¿Cómo recuperar la confianza perdida por mi pareja?

He estado casi siete años con una chica, desde que empezamos hemos tenido algunas veces problemas por nuestra forma de ser, ella me contó que en instituto había repetido dos veces el mismo curso (siendo una gran estudiante) y se había venido abajo, dice que esos dos años lo paso fatal y que tenia ansiedad y estaba deprimida, fue al psicólogo varias veces y no le valió de nada, cuando empezó la carrera estaba mal por que creía que no iba a valer y ese primera año lo paso fatal aunque le fue bastante bien en los estudios, ese verano me empezamos salir juntos (éramos amigos anteriormente) y para los dos fue increíble, nunca había estado tan a gusto tan ilusionado por una persona y a ella se le veía igual. Teníamos nuestras tonterías pero iba todo bien, pasaron como tres años cuando ella empezó a trabajar y bueno se empezó a enfriar todo, estábamos bien juntos y yo no sabia como hacerla de ella la veía sin ilusión y claro yo lo pasaba mal, le pregunte que si quería tiempo y me dijo que si, le dije que si era por alguien y me dijo un compañero del trabajo andaba detrás de ella, yo me quede fatal, acabamos de comprar un piso y era una mierda, yo no me aleje de ella, reaccione mal y le suplicaba pensara bien las cosas, al mes cuando vio que estaba yo mejor quiso volver conmigo, me daba miedo pero yo sabia como era, total que estuvimos dos años buenos, con nuestras cosas pero en mi casa casi nunca había nadie por las tardes y lo pasábamos juntos(vivimos a pocos metros), empecé a trabajar fuera con lo que nos veíamos los fines de semana y claro no teníamos donde estar, ella empezó a salir con la gente del trabajo y empezó a prestarme menos interés y se enfadaba por tonterías y empezó a tener detalles feos, cuando hable con ella me dijo que no me quería y no sentía nada por mi, que lo mejor era dejarlo por un tiempo, ah los pocos días le pregunte que que había pensado me dijo que no quería saber de mi y no quería verme de momento, estuve llamándola los tres primeros meses pero yo estaba muy hundido solo empeoraba las cosas, la presione mucho y ya tome la decisión de olvidarla, de vez en cuando hablábamos perdonada de nosotros y no nos veíamos nunca. A los seis meses de dejarlo me llamo para quedar y ver que hacíamos con el piso ella sabia que estaba en casa esa semana y que empezaba a trabajar en la costa durante un año, nos vimos y lloraba decía que le daba pena, pero que era mejor a, hablamos y la vi mal, los dos lloramos y nos despedimos, a la semana la escribí con la idea de hacerle sentir bien le dije sus cosas buenas y lo que la quería y que sabia que aunque estuviéramos separados volveríamos juntos, empezó a llamarme y vino un fin de semana a verme por que yo tenia claro que no era malo e incluso la convencí de que había tenido una buena idea . Fue un fin de semana increíble, recordé todo lo bueno que tenia y le dije de volver, me dijo que mejor no que no quería hacerme daño, volvió al siguiente fin de semana y me dijo que gracias por haberla entendido y querer volver con ella, me prometió que nunca volvería a pasar y que no se cerraría en si misma y se dejaría llevar por mí los cuatro meses pusimos fecha de boda, me daba miedo pensé que era mucha presión y que cualquier cosa lo podía estropear todo y así a sido estos últimos cuatro meses hemos estado bien, hasta que me he vuelto a cambiar de trabajo y he vuelto a casa de mis padres a vivir para estar los dos cerca. Se acabo la intimidad, me cuesta adaptarme y ella no me ayuda, empieza a pasar de mi, yo estoy todo el tiempo en casa con mi padre y ella sigue haciendo su vida . Se lo digo y no le importa, le digo que así no nos podemos casar, que necesito que este a mi lado, me dice que quizás si yo paso de ella y la dejo a su aire sabrá como pienso yo, le digo que yo no soy y que ceda un poco por mi y se centre más, me dice que no va a cambiar que son rachas que ella tiene y lo dejamos . A los cinco días viene a mi casa y me dice