No se que hacer con mi ex novia

La cosa es así,soy mujer y ella también. NOs conocimos en un viaje y a pesar de habernos visto poco nos caímos bien y nos pasamos los teléfonos. Al cabo de tres meses se enamoro de mi y me lo dijo al mes siguiente,yo me defino como heterosexual ya que me gustaron siemprE los hombres, a ella le costo mucho que yo me enamorase y lo logro después de un año,nunca la pude ver linda por fuera,solo hasta que ya fue tarde.

Al encontrarme confundIda la deje sin decirle nada,cambie de numEro ya que somos de distintas provincias y nos comunicábamos solo pOr celular. Me mandaba mails y se que sufrió mucho pero yo no la quería. LE volví a hablar Y volvimos, no se por que pero siempre tuvo buena labia y me enganchaba. Era muy celosa y eso hizo que se vaya quebrando mas todo....cuando yo empezaba a amarla. Después de cinco años todo es diferent. Ella me busco pero dicr no querer relación conmigo, apenas si me dice que me ama y de escribirnos dirant el día,solo me escribe de noche para dormir. Le dije que Me iba y no me respondo,hasta hacer dos días igual. Yo me muero por buscarla,no se si es apego o es amor,lo que me frena rs que no quierE nada conmigo y no se si enamorarla,aunque ella diCe a veces que me ama o alejarme simplemente del todo.

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Apreciada fawn_Im,
Te paso algunos consejos sobre la homosexualidad que te puede ser útil leer. No es que sean ni ciertos ni falsos, ni buenos ni malos. Es otra opinión a la que tu tienes ahora. Si lo lees y te sientes más feliz, mejor. Eso es lo que pretendo. Si no te sirven de nada pues no lo leas y ya está. Sólo espero poder ayudarte. Espero me comprendas.
David Akinsanya, "Un homosexual harto de serlo", La Razón 14. IX. 05
>> La BBC polemiza con el mundo gay al dar voz a un homosexual "harto de serlo".
Su problema en la infancia
"Simplemente, no quiero ser gay". Con estas duras palabras dejó boquiabierta a la audiencia de la BBC David Akinsanya hace escasas semanas. Y es que el tabú del tema homosexual ha comenzado a resquebrajarse en Gran Bretaña. También el diario "The Independent" se hizo eco de la noticia. David Akinsanya se ha convertido -por obra y magia de los medios de comunicación-, en el representante de toda una generación de homosexuales hartos de serlo. Y cansados de callarlo.
Después de veinticuatro años de vida homosexualmente activa, David se dio cuenta de que deseaba tener hijos. "No quería hacerlo por ninguno de los métodos que los gays tenemos a nuestro alcance. Sé que hay parejas de homosexuales que tienen hijos, pero no quiero ser uno de ellos, porque creo que no es justo para el niño. Lo que deseo es la heterosexualidad con todo lo que conlleva, especialmente tener mujer e hijos", aseguró en el documental de la BBC.
Infancia marcada
"Existe la creencia de que es divertivo ser gay. Pero yo estoy cansado de este estilo de vida", continuó David. Su historia viene de tiempo atrás, tal y como explica. "Una de las razones por las que deseo mi propia familia es porque nunca tuve una cuando era niño", reconoce. Su madre y su padre se separaron antes de que él naciera. En el orfanato, su padre le visitaba de vez en cuando y David le esperaba ansiosamente, porque su única "madre" fue una mujer muy dominante. "Crecí anhelando la atención masculina", explicó David en la TV británica. A partir de los 19 años, David tuvo únicamente relaciones con hombres y dos parejas "estables y satisfactorias", aunque ya hace mucho tiempo de eso.
Ahora sabe que sí se puede cambiar
Hace dos años comenzó a plantearse seriamente si podría ser feliz alguna vez siendo gay. Y en ese momento empezó una búsqueda que le llevaría hasta EE UU, donde participó en algunos cursos en busca de un cambio de orientación sexual. Muchos de ellos eran impartidos por grupos religiosos. "No podía entender cómo la oración podía cambiar mis preferencias sexuales, pero acudí a los cursos con una mente abierta". En uno de ellos, le pidieron que escribiera cosas positivas y negativas de su vida: "Cuando vi lo negativa que parecía mi vida, lloré".
Aunque no todos los cursos fueron eficaces, David está convencido de que no ha perdido el tiempo con ellos. "Ahora tengo más control sobre las decisiones que tomo. Todo este viaje me ha servido para darme cuenta de que la sexualidad sí se puede cambiar, aunque no pueda provocar el cambio en el momento que me gustaría".
Y aunque no es "políticamente correcto" decirlo, David Akinsanya lo ha hecho nada menos que en la prestigiosa BBC, donde él mismo trabaja como periodista...
Leopoldo Varela, "¿Orgullo... o infierno Gay?", Epoca, 5.VII.05
>> Testimonio de un homosexual atrapado en un mundo de pesadilla
"Comencé cuando estaba en segundo de carrera" -explica Juan José L. F., madrileño de 33 años-. "Iba con amigos a bares de ambiente gay, pero pijos, en la zona de las calles Pelayo y Augusto Figueroa, cerca de la Gran Vía madrileña.
Me atraía lo divertido y lo morboso. Desconectabas, te reías, veías chulazos, nos colocábamos con porros y cubatas. Era una alternativa a las chicas. Pero fue ganando terreno lo morboso. Y empecé a frecuentar otros garitos, picado por la curiosidad.
Un verano, al cabo de un par de años, tuve la experiencia de lo que es un cuarto oscuro. Aquello me cambió la vida. Había oído hablar de ellos, había leído cosas en revistas como Mensual, Shangay Express o Zero, pero nunca había entrado.
Lo primero que te llama la atención es la oscuridad. Luego vas distinguiendo figuras de cuerpos que se mueven despacio. Se acercan. Es una mezcla de miedo y de atracción. ¿Dudas si zambullirte o no en un mar de sensaciones? De pronto, ¿notas un roce de un mano? Tienes una descarga de adrenalina, el corazón galopa dentro del tórax..."
"Desde entonces" -continúa Juan José L. F. su relato- "me enganché a la montaña rusa, así la llamo yo, y no me quise bajar. Te da vértigo, pero cada vez la necesitas más. Comencé a ir todos los findes. Y cuando me conocí todos los cuartos oscuros de todos los clubs, saunas o discos gays de Madrid, descubrí los de Tenerife, Valencia, Roma o Hamburgo -aprovechando las vacaciones.
A veces voy en grupo, con tres o cuatro amigos, o cuando he tenido un novio, ¿he ido con él? Otras voy solo, me pierdo en esos laberintos y tengo relaciones con gente diferente y anónima. Ahí está el morbo. ¿Sitios? Bares y clubes de Chueca, de Gran Vía o de Lavapiés.
¿Qué se siente? La sensación de que no hay barreras, ni freno. ¿Las relaciones sexuales parecen no tener límite? ¿Vas probando experiencias cada vez más fuertes y más prohibidas?
Pero al día siguiente, al volver a la vida cotidiana, te acompaña la angustia, el desprecio por ti mismo. Los recuerdos de esas relaciones se fijan en la memoria como un postit y se quedan clavados y no hay forma de olvidarlos.
Cada vez necesitas hacer cosas más fuertes, porque las anteriores ya te aburren. Necesitas sentir la adrenalina y el corazón galopando dentro del pecho. Y buscas, entonces, experiencias más excitantes, aunque para ello tengas que rebasar los límites de la locura.
