de mucha gente sencilla; << algo tiene que haber >>. Pero el segundo desborda la imprecisión de este eslogan: si nos fiamos de Cristo, este << Algo hay >> es el amor indestructible de Dios a los seres humanos.
Así se acuña la única frase bíblica que no habla del hacer de Dios sino de su ser, y que cierra los escritos del Nuevo Testamento: << Dios es amor >> (1 Jn 4,16).
El amor resulta ser el más presente y el gran ausente en nuestra vida. Dios es un amor entrevisto pero casi desconocido en nuestras experiencias humanas para el que el Nuevo Testamento encontró una palabra casi desconocida en la lengua griega: "ágape", traducida al latín como charitas "que viene de charis - gracia, como la palabra” gratuito”, en nuestra lengua "y que indica al mismo tiempo el don y el desinterés del que da”.
Esto debería resonar en la traducción << Dios es caridad >>. Pero ya no resuena: porque nuestra incapacidad para la gratuidad ha acabado por devaluar esa palabra.
Por último, que Dios es amor implica una desautorización del culto. Los hombres no podemos dar a Dios nada que no sea digno de Él, ni necesitamos hacerlo propicio porque ya está de nuestra parte. Lo único que nos pide es un poco de confianza y voluntad por un amor igualitario entre nosotros. Es admirable la evolución de este tema ya en el Antiguo Testamento, hasta llegar al famoso capítulo 58 de Isaías.
Para acabar podemos de decir que la ausencia de Dios en nuestro mundo, es la ausencia del amor entre los hombres. La instauración del Reino de Dios en la tierra, tal como dijo Jesús el Cristo, corresponde a la apertura del mismo hombre hacia el amor a los demás.

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