que he pensado le digo que nada que así no podíamos estar, se va y le dice a su madre llorando que no hay boda, su madre llama a todo el mundo para decirlo . A las dos horas la llamo para hablar yo no se nada y le digo que debemos hablar y ver que nos pasa que yo no he actuado bien por que es mucho cambio para mi, me dice de atrasar la boda, le digo que no es necesario que tenemos tiempo me dice que quiere estar conmigo que no se ve con nadie que no sea yo pero que no nos podemos casar y ya me cuenta lo de su madre .me quedo hecho una mierda y la llamo al día siguiente y me lo rechaza. A los cinco días me llama y quedamos me dice que quiere seguir adelante, pero que era mejor ir a terapia de pareja, le digo que si, me dice que quiere ir despacio sin agobios . La llamo a los dos días y me dice que no lo tiene claro, que me quiere ver pero como amigos que esta hecha un lió nos vemos y la veo totalmente cerrada, a la semana la veo y ya me dice que no quiere verme que no la puedo ayudar y que me olvide de las promesas que me hizo cuando volvimos juntos, nuestros amigos me dicen que no merece la pena que es egoísta y muy rara, yo se que esto no es normal pero ella no es mala, es una gran persona pero ante los problemas solo ve las cosas negativas y se cierra en ese circulo y ya lo hace de forma automática, incluso su hermana me ha dicho que no se a meter más por que no quiere llevarse mal con ella, pero me entiende perfectamente, y me dijo que las influencias que tiene ella no son buenas en el sentido de que sus amigos no cuadran sentí mental mente con nadie . Mira tenemos los dos 28 años pero cuando no lo parece. ¿Cómo puedo ayudarle que puedo hacer para recuperar su confianza?. Muchas garcías por tu ayuda, espero impaciente tu respuesta

1 Respuesta

Respuesta
1
Ya llevas 7 años con esa mujer y no has sido ni eres feliz. Por lo que cuentas, todo el tiempo ha habido problemas. ¿Crees qué eso cambiará algún día en el futuro de ahora en adelante? La respuesta es NO, NO, NO, NO CAMBIARÁ.
El noviazgo está hecho para conocerse mutuamente. Sí hay que ayudar a la otra persona en lo que podamos, pero NO TENEMOS QUE CARGAR TODA LA VIDA CON UNA MUJER QUE NO NOS VA A HACER FELIZ.
Si esa mujer tiene problemas de madurez o de lo que sea, tú no eres su médico ni estás en el mundo para curarla. No puedes y no sabes. La sexualidad humana incluye valores tales como el compromiso duradero, la sinceridad, la fidelidad, el buscar el bien del otro antes que satisfacer los propios deseos animales de uno mismo y el utilizar el sexo de forma responsable y con una finalidad humana.
Por tanto si esa mujer no tiene claros estos conceptos, difícilmente podrá tener y cuidar hijos e hijas que sean felices en el futuro. Los que tenga serán tristes e infelices como ella. Y a ti te hará un desgraciado toda tu vida.
Te recomiendo que te leas el libro "Amor y responsabilidad" de Karol Wojtyla. Ahí te descubre cómo usar el sexo una persona de forma que la parte animal queda sometida a la parte racional y no al revés.
Te recomiendo que visites www.interrogantes.net y hallarás muchas cosas interesantísimas sobre la autoestima, el amor, las relaciones sexuales, etc.
Te voy a adjuntar también un extracto que he sacado del libro Para Salvarte de Jorge Loring. Puedes consultar sobre el P. Loring en www.arconet.es/loring. Te pongo a continuación algo que he encontrado visitando esta página web.
68,9. Sobre el noviazgo puede ser interesante mi vídeo: El éxito en el noviazgo[1] .
La elección de tu pareja es cosa tuya. Pero debes hacerla con mucha cautela. No te fíes de los flechazos, que son muy bonitos para novelas y películas, pero en la vida real poco útiles para hacer, ellos solos, felices a los hogares. Tampoco te fíes sólo de tu «vista», que ya sabemos que el amor ciega. Tu madre podría hacerte en esto un excelente servicio. Ella te conoce mejor que nadie; y ella, como nadie, desea tu felicidad; y su espíritu intuitivo verá si la pareja que le presentas podrá hacerte feliz.