Y parece que vas a salir indemne, ¿pero? No. A mayores hazañas sexuales, más ansiedad. Y te odias. Pero a la semana siguiente vuelves a la orgía privada, a la sauna, al festival de leather -"cuero"- (modalidad de sexo duro, donde los participantes llevan arneses, gorras y prendas de cuero). Y ya no puedes escapar.
Las orgías se organizan los jueves o los fines de semana. Se anuncian en los propios garitos, o en la Red. Algunos clubes tienen calendarios programados con antelación. Y hay intercambios con el extranjero y se organizan circuitos por clubes o discotecas gays de toda Europa. Son fiestas monográficas: todos leather, o todos desnudos. O sólo para skin (los rapados) o sólo para los llamados osos (gente peluda).
Deseas morirte
¿Qué es lo que más teme Juan José o lo que más le repugna de ese submundo? "Lo que más temo son las enfermedades. Es un miedo atroz, con el que te despiertas por la noche. Pero lo que más me repugna es otra cosa. Es la sensación de que los otros, en las orgías, te utilizan como si fueras un objeto. Te sientes reducido a cosa, no eres persona.
Te ve un tío en un cuarto oscuro y va a por ti, frenéticamente, como que no se puede contener, y en lugar de hablarte, te empieza a tocar y te abre la bragueta, y notas que le importas un bledo, que lo único que quiere es tu órgano sexual. Y, yo al menos, noto una angustia instalada en el pecho, como una explosión lenta y pesada de tristeza.
Hay ocasiones en que estás a gusto con un tío y tienes un buen rollo. Y, al acabar, hasta hablas con él y te tomas copas. Pero otras veces tienes la sensación de estar siendo utilizado. No lo soporto: el tío quiere tu cuerpo, no te quiere a ti. Y desea poseerte, usarte y se acabó. Y entonces es como si tu tuvieses un momento de lucidez, te despertaras en medio de la pesadilla y dijeras:¿? Pero ¿se ha vuelto loco? ¿Qué hace este tipo sobándome y sodomizándome, fuera de sí, como un energúmeno?. Y entonces odias a ese individuo y te odias a ti mismo: porque resulta que tú eres igual, te ves reflejado en el espejo. Y deseas morirte
El miedo a las enfermedades es una tortura. Mis amigos gays lo niegan, ¿dicen qué habitualmente no están pensando en ello? Pero es mentira. Al revés: casi no piensan en otra cosa.
Imagínate: todo el santo día con prácticas de riesgo: sexo anal, sexo oral, fisting (introducir la mano, el puño -fist, en inglés- e incluso el antebrazo en el recto). Todo el día jugando con el peligro: con el semen o la sangre. Y generalmente sin preservativo. ¿Cómo no vamos a estar temblando, aunque no lo digamos?".
Un susto mayúsculo
"Yo pillé hace cinco años una gonorrea anal. El susto fue mayúsculo. Pensé que también tenía el sida y me hice la prueba. Afortunadamente, no había nada. Y me curé la gonorrea con antibióticos. Pero el miedo, la desazón no te las quita nadie. Cuando vas de médicos, con análisis, con exudados, te sientes un trapo, un desecho humano: eres nada y menos que nada. Y vuelves a odiarte.
Te engañas. Crees que no vas a coger ninguna venérea. En la euforia de una fiesta, cuando estás en pelotas, bien colocado con unos cubatas -o alguna pastilla-, transportado a otra galaxia por la música y el estruendo, te parece que puedes hacer de todo y hacerlo con todos. Entonces que no te hablen de las hepatitis, ni de la sífilis, el herpes o el sida. Pero esa misma noche cuando estás durmiendo la mona, te despiertas de pronto con la sensación de que estás infectado, de que tienes ya el virus dentro, aunque no tengas síntomas.
Eso es lo más angustioso: no puedes huir, no puedes refugiarte de la enfermedad... porque la enfermedad la llevas encima. Y ahí están todos tus recuerdos. Uno por uno, sin olvidarte de una sola de tus aventuras sexuales. Y no puedes dormir. Y te atiborras de pastillas.
He llegado a estar seis meses limpio. Sin practicar sexo ni frecuentar garitos. Por miedo, claro. Convencido de que ya tenía el sida y que la cuenta atrás había sonado en el reloj de mi vida.
Cada visita al médico, cada análisis, cada hora en la sala de espera, esperando la sentencia en forma de resultados, era un inhibidor de la furia sexual. Pero siempre vuelves. Se pasa el miedo, te confías, y vuelves.
En esos meses de sequía, piensas que el mundo gay es una locura. Lo ves con cierta distancia y piensas que estás de atar, todos obsesionados por mojar, por follar (con perdón), ése es el objetivo. Luego están las fiestas, la parafernalia, la ropa, los adornos, pero debajo de todo eso no hay más que un objetivo: sexo duro, es todo. Yo, a veces, lo he hablado - y discutido- con amigos: quitas el sexo duro y ¿qué queda? Nada. Lo que pasa es que esto no se atreven a decirlo muchos".
Te vuelves neurótico
"Yo he visto cosas tremendas en las orgías gays. Fiestas monográficas de pissing (lluvia dorada); de fisting (lo del puño); o incluso de sado-maso (te atan, te azotan, te pinchan, te llegan a apagar colillas en los genitales). O clubes nudistas. En Madrid hay uno, donde es casi imposible no salir sin un par de relaciones o tres.
O lugares con códigos estrictos de ropa (en algunos sitios sólo admiten arneses o prendas de goma y cuero; en otros, con ropa militar). O con códigos de señales: hay orgías donde llevar un pañuelo de un determinado de un color quiere decir que me gusta que me sodomicen, o que me gustan los fetiches, o el beso negro, ¿por ejemplo? Es cuestión de dar con la media naranja.
O gente que lleva su locura a decorarse el cuerpo -genitales incluidos- con tatuajes y piercing, o raparse todo el pelo de su anatomía.
Yo nunca he ido al psiquiatra, como sí han ido otros compañeros gays. Pero sí que me gustaría poder hablar de todo esto, con gente normal, que no esté en ese ajo. Pero para eso necesitas distanciarte, ¿alejarte un poco?
Te vuelves neurótico. Sufres porque ves a amigos tuyos que han pillado el sida, que se han ido al otro barrio, o que de pronto te los encuentras en un garito y están en los huesos, consumidos, y te das cuenta de que ya están en la recta final, y de que han contagiado o van a contagiar a todo bicho viviente. O con pañales de por vida, como dos que yo conocí, que tuvieron que hacerles una colostomía porque se habían destrozado el colon a base de introducirse juguetes en el recto (vibradores, penes de plástico, etcétera).
Lo piensas fríamente y dices: qué locura. Cada club de sexo duro, cada sauna es una bomba de relojería de sida, un foco de infección, cuyas ondas se expanden cada vez más lejos. Y luego está la sensación de esquizofrenia. Haces vida normal y es una tortura mental acordarte, mientras estás despachando con un compañero de trabajo o hablando con tu madre, del fisting, por ejemplo. Y como no hay freno, aplicas tus fantasías sexuales, cada vez mayores y más extravagantes, a la gente normal que te rodea. Y en esos momentos notas que ya no eres dueño de tu mente.
