Raul!

Cinguboy, pues no la he recibido. Probablemente por culpa mía, así que lo siento; recuerda que he estado ausente varios días también.
Una aeronave convencional, con motores a reacción, puede volar desde los doce o catorce kilómetros de altura de un avión normal, a los dieciocho o veinte de un avión como el Concorde o incluso algo más tratándose de un aparato de combate.
A partir de ahí, por falta de densidad en el aire, los motores deben ser del tipo cohete, o sea, que tienen el combustible y el comburente a bordo, por lo que no necesitan del oxígeno exterior para funcionar. Ha habido muchos aviones
cohete, pero actualmente ya no se ven mucho pasada la etapa principal de la experimentación.
Fue con un avión cohete que Chuck Yeager cruzó por primera vez la barrera del sonido. Los transportes espaciales se realizan ahora por medio de grandes cohetes que transportan artilugios tales como estructuras varias, satélites, o naves no propulsadas para el vuelo normal, y que volverán a la tierra, después de un impulso inicial, planeando desde el momento en que entren en la atmósfera terrestre. El otro día, que como sabrás tuvieron que aterrizar en California por el mal tiempo que había en Florida, debieron llevar la nave encima de un jumbo, de regreso a Cabo Cañaveral.
Finalizo recordándote que el vuelo a reacción no se produce, como creen muchos, por el chorro de gases apoyándose en la atmósfera circundante, en cuyo caso los cohetes no volarían por el espacio, sino como consecuencia de la tercera ley de Newton, aquella que dice que a cada fuerza se opone otra igual en sentido contrario. En una palabra, el retroceso de la escopeta, cuya culata golpea en nuestro hombro, cuando la disparamos. En el avión a reacción, cuyo disparo, si lo comparamos con un arma de fuego, es continuo, la existencia de esa fuerza también lo es. La denominación de "reacción", procede justamente de este hecho.
Recibe mi abrazo de siempre, amigo.
Raúl.