Si dudas del acierto de tu madre, consulta con una persona seria, competente y desinteresada. Pero no esperes para consultar al embrujo del amor, pues correrás el peligro de no hacer caso a nadie. Cuando notes que tu corazón se interesa, examina con serenidad antes de que pierdas la lucidez. Además de buscar consejo, debes pedirle mucho a Dios en la oración que te dé acierto en la elección, pues es muy importante no equivocarse en una cosa tan transcendental.
No olvides el proverbio ruso: «Antes de viajar por tierra, ora; si es por mar, ora dos veces; y si te vas a casar, ora tres. Porque en el matrimonio las tempestades y los naufragios son muy frecuentes».
«No se construye un hogar sobre la gracia de una sonrisa, sobre el atractivo de un rostro, sobre la ternura de un instante. Se construye un hogar sobre todo lo que es esencia misma del yo: los pensamientos, los deseos, los sueños, las decepciones, las penas, las esperanzas, las alegrías, las tristezas. El amor implica la puesta en común de todo eso; por ello las relaciones enderezadas a consolidar el amor y a preparar la unión indefectible, deben desarrollarse en ese plan, y exhibir ante el otro ese fondo secreto de sí mismo, cada uno de cuyos elementos favorecerá o perjudicará la futura unión»[2] .
«Durante el estado de enamoramiento quedan notablemente alteradas las facultades perceptivas y deductivas en todo lo que se refiere a la persona amada. Los defectos que existan en dichas personas no se perciben, las cualidades se subliman. La mente ya no está equilibrada sino profundamente inclinada hacia el objeto del amor. El enamorado idealiza a la persona amada y la convierte en el centro de sus aspiraciones. La fascinación que ejerce en ti la persona idealizada puede ofuscarte y ocultarte la realidad. Podéis quedar totalmente ciegos para ver datos y circunstancias que desaconsejan totalmente seguir adelante. La fascinación puede ser engañosa. El amor de un hombre y una mujer es algo muy serio y tiene que construirse sobre cimientos muy sólidos. La fascinación es hermosa, pero pasará pronto. Lo que quedará es la vida. Y esa vida, si la construís con el corazón y con la razón, puede ser todavía mucho más hermosa»[3].
Para casarse, es indispensable amarse; para amarse, es preciso conocerse; para conocerse, tratarse; para tratarse, primero hay que encontrarse.
Muchacha, te aconsejo no dejarte seducir por el cumplimentador hábil, que te fijes a ti misma las condiciones que debe poseer aquél que debe hacerte su esposa. Condiciones sin las cuales tú no aceptarás el compromiso matrimonial. Por orientarte te pongo algunas: Lo que debes valorar ante todo es el valor personal del pretendiente.
Después vienen las demás consideraciones: facha, rango, fortuna. Estos dones no son despreciables, pero no son esenciales. Lo esencial reside en el valor humano y cristiano del chico, es decir, su personalidad. Primero que sea cristiano; cristiano convencido, práctico. Y si es piadoso, mejor. El matrimonio con un incrédulo suscitará conflictos de conciencia. Porque después planteará a los hijos el problema de la fe y las prácticas de piedad. No basta, pues, que esté bautizado. Bautizados, no practicantes, llenan las cárceles, y atormentan a sus esposas. Algunas chicas se han engañado en este aspecto esencial de su prometido y más tarde su esposo.