Claro que más de una vez me he planteado dejarlo. Pero estás enganchado y no puedes. ¿Pero no porque alguien te lo impida? Sino porque te lo impides tú mismo. Es como si tuvieras la facultad de querer dividida en dos: por un lado, ¿te repugna todo eso? Pero, por otro, lo deseas. Acabas hecho polvo, neurótico perdido".
Tony Anatrella, "Homosexualidad y homofobia", Aceprensa, 8.IX.04
>> Cuando la policía de las ideas sustituye al debate
El recurso más empleado por las asociaciones de militantes homosexuales para cerrar cualquier debate sobre sus pretensiones es la acusación de “homofobia”. La palabra “homofobia” se ha convertido en un vocablo fetiche que impide cualquier reflexión crítica y estigmatiza a quienes piensan que la homosexualidad plantea un problema. Seleccionamos los párrafos más significativos del estudio sobre “Homosexualidad y homofobia” realizado por el psicoanalista francés Tony Anatrella, especialista en psicología clínica y social, publicado en “Lexicón” (1), una recopilación de artículos sobre términos ambiguos y discutidos en cuestiones éticas.
Confusión entre identidad y tendencia sexual
La homosexualidad sigue siendo un problema psíquico en la organización de la vida sexual, que concierne al individuo. Querer trivializar esta orientación y darle un estatuto social equivale a confundirlo con la identidad sexual. Ahora bien, no hay más que dos identidades sexuales: masculina o femenina, no hay identidad homosexual.
La homosexualidad pertenece al grupo de tendencias sexuales numerosas y variadas en el psiquismo humano y que, en el mejor de los casos, están sublimadas y situadas bajo la primacía de la identidad sexual. El individuo sólo puede socializarse y enriquecer el vínculo social a partir de su identidad (de hombre o de mujer). (...)
La tendencia sexual está del lado de la tendencia instintiva parcial, mientras que la identidad es un dato efectivo: esta última pertenece, por tanto, al lado de la cultura y de la elaboración de los instintos. Dar valor a una tendencia en detrimento de las otras da a entender que se podría vivir socialmente a merced de las tendencias instintivas parciales (homosexualidad, voyeurismo, exhibicionismo, sadomasoquismo, travestismo, transexualidad, etc.) sin ninguna visión global de sí mismo, del otro y de la sociedad.
La sociedad no tiene que reconocer la homosexualidad, sólo las personas están sujetas a derechos y deberes; y esto no es el caso de una tendencia sexual. Militantes homosexuales hacen de su tendencia sexual un objeto de derecho para casarse y adoptar niños, cuando están en una situación contraria para vivir esa doble realidad que sólo pueden compartir un hombre y una mujer. Dan a veces la impresión de rehuir las preguntas que se plantean sobre este tema y de huir igualmente de su historial psicológico, sobre todo, cuando se sabe que la mayoría de los sujetos descubren su tendencia homosexual de manera atormentada.
Homofobia y angustia homosexual
Se observa, muy a menudo, que la ansiedad y la angustia que van ligadas a la homosexualidad no son en realidad mero producto de la sociedad fundada únicamente sobre la relación de pareja hombre/mujer y, por tanto, heterosexual. El tormento del descubrimiento de la atracción por personas del mismo sexo encuentra su origen, sobre todo, en razones psíquicas. Estas son numerosas y variadas, empezando por el hecho de no poder establecer una relación afectiva íntima con una persona del sexo contrario. Esta incapacidad remite a una impotencia ansiogénica que unas personalidades frágiles en su narcisismo intentan colmar a través de un reconocimiento social. (...)
Numerosos homosexuales son completamente indiferentes a una militancia activista con la que no se sienten identificados. No están particularmente orgullosos del desfile del “gay pride”. Saben que sería incoherente militar a favor del matrimonio entre personas del mismo sexo, y, todavía más, adoptar niños o “fabricarlos” por cualquier medio. Los niños estarían en una situación de mentira relacional y no podrían gozar del beneficio de la doble presencia de un hombre y una mujer, sus padres, para desarrollarse. El interés del niño se ve negado y la criatura se convertiría únicamente en el apoyo narcisista, en el ensalzamiento y prolongación de personas homosexuales que desearían verse reconocidas a través de ella.
Deseos ilusorios
La necesidad de tener un niño, en estas condiciones, es un deseo imaginario e ilusorio. El niño no es aceptado por sí mismo. Conviene recordar que el niño no es un derecho, a menos que se considere que se pueden “fabricar” niños únicamente para sí, jugando a los aprendices de brujo. Es paradójico que las sociedades occidentales se hayan embarcado deliberadamente en una mentalidad antinatalista, hasta el punto de haber alcanzado un declive demográfico, y que hayan hecho del niño un objeto del disfrute personal del individuo. El niño ya no se concibe como aquel que asegura la renovación de las generaciones y la continuidad de la familia, sino como el doble de uno mismo que hay que repetir.
Sería grave seguir favoreciendo esa regresión que desemboca en todas las patologías del afecto y la dependencia, que revelan, a menudo, trastornos de la estabilidad emocional, de la filiación y de la identidad sexual. ¿Hay qué añadir más problemas todavía a los que ya existen por culpa del divorcio de los padres, y poner a los niños en unas situaciones que son contrarias a sus necesidades y a sus intereses? La sociedad debe velar para que un niño sea acogido, protegido y educado en las mejores condiciones que existan, entre un hombre y una mujer. (...)
Se observa a menudo, en nombre de una orientación sexual y, en particular, de la homosexualidad, una voluntad de cambiar la sociedad, que se considera injusta por estar fundada únicamente a partir de la relación de pareja formada por un hombre y una mujer. La obligación de la diferencia sexual, de la normalidad conyugal y familiar debe ser denunciada. De ese modo, se implanta todo un sistema de vigilancia política, de policía de las ideas, para combatir la discriminación de la que serían objeto los homosexuales.
Para culpabilizar a los heterosexuales
Estos efectos del lenguaje consisten en culpabilizar a la sociedad, y de momento funciona bien esta intimidación, que además manipula los datos de la historia, del derecho y de la democracia. Sin embargo, no hay nada de discriminatorio en decir que sólo hombres y mujeres pueden casarse y ser padres. La sociedad, lo repetimos, sólo puede reconocer la relación hombre-mujer y no las tendencias sexuales. Estos se casan primero porque son hombre y mujer, y no en función de su tendencia heterosexual, que no es más que una consecuencia de su unidad y de su coherencia personal.
No puede haber igualdad psicológica y social entre la pareja formada en nombre de la doble identidad masculina y femenina y una relación entre dos personas del mismo sexo en nombre de su tendencia parcial. La atracción sentimental entre estas personas no cambia nada de ese hecho constitutivo del vínculo social. (...)
La homofobia es un argumento de mala fe y un producto de la ansiedad de la psicología homosexual. Apelando a la homofobia, los militantes quieren ante todo culpabilizar a los heterosexuales. Objetivo que, por otra parte, consiguen, sembrando la duda en el espíritu de la gente, como sabe hacerlo el discurso del narcisista perverso que da a entender a los demás que sabe más sobre su psicología para manipularles mejor. (...)
Vigilancia y censura intelectual
La estrategia de vigilancia y de denuncia que desarrolla el “lobby” homosexual prepara una próxima represión que comienza a propugnar una parte de los responsables políticos, bajo la presión de las asociaciones militantes y con la complicidad de los medios de comunicación. Estos últimos desempeñan un papel de censor moral presentando la homosexualidad, a menudo, de manera simplista y sentimental. (...) Este filtrado de los medios hace que sea cada vez más difícil, para la mayoría, encontrar reflexiones sobre lo que significa el hecho de imponer a la sociedad una tendencia sexual disociada de la dimensión relacional del hombre y de la mujer.
