Síntomas del Alzheimer

A mi madre se le está empezando a olvidar cosas. Tiene 71 años. ¿Cuáles son los síntomas del Alzheimer?

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El Alzheimer comienza primordialmente con pérdida de memoria (que además es lo que más fácilmente advierten los enfermos -aunque no en todos los casos-, sus familiares y amigos) pero, no es sólo un trastorno de memoria. El sujeto tiene a diario olvidos relativos a encargos o citas, dónde colocó sus objetos, qué dijo momentos antes, qué hizo con anterioridad, si le echo sal o no a la comida, etc.
Aparecen también, aunque de manera más sutil, pérdida de la capacidad y disposición para hacer cosas; cambio en la destreza que se tenía para conseguir una cosa; pérdida del sentido de la orientación con respecto al tiempo y al lugar; pérdida de la fluidez en el uso del lenguaje; pérdida en el comportamiento reflexivo y juicioso para cumplir deberes elementales, normas o costumbres de cada día; pérdida para pensar en abstracto, tener nociones, entender cuestiones aritméticas, describir algo más allá de su forma, color, estructura o proporción; pérdida en la manipulación de objetos y cosas muy familiares, en la actividad gestual, en la realización de gestos simples que no impliquen objetos, como los de mímica; pérdida de interés, iniciativa y motivación, con dificultad para concentrarse mentalmente en algo; retraimiento en el trato con los demás; cambios bruscos e inmotivados hacia el malhumor; pérdida de la noción de sí mismo y cambio claro de la personalidad.
En el estadio de enfermedad ya patente van a aparecer más claramente los cambios cognitivos relacionados fundamentalmente con la pérdida de memoria. La persona puede comenzar a no recordar hechos o datos recientes; aparecen las preguntas, frases, o las acciones repetidas, como aquella persona que de manera reiterativa pregunta la hora o compra todos los días lo mismo porque ha olvidado que lo hizo el día anterior; no se recuerdan fechas señaladas, se olvidan los nombres de personas conocidas o resulta imposible encontrar algunos objetos personales porque no se recuerda dónde se guardaron.
Pueden presentarse también fallos en la orientación temporal (no sabe en qué día vive) o espacial (toma direcciones equivocadas o ha de preguntar el camino para ir a lugares ya conocidos). Aparece el fenómeno conocido como anomia; cuesta encontrar las palabras adecuadas para expresarse y no se es capaz de encontrar el nombre de las cosas, incluso de los objetos de uso cotidiano. Los defectos en la comprensión del lenguaje pueden hacer que la persona enferma tenga gran dificultad para seguir y participar en una conversación en la que intervengan más de dos personas. Pueden aparecer problemas en la realización de actos motores complejos, como la escritura o el uso de electrodomésticos.
La persona enferma no es capaz de aprender a usar el micro-ondas nuevo, se lía con el mando de la televisión o comienza a usar siempre el mismo programa de la lavadora sin tener en cuenta el tipo de ropa. En los conductores pueden presentarse de manera repetida accidentes de tráfico leves e inexplicables. Aparecen dificultades en el manejo del dinero. Se pierde la capacidad de planificación, por ejemplo, en la señora que comienza a reducir llamativamente la variedad de los menús que prepara. La capacidad de resolver imprevistos está limitada, por ejemplo aquella persona que no sabe qué hacer cuando se da cuenta que ha olvidado las llaves dentro de casa. Aparece la distraibilidad fácil y es posible que algún grifo quede abierto o se deje el fuego de la cocina encendido.
Los cambios de carácter y personalidad pueden ser síntomas característicos en esta fase; pueden consistir tanto en un refuerzo de la personalidad previa, como en aquella persona siempre enfadadiza e irritable que pasa a serlo mucho más, salta a la mínima e incluso se muestra agresiva; como al contrario, algunas personas que siempre han sido dominantes, manipuladoras y controladoras se vuelven llamativamente dóciles, agradables y cariñosas. Puede aparecer también apatía; se pierde el interés y la motivación; se abandonan algunas aficiones o actividades y se reduce marcadamente la capacidad de iniciativa. La familia cae en la cuenta de que el abuelo ya hace tiempo que no va a jugar la partida, ha dejado de leer el periódico o ya no sale a dar su paseo habitual.
El aplanamiento afectivo, la falta de respuesta emocional es una manifestación de apatía. Otras veces, la pérdida de interés o de motivación habrán de interpretarse en el contexto de un síndrome depresivo que también puede presentarse como manifestación de la enfermedad. Se produce una disminución del rendimiento laboral o en la ejecución de las tareas del hogar. Van a verse alteradas algunas actividades elaboradas de la vida diaria como la lectura o la práctica de determinadas aficiones.
Te recomiendo que consulten con un especialista, medico neurólogo, o psiquiatra, para que haga un diagnostico adecuado y de ser necesario, indique un tratamiento.

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