Conscientes éstas de la irreligiosidad de su novio, han ido al matrimonio, con la ingenua idea de convertirlo. En la mayoría de los casos, el resultado ha sido nulo, cuando no, fuente de disgustos profundos para esa joven esposa. Porque después, cuando esa chica pertenece como esposa al marido frío en materia religiosa, éste quiere imponer su criterio a la mujer, y vienen los impedimentos, las dificultades para que esa joven esposa cumpla sus deberes para con Dios. En ese terreno, y durante las relaciones, se puede mostrar tolerante y no agresivo; pero después se manifestará tal cual es, con sus intolerancias, sus prohibiciones, sus repulsas... Puede suceder que ese pretendiente que tú sabes un tanto irreligioso, no sea violento en sus manifestaciones anticristianas. Pero adoptará un tono insinuante, convincente y persuasivo. Y éste, no es menos peligroso: te acabará por conquistar en ese terreno. La triste experiencia nos lo está diciendo. Jóvenes piadosas y buenas, que se unieron en matrimonio con hombres poco religiosos, o nada practicantes, han terminado por ser ellas igual. Después de esta faceta importante y esencial en el joven que admitas como futuro marido, debes tener testimonio claro de la seriedad y sobriedad del muchacho. Ten cuidado con los «calaveras»; lo seguirán siendo, porque no te creo tan ingenua, que pienses, que así por las buenas, y por ti, va a dejar ese hombre ciertos hábitos que ha adquirido tal vez con larga experiencia: mujeriego, trasnochador, dado a la bebida, etc. El uso de las bebidas alcohólicas es uno de los factores más influyentes en los hogares desgraciados. A la chica le halaga el verse deseada sexualmente. Esto puede inclinarla a ser provocativa, pero debe dominarse. La chica provocativa hace daño a los hombres, pero también a sí misma.
«La belleza física es, ciertamente, un factor importante y, por eso, debes cuidarla y realzarla con esmero y naturalidad, aunque sin exageraciones, extravagancias y descaros. El atractivo sexual atrae a una parte del hombre, pero vosotras queréis como esposo al hombre entero. No olvidéis que los hombres podrán buscar cierto tipo de mujer para divertirse; pero buscan otro muy distinto para casarse»[4] .
Más importante que la belleza es el encanto, la simpatía, la gracia, el estilo, la elegancia, el trato, la sonrisa, los gestos, la dulzura, la ternura, la amabilidad, la delicadeza, etc. La belleza femenina atrae a los chicos, pero no es indispensable para casarse. Los hombres buscan, lo que da realce y valor a la mujer: sus encantos, su feminidad y sus virtudes. Las muchachas deben ser elegantes en su modo de vestir y arreglarse, y ser distinguidas, alegres, discretas y dulces en todo su modo de ser. No descuides tu arreglo personal. Pero no quieras conquistar con sólo tu belleza física. Haz que se enamoren más bien de tus virtudes espirituales. De una mujer bella puede un marido cansarse; de una mujer virtuosa jamás se cansará. Tampoco eligen los chicos a las de carácter autoritario, a las dominantes, a las de tono dogmatizante, a las de gesto seco y rígido. Buscan el encanto, la dulzura, la amabilidad.
«Escúchale cuando él te esté diciendo algo de sí mismo y de sus cosas. Muéstrale atención e interés. Un comentario, una pregunta tuya acertada sobre este tema que él está tratando y..., ya está sintiendo profundamente que tú le comprendes, ya te estás apoderando de su afecto, de su corazón y de todo él»[5] .
A un chico recto no le gustan las caprichosas, las mimadas, las que tienen su cabecita llena de fantasía, cuyo humor cambia a todo viento: hoy alegres, exuberantes; mañana, deprimidas, pesimistas, tristes... Y no te olvides nunca de tu preparación para el hogar. Tu atractivo personal sirve para despertar la inclinación y el amor hacia ti. Pero para que este amor sea perdurable hacen falta además otras cosas. El arte de ser madre es difícil y complicado. Necesita largo aprendizaje.
68,9
Todo lo que contribuya a tener a tu marido contento fortalecerá vuestro amor.
El pudor de la mujer es una de las cosas que más enamoran. Y el encanto del pudor inmuniza de otros atractivos. El pudor es un sentimiento íntimo por el cual una mujer dándose cuenta de la belleza de su cuerpo y del atractivo que ejerce, procura reservarlo para el día que pueda hacer don completo y total de sí misma. Por eso el pudor se refleja en el modo de vestir, en los modales y en todo. El pudor sabe encontrar el equilibrio entre el ir agradablemente vestida y elegante, y lo que resulta llamativo y provocativo. Se suele decir que una mujer inteligente enseña sin enseñar, porque si enseña demasiado, pierde interés lo que enseña.