En varias organizaciones psiquiátricas, les está hasta prohibido a los facultativos mencionar que han podido permitir a algunos sujetos cambiar de orientación sexual pasando de la homosexualidad a heterosexualidad gracias a la psicoterapia. Nos encontramos, pues, ante una paradoja: se admite que se pueda pasar de la heterosexualidad a la homosexualidad, pero se niega que se pueda producir lo inverso. Semejante cerrazón ideológica es grave, especialmente, cuando se sabe que hay diferentes formas de homosexualidad, y que algunas de ellas son accesibles a un tratamiento analítico, mientras que otras son, efectivamente, irreversibles.
Se juzga como racismo o como homofobia cualquier crítica, cualquier reflexión que muestre que la homosexualidad representa un serio hándicap psíquico para la elaboración sexual, cualquier contenido humorístico que pueda sonar a burla respecto a la homosexualidad, o incluso el hecho de recordar que la práctica homosexual no es justa moralmente y que la mayoría de las religiones la consideran como una contradicción antropológica de valor universal mientras que únicamente la relación de pareja hombre-mujer está en los cimientos de la sociedad y del derecho. Esta interpretación psico1ógica no fundada traduce una carencia de pensamiento que ataca a las personas para descalificar mejor su discurso y las preguntas que se plantean. (...)
Aquilino Polaino; "¿Derecho al matrimonio entre las personas del mismo sexo?", Veritas, 11.V.05
Aquilino Polaino aborda en la siguiente entrevista concedida a Veritas asuntos como el origen del comportamiento homosexual, su posible curación, el desarrollo de un niño que crece en una familia con padres del mismo sexo y las consecuencias sociales que conllevaría la aprobación de la ley que equipararía las parejas homosexuales al matrimonio entre personas hetereosexuales.
Entre las consecuencias, están que "haría que se retrasase muchísimo la investigación científica de los próximos 30 ó 40 años", la "multiplicación de conductas homosexuales en la población general" y que si "los modelos culturales se multiplican en el sentido de hacer una apología de la conducta homosexual como parece, lo lógico es que la gente joven que venga detrás, expuesta mayoritariamente a esos modelos, lo más probable es que tengan muchas dificultades para encontrar su propia identidad sexual".
-¿Cómo se puede abordar el estudio del comportamiento homosexual?
Aquilino Polaino: Hay que abordar el estudio del comportamiento homosexual con lo que hoy tenemos de conocimiento en el ámbito de la ciencia, la psicología y de la psiquiatría. Y con esa perspectiva se ha cometido un enorme error al desclasificar los trastornos de la identidad sexual o comportamiento homosexual por varias asociaciones científicas. ¿Por qué? Porque todavía hay una demanda cada día más alta de los personas que van a los profesionales pidiendo ayuda, y si piden ayuda es porque lo están pasando mal.
Es decir, el comportamiento homosexual es un comportamiento polivalente, poliédrico, muy complejo que casi siempre tiene sesgos y dimensiones de tipo psicopatológico, que muchos de ellos son capaces de hacer una terapia y salir adelante aunque, en general, no tiene buen pronóstico y hay que dedicar muchas horas. En España, en la actualidad hay muchísimas personas que han pasado por esa mala identidad sexual o por una cierta práctica de conducta homosexual y ahora están en tratamiento.
Por tanto yo creo que hay que admitir que hay una patología fundamentalmente al principio de la afectividad y secundariamente de la conducta sexual. La afectividad y la sexualidad van siempre juntas, lo que pasa es que en nuestra cultura se han separado y me parece que esto ha hecho un gran daño a la unidad de la persona humana y hay personas que quieren ver sólo la conducta homosexual como una conducta alternativa de satisfacción sexual. Pero esto no es cierto porque hay un hecho diferencial insalvable, y es que las personas estamos moduladas como hombre o como mujeres y no hay un tipo mixto.
Esa modulación, por otro lado, es enriquecedora porque nos abre a la diversidad de los géneros, y si somos diversos los hombres y las mujeres es porque podemos completarnos. Si tanto desde el punto de vista afectivo como de la atracción sexual el hombre y la mujer fueran indeterminados o no estuvieran modulados de forma diversa, no habría esa atracción, ni esa diversidad, ni esa complementariedad y entonces estaríamos yendo de facto a una especie de unisexo cultural y no procreativo que probablemente acabaría con la especie.
-¿Qué consecuencias sociales tendría en su opinión la aprobación de la ley que equipararía al matrimonio la unión entre homosexuales?
Aquilino Polaino: Creo que sembraría aún más la confusión que existe sobre este problema en la sociedad actual y haría que se retrasase muchísimo la investigación científica de los próximos 30 ó 40 años.
Ese no es el efecto más nocivo, porque además, lo peor es que habrá una cantidad de personas que van a sufrir como consecuencia de esa ley porque se le va a dar un estatuto que por otra parte es contra naturaleza, ilegítimo, y por tanto es una ley que no está fundamentada en lo que tiene que ser una ley, que es una información de la recta razón acerca de las diversas cosas que hay en este mundo para lograr un bien común mejor y como va contra eso, esa ley, en principio para mi no es una ley.
Va a generar consecuencias nefastas porque hay muchos chicos y chicas, adolescentes y preadolescentes e incluso menores de edad, que no tienen una buena identidad porque no se ha vertebrado eso con la necesaria educación de los padres, educación sexual, o que han tenido una sensibilidad afectiva enormemente tierna y vulnerable y entonces han tenido experiencias afectivas por ejemplo de poca relación con el padre en los chicos y una sobreprotección exagerada por parte de las madres, y esa afectividad que está tan distorsionada es la que luego va a condicionar la atracción por personas del mismo sexo. Si esto está sancionado por ley, entonces la "ejemplaridad" de esta ley lo que va a ser es a convertirse en una carga patógena, capaz de generar una multiplicación de conductas homosexuales en la población general.
-Desde el punto de vista médico, ¿cómo es el desarrollo de un niño que crece en el seno de una familia de padres homosexuales?
Aquilino Polaino: Sobre esto hay muy pocos estudios hechos porque no hay la perspectiva histórica suficiente, pero si en los que están más acreditados y son más rigurosos desde el punto de vista de la ciencia, se puede decir que se aumenta en un 40% la promiscuidad sexuales con ambos sexos, que aumenta más de un 35% ó 40% sobre la población que ha crecido con una familia intacta la desviación hacia un comportamiento homosexual al llegar a la adolescencia y por tanto que se multiplica muchísimo los problemas de identidad de sexo y de género.
Esto sirve para aumentar mucho más la patología, por no decir que muchos de esos chicos también van a tener problemas de adaptación social, porque en un colegio, un chico que tenga dos padres o dos madres naturalmente en España va a seguir siendo excepcional como en todo el mundo, teniendo en cuenta que la incidencia de homosexualidad en el mundo no llega al 1 ó 1,5%. Esto no significa que pueda haber un rechazo escolar por parte de compañeros, lo cual es añadir más patología todavía a la que es ya muy grave que es la identidad de género y la identidad de sexo.
-¿La homosexualidad es algo genético o se adquiere en el desarrollo de la persona como afirman algunos expertos?
Aquilino Polaino: La homosexualidad se adquiere en el desarrollo de la persona. Hasta ahora no hay ninguna prueba que haya sido verificada a nivel científico, tanto en investigación de diferenciación del sistema nervioso central como de algún indicador hormonal que sea diferente en las personas con conducta homosexual y por tanto ni tiene carga genética demostrada en este momento, ni carga hormonal, ni carga cerebral. Esto quiere decir que lo único que nos queda es apelar al aprendizaje, al desarrollo evolutivo de la emotividad, que es lo que me parece que está todavía muy en mantillas y a la interacción padres e hijos, así como la exposición a modelos culturales.
Si con esta ley, los modelos culturales se multiplican en el sentido de hacer una apología de la conducta homosexual como parece, lo lógico es que la gente joven que venga detrás, expuesta mayoritariamente a esos modelos, lo más probable es que tengan muchas dificultades para encontrar su propia identidad sexual y por eso yo lo que aseguro es que con esta ley, si se aprueba y se pone en práctica, sino se conculca, entonces se multiplicará enormemente las conductas homosexuales.
-¿Se puede curar la homosexualidad?
Aquilino Polaino: Sí, aunque con matizaciones. La homosexualidad se puede curar cuando la propia persona que tiene conducta homosexual se esfuerza por ello y lucha por ello porque no se siente a gusto en esa función. También cuando su experiencia, su trayectoria en la conducta homosexual ha sido relativamente escasa, corta, esporádica. También cuando está dispuesto a resolver su problema afectivo y muchas veces otros problemas sobreañadidos, como el factor por ejemplo el factor obsesivo-compulsivo o las crisis de ansiedad o las fobias sociales. Todo esto hay que empezar a cambiarlo. Por tanto yo diría que el pronóstico es favorable a largo plazo, haciendo terapia especializa por personas que conozcan como tienen que trabajar y por un tiempo que no suele ser por debajo de tres años.
-Recientemente, la Asociación Víctimas del Aborto ha publicado un libro titulado "Yo aborté", en el que usted escribe un artículo sobre el síndrome post-aborto en los hombres. ¿Podría hablarnos de este síndrome?
Aquilino Polaino: Son personas que han abortado y uno descubre en la clínica que después de haberse producido el aborto 20 años atrás y de no haber hablado en absoluto de ese tema porque lo habían pasado, como se cuenta en uno de los capítulos del libro. Sin embargo permanecen los sentimientos de culpabilidad, la horrorosa vivencia de que han asesinado a su propio hijo y que eso no tiene perdón y por eso esas mismas personas se culpabilizan tanto que aunque hayan puesto los medios, sean creyentes y se hayan confesado, piensan que no se pueden perdonar a sí mismos lo que han hecho. Lo cual siempre es una siembra de factores que predisponen al padecimiento de depresiones muy graves, a estar resentidos consigo mismos, a no aceptar su propia vida como la han vivido y por tanto a tener una quiebra en la continuidad del sentido biográfico de su propia historia personal.
María Gudín, "Comprender y sanar la homosexualidad", Aceprensa, 8.XII.04
>> “Hace unos años nuestra actitud cultural hacia la homosexualidad era de escándalo e incomprensión. Ahora tenemos aceptación con incomprensión”. Estas frases tomadas del libro “Comprender y sanar la homosexualidad” del psicólogo americano Richard Cohen definen el propósito del autor. Cohen enfoca la homosexualidad a la luz de la propia vivencia personal. Después de haber vivido varios años como homosexual activo recanaliza su orientación sexual y llega a asumir una conducta plenamente heterosexual.
El autor considera la homosexualidad como un síntoma que pone de manifiesto un trastorno subyacente de la afectividad. Y pasa a examinarlo detenidamente a través de su propia vida y la de otros muchos pacientes homosexuales que, deseando superar esta tendencia, han buscado ayuda y han logrado también el cambio de orientación sexual.
Cohen, casado y con tres hijos, es licenciado en Psicología Terapéutica y dirige la Fundación Internacional para la Curación, que realiza programas educativos, consultas y seminarios.
Una decisión ideológica
Richard Cohen se enfrenta a una serie de mitos que se proponen como dogmas inmutables en torno a la homosexualidad: «Es un principio muy simple que funciona así: si repites cualquier cosa durante el tiempo suficiente y lo gritas suficientemente alto, con el paso del tiempo se aceptará que es un hecho. Algunos ejemplos de estas grandes mentiras que han pasado de ser mitos a ser hechos incontrovertibles son: “Los homosexuales nacen así”, “Si eres gay siempre serás gay”, “Los homosexuales no pueden cambiar”, “El 10% de la población es homosexual”».
El cambio con respecto a la homosexualidad se originó en la década de los setenta, cuando en medio de un gran debate la homosexualidad pasó de ser considerada un trastorno de conducta a una nueva orientación sexual, tan legítima como la heterosexual.
Así, en 1973, la homosexualidad fue retirada del catálogo internacional de enfermedades psiquiátricas, el DSM (Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders), en medio de una gran controversia. Hasta ese momento, la homosexualidad había sido considerada como un trastorno psíquico. La decisión fue polémica, y se inició en un Congreso de la Asociación Psiquiátrica Americana (APA) en San Francisco, la ciudad que se jacta de poseer la mayor población “gay” del mundo. En esa ocasión, el Centro de Congresos de San Francisco, donde tuvo lugar la reunión de la APA, fue literalmente tomado por activistas de la comunidad “gay” que impidieron el curso normal de las sesiones. Psiquiatras de reconocido prestigio que se dedicaban al estudio y tratamiento de la homosexualidad vieron boicoteadas sus intervenciones. Este cambio no estaba tan claro y de hecho sólo consiguió el 58% de los votos. La exclusión de la homosexualidad del catálogo de enfermedades psíquicas fue una decisión política tomada bajo presiones, no la conclusión de un análisis científico y racional.
En los años siguientes, la homosexualidad fue retirada de la lista de enfermedades de la Organización Mundial de la Salud. En 1986 se retiró también del DSM la paidofilia, es decir, la atracción sexual hacia los niños.
Todo esto ha conducido a que hoy en día se acepte por una gran parte de la población que la homosexualidad es un modo de ser natural, normal e innato.
Sin base neurológica o genética
La mejor evidencia para desechar una teoría es la experiencia. Hoy en día sabemos que hombres y mujeres que querían dejar de ser homosexuales han cambiado, para ser heterosexuales. Terapeutas que han afirmado obtener resultados satisfactorios con sus tratamientos son, entre otros: Bieber (1), Soccaridis (2), Nicolosi, Hatteter, Gershman (3), Hadden (4), Hamilton, Van der Aardweg (5), Barnhouse, Ellis (6), etc. La mayoría de estos autores han publicado sus trabajos antes de la exclusión de la homosexualidad del DSM en 1973.
El libro de Richard Cohen incorpora datos actuales y la propia experiencia personal. Cohen revisa los estudios que configuran a la homosexualidad como una situación genética de la que es imposible escapar. Los estudios que confieren a la homosexualidad una carga estrictamente genética son tres: el informe LeVay, el informe Baylyie-Pillard, y el informe Hammer; los tres han sido rechazados finalmente por la comunidad científica como faltos de rigor y poco concluyentes (ver servicios de Aceprensa 67/99, 45/94, 35/96). Actualmente, no hay datos para afirmar que la homosexualidad sea un trastorno orgánico, con base hormonal o neurológica.