En los modales sabe ser delicada y atractiva sin resultar excitante ni insinuante. El pudor es la gran muralla que defiende la castidad. Una chica sin pudor empieza con curiosidades malsanas, lecturas enervantes, se permite tocarse de modo impuro, se entrega a caricias, besos y abrazos con los chicos, y cuando en medio del vértigo pierde la noción de lo que hace, viene la caída fatal que llorará amargamente, y la avergonzará para toda la vida.
«Todavía se encuentran hoy bastantes muchachas que no se arrojan en brazos del primer hombre que les gusta, ni creen que deben acceder en todo a las solicitaciones de los jóvenes. Afirmémoslo sin ambages: las jóvenes deben permanecer puras hasta el matrimonio. Las que no aceptan este punto de vista tienen de la vida y del ser humano una visión parcial y limitada... Si un joven tiene el sano ideal de casarse con una muchacha virgen, seguramente no permanecerá indiferente cuando sepa que se le ha mentido»[6] .
«También la mujer tiene derecho a la pureza del hombre. Es cierto que la opinión corriente es completamente diferente; pero la justicia de una opinión sobre las cuestiones de la vida no debe medirse por el número de adeptos»[7] . Las cosas no se convierten en buenas por ser frecuentes.
Mira lo que escribía una muchacha que había guardado inmaculada su pureza: «Exigiré que mi futuro marido se haya guardado como yo misma para nuestro hogar». El mejor regalo de bodas que puede esperar una persona es la virginidad de la pareja con la que se va a casar.
Ahora mis consejos a los chicos.
Frente a los abusos de tantas parejas, hay que volver a la caballerosidad respetuosa con la mujer viendo en ella la futura madre de los hijos, digna de todo cariño, veneración y respeto, y no tratándola como un trapo viejo que se mancha y luego se tira.
Que el día que te cases no tengas que avergonzarte de nada de tu vida pasada.
Quizás oigas alguna vez de un amigote, que para excusar sus desvergüenzas te dice: «Hay que probarlo todo». ¡Absurda necedad! ¿Lo hacemos así con las enfermedades y los venenos? Al que te diga eso dale raticida para que se lo tome. A ver qué contesta. Pues tampoco se puede probar lo que está prohibido. Además, ¿te gustaría que quien te ha de pertenecer para siempre, antes de conocerte, «ya lo hubiera probado todo»? No, ¿verdad? Haces muy bien en pensar así: una mujer lujuriosa te atormentará de celos.
Acuérdate de tu madre. Tu novia ha de ser la madre de tus hijos. Acuérdate de tus hermanas y de tus futuras hijas. Trata a tu novia hoy como te gustaría que los demás las traten a ellas. No exijas de tu novia, con instintos brutales, lo que su virtud, su pudor y su conciencia no te pueden ahora conceder. Una mujer amante de su honra defiende fieramente su pureza hasta en los más mínimos detalles. No quieras tratar a tu novia como a una de esas desgraciadas que venden su cuerpo. ¿Elegirías entre éstas a la madre de tus hijos? Un hombre, como Dios manda, se avergüenza de que su novia sea una prostituta.
Y a una mujer decente la humilla y avergüenza el verse tratada como una tal. Lo que a ella le ilusiona es un amor muy superior: el que culmina en un hogar y en unos hijos. Lo que la mujer espera del hombre es admiración, estima, respeto, veneración, protección. Pero estrujarla para saciar los instintos zoológicos, no es de hombre, sino de bestia. Y lo lógico es que la mujer se enamore de un hombre, no de un animal.
Por eso algunas novias llegan a desilusionarse de su novio y hasta sentir asco por aquel hombre que decía que la quería tanto que tuvo que arrollar su pudor. En cambio sienten sincero amor para con el hombre que tuvo para ella admiración y respeto.
Respeta a tu novia como quieres que se respete a tu madre. Los sacrificios que por el bien de ella te impongas, son prueba de que tu amor es verdadero. Si quieres a tu novia de verdad, debes querer su bien antes que tu gusto. Eso es amarla. Subordinar su honra y su conciencia a tu pasión, no es amor: es egoísmo.