Richard Cohen, además de revisar los trabajos que atribuían una base neurológica o genética a la homosexualidad, reúne una serie de estudios de diverso tipo que clarifican que la conducta homosexual no es algo normal ni natural. Así, entre otros datos impactantes recoge los que siguen. El instituto Kinsey publicó un estudio acerca de varones homosexuales que vivían en San Francisco. Indicaba que el 43% de los estudiados a lo largo de su vida habían tenido relaciones homosexuales con 500 o más hombres. El 79% manifestó que más de la mitad de sus compañeros sexuales eran personas que no conocían previamente (7). Una encuesta de la Asociación Americana de Salud Pública reveló que el 78% de los homosexuales habían padecido una enfermedad de transmisión sexual (8). Un informe de la Asociación Nacional de Gays y Lesbianas afirmó que el alcoholismo y el abuso de drogas es tres veces mayor que entre los heterosexuales (9).
Parejas infieles
Más datos: dos terapeutas homosexuales masculinos realizaron una encuesta sobre 156 parejas de varones. Descubrieron que el 95% de las parejas eran infieles y que el 5% de las fieles no habían permanecido juntas más de cinco años. Esta estadística es clara si se tiene en cuenta otras realizadas sobre la fidelidad en parejas heterosexuales. El “American Journal of Public Health” publicó una encuesta realizada a más de dos mil personas y reveló que en un periodo de cinco años sólo un 6,4% de las parejas heterosexuales fueron infieles. El National Opinion Research Center de Chicago publicó que, sobre 3.500 encuestados, entre un 3% y un 4% tenía un amante distinto a su cónyuge. Estos resultados contrastan con el 95% de las parejas homosexuales infieles.
A estos datos recogidos en el libro de Cohen, podemos añadir distintos artículos en la literatura científica. Recientemente, en un artículo que revisa los abusos sexuales cometidos por padres adoptivos, el 60% eran abusos de tipo homosexual (10). Por otro lado, según el informe realizado por el John Jay College of Criminal Justice (City University of New York) sobre los abusos sexuales contra menores cometidos en la Iglesia católica americana, resulta que los abusos eran, en su mayor parte, contra niños (81% de los casos) y de naturaleza homosexual (cfr. Aceprensa 36/04).
Estos hechos, que se encontran en la prensa especializada, no se difunden ni se comentan en los medios de comunicación que llegan al amplio público. Y, cuando se citan, todos los problemas de la homosexualidad se atribuyen al rechazo social y se culpabiliza a la sociedad, que condena al homosexual al ostracismo.
La terapia del cambio de orientación
El libro de Richard Cohen no se queda en el problema de la homosexualidad, sino que ofrece una serie de soluciones válidas que parten de la propia experiencia del autor.
El libro se divide en tres partes. En la primera el autor relata su propia historia y describe las causas profundas de la atracción hacia personas del mismo sexo. En la segunda parte presenta un modelo de recuperación en cuatro etapas. La última parte trata de cómo curar la homofobia, cómo superar el miedo y el odio a la homosexualidad mediante la compasión y la comprensión.
Entre las causas de la homosexualidad, Cohen –a diferencia del psicoanálisis que incidía en problemas de relación entre padres e hijos y traumas sexuales en la infancia– analiza una serie de variables complejas que conducen a que un individuo experimente atracción hacia personas de su mismo sexo. Entre otras, la variable familiar, entendida como el conjunto de problemas que inciden en una familia, y que a menudo están sin resolver.
Una variable que influye en el desarrollo de la conducta homosexual es el temperamento. Es real que en los varones homosexuales hay una mayor sensibilidad; el niño hipersensible reaccionará con más dolor y frustración ante los temas difíciles que se plantean en la familia. Muchos de los homosexuales varones tienen una naturaleza sumisa, en lugar de un carácter agresivo. También estos niños suelen poseer una inclinación artística; gozar de una naturaleza artística puede ser una carga si la familia rechaza o malinterpreta las dotes del niño.
Cohen señala que entre las causas de la homosexualidad están las heridas recibidas en la infancia y juventud, que clasifica como heridas homoemocionales y heteroemocionales, según sean causadas por familiares o allegados del mismo o distinto sexo. Estas heridas inciden más en sujetos hipersensibles que, al llegar a la pubertad, pueden encontrarse con dificultades para asumir el propio rol sexual. También es posible que tiendan a compensar las carencias afectivas que han sufrido con apegamientos y conductas sexuales desviadas hacia el mismo sexo.
Cuatro etapas
En la segunda parte del libro, el autor se centra en la terapia de reorientación sexual, dividida en cuatro etapas. En la primera etapa el individuo debe evitar la conducta sexual anómala y para ello desligarse del mundo homosexual. Insiste en la necesidad de desarrollar una serie de vínculos sanos y positivos, para lo que es imprescindible contar con un grupo de apoyo. Al final del libro se da una lista de instituciones de apoyo que actúan para sanar la homosexualidad, de distintas organizaciones religiosas y civiles.
En segundo lugar, fase de arraigo, se debe comenzar con una terapia cognitiva, deshaciendo falsos reconocimientos y razonamientos equivocados. Aquí el sujeto debe mejorar su autoestima desarrollando habilidades, identificando sentimientos, pensamientos y necesidades.
Las dos últimas etapas se centran en la curación de las heridas psíquicas que causan esa atracción hacia personas del mismo sexo, y además las dependencias afectivas que, en muchos casos, son más importantes que la propia tendencia homosexual. Toda la terapia de Cohen tiene una base profundamente espiritual. Cohen afirma el valor de la oración, contar con un Dios que es Padre y que ayuda al que de manera recta busca solucionar su problema.
El libro de Cohen finaliza refiriéndose a la homofobia y a los problemas que se producen en las familias y entidades que se encuentran con un individuo homosexual. Hay que deplorar que las personas homosexuales sean objeto de expresiones malintencionadas y de actuaciones agresivas. La dignidad propia de cada persona siempre debe ser respetada en las palabras, en las legislaciones y en las acciones. Sin embargo, tampoco se puede admitir que la más mínima crítica hacia la conducta homosexual, o el intento científico de profundizar en ella, sea calificado como homofobia. Hay que dar paso a una investigación verdaderamente libre de prejuicios, en la que se estudie si muchos de los casos aparentemente incurables de homosexualidad tienen posibilidad de solución, mediante técnicas de psicoterapia.
Richard Cohen. “Comprender y sanar la homosexualidad”. LibrosLibres. Madrid (2004). 360 págs. 18,95 €. T.o.: “Coming Out Straight”. Traducción: José Antonio Ullate.
María Gudín es especialista en Neurología.
Tomado de Aceprensa 155/04
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(1) Bieber I, Bieber TB. “Male homosexuality”. Can J Psychiatry. 1979 Aug; 24(5): 409-21.
(2) Socarides CW. “Some problems encountered in the psychoanalytic treatment of overt male homosexuality”. Am J Psychother. 1979 Oct; 33(4): 506-20.
(3) Gershman H. “The use of the dream in the therapy of homosexuality”. Am J Psychoanal. 1971; 31(1): 80-94.
(4) Hadden SB. “Group psychotherapy with homosexual men”. Int Psychiatry Clin. 1971; 8(4): 81-94.
(5) Ver servicios 45/94 y 35/96.
(6) Ellis A. “The effectiveness of psychotherapy with individuals who have severe homosexual problems”. Consult Psychol. 1956 Jun; 20(3): 191-5.