Hay caricias que conducen al acto sexual. Deben evitarse aquellas que ponen en marcha el aparato genital. Evidentemente que no todos tenemos el mismo temperamento, ni reaccionamos de la misma manera. Ni siquiera para nosotros mismos todos los momentos son iguales. Lo que en otro momento, o a otra persona, puede dejar indiferente, para mí, ahora, puede resultar peligroso.
Un chico que quiere a una chica, en lugar de hundirla, rebajarla, profanarla, instrumentalizarla, denigrarla, mancharla con los deseos de su instinto, procura por encima de sus apetencias elevarla, dignificarla, sublimarla. Se preocupa de que sea más piadosa, mejore su formación tanto religiosa como de carácter, voluntad, etc. Es decir, busca siempre lo que a ella la engrandece, nunca lo que la envilece.
Cuando tu novia se niegue a tus peticiones bestiales, no atormentes su cariño con frases como ésta: «es que no me quieres». Todo lo contrario. Porque te quiere, no quiere que manches tu alma con un pecado. Con su resistencia firme y entera te dice: «te quiero tanto y tengo tantas ganas de casarme contigo, que no quiero cometer ningún pecado, para que Dios nos bendiga y podamos llegar un día a unirnos para siempre en el altar».
Mucho cuidado con las mujeres que tratas. Si tu novia es de moralidad dudosa, aunque tú no quieras, ella te hará caer.
Que tu novia no sea para ti fuente de pecados. Tu novia debe ayudarte a ser mejor. Que su recuerdo te proteja de envilecerte moralmente. Su pureza y su virtud deben ser un estímulo para mejorarte, para hacerte digno de ella.
La desvergüenza de algunas mujeres ha llegado a tal extremo que es posible que tu actitud irreprochable en toda esta materia provoque en ellas risitas y bromas de mal gusto. Es lástima que las pobres hayan descendido tanto. Peor para ellas. Pero a ti, ¿qué más te da? «Ésas» no te sirven para nada. En cambio la rectitud de tu conducta te conseguirá la estima de las buenas, que son las únicas que te interesan para buscar entre ellas la madre de tus hijos.
Si ves que tu novia no es mala, pero es una chica frívola y ligera, que se ha dejado impresionar por el cine, y un día se pone insinuante..., dile: «No esperaba eso de ti. Me has desilusionado. Yo te tenía por una chica digna, y veo que eres como todas..., una chica de la calle». Estas palabras han hecho derramar lágrimas a una chica y cambiar radicalmente su conducta.
«La castidad es el arma que tiene el joven (o la joven) para ver si es realmente amado por su novio / a.
»Esto por varias razones:
»-Porque si realmente uno ama al otro no lo llevaría al pecado sabiendo que lo degrada ante Dios, le hace perder la gracia y lo expone a la condenación eterna.
» -Porque es la única forma que tiene un joven o una joven de demostrar verdaderamente que quiere reservarse exclusivamente para quien habrá de ser su cónyuge.
»En efecto, al no aceptar tener relaciones con su novio/a, con quien más expuesto a tentaciones está, menos probable es que lo haga con otro. En cambio, si lo hacen entre sí sabiendo que esto puede llevarlos a un matrimonio apurado o a cierta infamia social, ¿qué garantiza que no lo haga también con otros u otras con quienes no tiene compromiso alguno?
»El no consentir en las relaciones prematrimoniales es un signo de fidelidad; lo contrario puede ser indicio de infidelidad.
»-Finalmente, porque el hacer respetar la propia castidad es el arma para saberse verdaderamente amado.
»En efecto, si la novia solicitada por su novio (o al revés) se niega a tener relaciones por motivos de virtud, pueden ocurrir dos cosas: o bien que su novio respete su decisión y comparta su deseo de castidad, lo cual será la mejor garantía de que él respeta ahora su libertad y por tanto, la seguridad de que la seguirá respetando en el matrimonio; o bien que la amenace con dejarla (y que tal vez lo haga), lo cual solucionará de antemano un futuro fracaso matrimonial, porque si el novio amenaza a su novia (o viceversa) porque ella o él deciden ser virtuosos, quiere decir que el noviazgo se ha fundado sobre el placer y no sobre la virtud, y éste es el terreno sobre el que se edifican todos los matrimonios que terminan desmoronándose.