(7) A. Belly A. & M. Weinberg, “Homosexualities: an study of diversities between men and women”, Simon & Schuster, New York (1978), pp. 308-312.
(8) E. Rueda, “The Homosexuals Network: Public and Private Policy”, Old Greenwich, CT (1983).
(9) D. van Pelt. “Gay are more prone to Substance Abuse”. Insight, 1990, p. 53.
(10) Cameron P. “Molestations by homosexual foster parents: newspaper accounts vs official records”. Psychol Rep. 2003 Dec; 93(3 Pt 1): 793-802.
Posturas “científicas” e ideología
El pasado julio la Asociación Americana de Psicología (APA) emitió un comunicado en el que se pronunciaba a favor del matrimonio entre homosexuales y su derecho a la adopción, y condenaba las leyes que dan distinto tratamiento en estas áreas a los heterosexuales y a los homosexuales. La APA manifestaba que “es injusto y discriminatorio negar a las parejas del mismo sexo el acceso al matrimonio y sus correspondientes beneficios, derechos y privilegios”.
Esta resolución de la APA se basaba en las recomendaciones de un “Grupo de trabajo sobre las familias y relaciones del mismo sexo”. Este comité estaba formado por los siguientes miembros, todos activistas del movimiento “gay”:
— Dr. Armand Cerbone, que había sido premiado por la Society for the Psychological Study of Lesbian, Gay, and Bisexual Issues, por sus destacados servicios al movimiento “gay”.
— Dra. Beverly Green, que fue directora de “Psychological Perspectives of Lesbian and Gay Issues”.
— Dra. Kristin Hancock, que es miembro fundador de la sección 44 de la APA, grupo dedicado a los temas homosexuales, y autora de “Directrices para la Psicoterapia con lesbianas, “gays” y bixesuales”.
— Dr. Lawrence A. Kudeck, miembro del comité editorial de “Contemporary Perspectives on Lesbian, Gay, and Bisexual Psychology”.
— Dra. Candace A. McCullough, una lesbiana sorda que convive con su pareja Sharon Duchesneau, también sorda. Adquirieron notoriedad cuando Duchesneau se sometió a una inseminación artificial de un donante también sordo, para tener más probabilidad de conseguir un hijo que fuera sordo de nacimiento (cfr. “Washington Post”, 31-03-2002). Duchesneau y McCullough no consideran que la sordera sea una discapacidad, sino una identidad cultural. Querían un niño que encajara bien en la comunidad de sordos.
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Información tomada de www.narth.com, página web de la National Association for Research & Therapy of Homosexuality.
John Harvey, "La atracción homosexual en el niño", Zenit, 1.II.04
>> Entrevista al padre John Harvey, Oblato de San Francisco de Sales, fundador de "Courage", un apostolado católico para adultos que se sienten atraídos por el mismo sexo, y co-editor de «Same-Sex Attraction: A Parent’s Guide» (Ignatius) – (Atracción por el mismo sexo: Una guía para los padres). Ha compartido con Zenit la forma en que los padres pueden educar a sus hijos en una sana sexualidad humana.
--Usted ha mencionado que las situaciones familiares pueden contribuir a la atracción por el mismo sexo. ¿Hay alguna diferencia entre los niños que se encuentran en estas situaciones y los jóvenes que eligen experimentar la homosexualidad por influencia social?
--Padre Harvey: Hay una diferencia significativa entre un niño con atracción por el mismo sexo debido al ambiente familiar y aquel que lo hace por experimentar.
La diferencia es que los jóvenes que eligen experimentar son comparativamente pocos, incluso aunque parezca que se haya convertido en algo «fenomenal» a nivel de instituto (preparatoria) y universidad. Hablando en general, hay una alta probabilidad de que aquellos que lo hagan por experimentar tengan atracción por el mismo sexo y lo expresen en el periodo de la universidad.
No es común que alguien que piense que es heterosexual y venga de una familia sana dé el paso a la experimentación. Un trauma, como la violación de un o una adolescente, puede llevarle a sentir atracción por el mismo sexo en vez de por el opuesto.
Algunas veces hay un periodo en la adolescencia en el que aquellos que no se sienten atraídos por el sexo opuesto intentan una relación con el sexo opuesto, y no funciona. Descubren también que tener sexo con alguien del sexo opuesto no cura la atracción por el mismo sexo.
Algunas de las influencias sociales que llevan a la juventud a engancharse al comportamiento homosexual se pueden remontar al instituto (preparatoria). Muchos se sienten solos porque sienten atracción por el mismo sexo y no tienen buena cabida en el grupo. En la universidad, caen en un grupo de gente con atracción por el mismo sexo, que se consideran unos a otros como compañeros. Llegados a este punto, la experimentación puede darse entre personas que ya estaban predispuestas.
Cuanto más lo estudiamos, más nos percatamos de que la influencia del hogar tiene lugar muy pronto, en la secundaria, e incluso antes.
Pero es importante recordar que los adolescentes que piensan que sienten atracción por el mismo sexo, no están condicionados para el resto de su vida. Dicen que son «gays», pero puede que no lo sean.
Cuando los adolescentes dicen que se sienten incómodos entre sus compañeros del mismo sexo y se sienten atraídos por ellos, suelen también haber tenido dificultades de relación e identificación emocional y psicológica con su progenitor del mismo sexo -- sólo que la realización de esta relación tensa no se manifiesta hasta mucho más tarde.
Debe observarse que la atracción por el mismo sexo puede también generarse por la relación del niño con el progenitor del sexo opuesto.
En los años que he pasado ofreciendo consejo a mujeres que sentían atracción por el mismo sexo, me he encontrado a un gran número de ellas que creían que dicha atracción se debe principalmente a la relación con su padre. Ambos progenitores tienen una gran influencia en el sentido de identidad de uno mismo. Puede también haber otras experiencias traumáticas fuera de la familia que contribuyen al desarrollo de la atracción por el mismo sexo.
Aunque la mayoría de los casos de atracción del mismo sexo comienzan en la niñez, el periodo de la adolescencia se vuelve crítico: o el adolescente se inclina a actuar como homosexual, o el adolescente consigue ayuda y aprende a vivir una vida casta.
El adolescente también puede trabajar de modo gradual para superar o al menos minimizar su atracción homosexual con la ayuda de un buen terapeuta y un director espiritual.
--¿Qué se puede hacer por los hijos que tienen vidas familiares estables pero que comienzan a experimentar con la homosexualidad por influencia social?
--Padre Harvey: Si los padres saben que su hijo ha experimentado con actos homosexuales, se le debe ayudar a buscar la terapia de médicos de confianza.
Si hay una vida familiar estable en sentido pleno, donde el niño tiene una buena relación con ambos padres, entonces los padres necesitan simplemente seguir con el desarrollo de un ambiente familiar sano mientras permanecen atentos a la influencia externa sobre la familia, especialmente sobre el niño.
Estas «influencias externas» pueden emerger en la adolescencia y en los primeros años de universidad, cuando los jóvenes se encuentran en el ambiente universitario donde está considerado como algo «fenomenal» ser homosexual o bisexual. Si el individuo ya tiene cierto grado de atracción por el mismo sexo, puede que se deslice hacia actos homosexuales y, de esta manera, verse seducido por una forma homosexual de vivir.
Un ambiente familiar sano presupone que los niños aprenden a relacionarse bien con ambos padres. Si esto no se ve, hay problemas.
La influencia social y las dificultades pueden tener lugar si un adolescente sale con amigos que no están de acuerdo con los padres del adolescente y no tienen valores cristianos. Los padres necesitan hablar con sus hijos, dar a su hijo una cuidadosa instrucción sobre el fin y el significado de la sexualidad humana, y la belleza del matrimonio como unión de un hombre y una mujer. Pocas veces se hace. Pueden ayudar mucho los escritos de Christopher West sobre la «teología del cuerpo» de Juan Pablo II.
Los padres tienen miedo de decir a sus hijos qué hacer, y a los 18 años tienen la libertad de hacer lo que quieran. Los profesores más perniciosos para los jóvenes son los medios de comunicación.
--¿Qué ayuda se puede dar a los padres que creen que sus hijos están mostrando signos de atracción por el mismo sexo?
--Padre Harvey: Los padres suelen asustarse de que sus hijos tengan atracción por el mismo sexo pero no quieren buscar ayuda profesional para comprobar las tendencias interiores de su hijo.
El problema es que no se da a los padres un conocimiento real de las señales de inclinaciones homosexuales. Cuando alguien externo --un doctor, un psiquiatra, un sacerdote, un amigo-- dice a los padres que su hijo puede sentirse atraído por el mismo sexo, los padres pasan un momento muy duro. No se lo quieren creer.
Muchos padres no escucharán, pero es necesario que algún adulto les haga darse cuenta de que su hijo está gritando ayuda --es necesario que logren ayuda para su hijo y que consigan informarse en qué es la atracción por el mismo sexo--. Hay libros que serán útiles, por ejemplo, el libro de Don Schmierer, «An Ounce of Prevention», (Una onza de prevención).
Los padres son a veces inasequibles, hay mucho de negativa. Los padres no quieren creer que sus hijos se sientan atraídos por el mismo sexo o que sus hijos llevarán un estilo de vida homosexual si no reciben ayuda.
Los padres que han ido más allá de la propaganda, según la cual un estilo de vida homosexual es normal y aceptable, piensan lo difícil que será para ellos y para su hijo. Piensan que no verán el matrimonio de su hijo y a sus nietos, y se sienten muy preocupados.
La manera de tratar a los padres que no entienden o no están dispuestos a ver las señales de la atracción por el mismo sexo es una cuestión muy difícil de responder, porque es muy duro saber qué hacer. Tras hablar unos meses con esos padres, se podrá considerar la forma de ayudar a los padres y al hijo.
Las señales de la atracción por el mismo sexo a veces están muy ocultas. Hay muchos problemas a la hora de interpretar los signos pero, con mucha frecuencia, se puede determinar por la relación con sus padres, sus hermanos y sus compañeros del mismo sexo.
Es muy difícil, porque el hijo con frecuencia no dirá la verdad, sin embargo algo dará a entender a sus consejeros. Algunas veces los adolescentes que están traumatizados lo guardan dentro de sí mismos. Cuando finalmente lo dicen, no importa la...

Me gustaría que respondiese a mi pregunta, creo que la psicología requiere tener mentalidad abierta y mi pregunta fue precisamente por eso en este campo

Im:
Lo que te hace tu novio no está bien. No hay que hacer sufrir a nadie para ver si aguanta o ver si nos quiere o no. La relación de noviazgo es de amor, y hay que procurar amar al otro lo máximo posible y aprender a amar más y mejor cada día.
El noviazgo es una cosa muy bonita, que incluye la madurez de la sexualidad humana y el compromiso con un chico para toda la vida, es decir un amor sin límites, que incluirá en el matrimonio, la donación también del cuerpo y ya en el noviazgo el compromiso espiritual y psicológico con el amado.
La relación de noviazgo sirve para que dos personas se conozcan, para prepararse para el matrimonio.
Es normal que lo que empezó hace de una manera, ahora no siga igual y hay que aceptar la realidad sin forzarla.
El amor entre dos personas requiere el compromiso de querer a la otra persona PARA SIEMPRE. Esto se da en el matrimonio. La sexualidad humana es plena cuando se compromete el cuerpo y el espíritu de dos personas, para siempre. No es amor salir con uno en tanto en cuanto me “apetezca”. Eso es una sexualidad inmadura, por mucha frecuencia de actos sexuales que compartan. Aunque sus pieles se rocen frecuentemente, los espíritus de esas dos personas viven alejados y separados y no disfrutan de la verdadera sexualidad de la pareja.
La sociedad de hoy nos engaña a muchos pretendiendo decir que lo único que existe en el amor humano es el acto sexual. Claro, así mercantilizan el sexo y sacan beneficio: condones, pornografía de todo tipo: internet, revistas, clubes, etc.
El sexo descontrolado es peligroso pues no libera de nada, es más es como una droga que requiere cada vez más de nuevas sensaciones, nuevas experiencias, etc. Y que cuanto más tienes, mas quieres. La capacidad sexual radica en el cerebro, y este nunca se siente satisfecho, aunque los órganos sexuales estén extenuados. Es como pretender apagar el fuego con gasolina.
Además, no es verdad que haya que probar las relaciones sexuales con un chico para saber si le queremos o no. El sexo funciona más o menos igual con todos los chicos y no hace falta “probar”. Sólo podría haber problemas con esto si uno de la pareja tiene problemas físicos graves.
Más que fijarte en el aspecto exterior de un hombre, o sea, de piel par fuera, fijate en sus valores, en su personalidad, si es simpático, si es generoso, si es trabajador, si es sincero, si es optimista, si es elegante, si es solidario, etc., etc. ESO SÍ QUE SON LOS PARÁMETROS EN LOS QUE TIENES QUE PONER TUS OJOS DE MUJER.
Si me escribes diciendo que ahora no te encuentras a gusto, ES EL MOMENTO DE DEJARLO. No te engañes a ti misma: NO CAMBIARÁ.
San Agustín aconsejaba para tomar decisiones importantes así: Piensa en el final de tu vida cuando seas una ancianita que recuerda todas las cosas de la vida que hizo y de lo que está orgullosa de haber hecho. ¿Te sentirás orgullosa de haber roto con ese hombre o te sentirás culpable y mal de no haber roto?. Contéstate tu misma. No te engañes tu sola. Puede que sea más o menos difícil ahora, pero cuanto más tiempo lo alargues más difícil será.
Tienes un problema de amor hacia ti misma, de autoestima. Ya tenemos una ventaja. Lo hemos detectado, y ahora será muy fácil que lo llegues a superar.
Por tanto, tenemos que aprender a amarnos a nosotros mismos.
Lo primero es NO CULPABILIZARTE DE TU PASADO. El pasado ya se fue, ya no existe. Da gracias a Dios de haberlo vivido y de poder sacar experiencias de él para AHORA. Si tu pasado fue duro, ahora puedes ser más fuerte y tener una experiencia valiosísima.
No te preocupes por EL FUTURO. Vive al día. Haz las cosas con tu mejor intención. Si no salen como tu quisieras, acéptalo. No tienes tu la culpa. Las personas reaccionamos a veces mal. Tú sigue haciendo el bien.
Aprende a CONTROLAR TU PENSAMIENTO. Cuando percibas que te estás diciendo a ti misma: “Fracasarás” “Eres una inútil” y cosas por el estilo, piensa. Estoy haciéndolo mal. Lo que sí es ahora un fracaso es estar pensando eso. Piensa en algo que te guste: una canción, una puesta de sol, una sonrisa que te dio una persona, el interés de que seas feliz del que esto te escribe, o otra cosa parecida.

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