»Además, la castidad es fundamental para la educación del carácter.
»El joven o la joven que llegan al noviazgo y se encaminan al matrimonio no pueden eludir la obligación de ayudar a su futuro cónyuge a educar su carácter.
»La maduración psicológica es un trabajo de toda la vida. Consiste en forjar una voluntad capaz de aferrarse al bien a pesar de las grandes dificultades.
»Así como los padres se preocupan de ayudar a sus hijos a lograr esta maduración, también el novio debe ayudar a su novia (y viceversa), y el esposo a su esposa.
»El trabajo sobre la castidad es esencial para ello; porque es una de las principales fuentes de tentaciones para el hombre; consecuentemente es uno de los principales terrenos donde se ejercita el dominio de sí .
»Quien no trabaja en esto no sólo es un impuro sino que puede llegar a ser un hombre o una mujer despersonalizados, sin carácter . Y así como no tiene dominio sobre sí en el terreno de la castidad, tampoco lo tendrá en otros campos de la psicología humana.
»El que tiene el hábito de responder a las tentaciones contra la pureza cometiendo actos impuros, responderá a las tentaciones contra la paciencia golpeando a su esposa e hijos, responderá a las dificultades de la vida deprimiéndose, responderá a la tentación de codicia robando y faltando a la justicia, y responderá a la tentación contra la esperanza suicidándose.
»La castidad es esencial porque la verdadera felicidad está fundada sobre la virtud.
»Ahora bien, las virtudes guardan conexión entre sí. No se puede, por tanto, esperar que se vivan las demás virtudes propias del noviazgo y del matrimonio si no se vive la castidad. Si no se vive la castidad, ¿por qué habría de vivirse la fidelidad, la abnegación, el sacrificio, el compañerismo, la esperanza, la confianza, el apoyo, etc?
»La castidad no es la más difícil de las virtudes; al menos no siempre es más difícil que la humildad o la paciencia cuando la intimidad matrimonial empieza a mostrar los defectos del cónyuge que no se veían en el idilio del noviazgo. Por eso la guarda de la pureza es garantía de que se está dispuesto a adquirir las demás virtudes.
»Podemos concluir: el amor que no sabe esperar no es amor; el amor que no se sacrifica no es amor; el amor que no es virtud no es amor»[8] .
Respeta a tu novia, aunque ella no sepa hacerse respetar, ni defender, con su pudor, el tesoro de su pureza.
Es muy fácil decir: «No me importa lo que hayas sido en el pasado». Lo difícil es decirlo de verdad.
Me dijo uno: «Yo muchas veces afirmé que no me hubiera importado casarme con una cualquiera, prescindiendo de su vida pasada. Pero lo decía mintiéndome a mí mismo. Por dentro yo tenía mi ideal de mujer. Lo que pasa es que pensaba que de ésas ya no había, que era un ideal inalcanzable. Por eso, cuando he encontrado a esta chica, que es un ángel, me he ilusionado de tal manera, que me parece que he empezado otra vida».
La afirmación «no me importa lo que haya sido tu vida anterior» debe incluir esta otra: «ni me importa lo que vayas a ser en el futuro».
Pero eso es más difícil, pues a ningún hombre le hace gracia que su mujer le engañe con otro.
Es verdad que una mujer puede arrepentirse de su pasado y cambiar. Santa María Magdalena fue prostituta y después llegó a santa. Pero esto es tan extraordinariamente excepcional, que confiar en una cosa así es muy arriesgado.
Si alguien dice que no le importa la infidelidad de su cónyuge, es porque ha dejado de amar. Precisamente la diferencia entre amor y amistad es que al amigo no le importa compartir con otros a su amigo; pero el amante quiere en exclusiva la persona amada.
Pues bien, si para casarte quieres una mujer decente, ayuda a las chicas a que sean decentes. ¿Por qué una chica que quiere ser decente tiene que luchar tanto contra los chicos que la acosan para que ella ceda? Me decía una chica: «Padre, ¡Qué asco! Todos los chicos vienen a lo mismo. Y si no te dejas, no les interesas». ¡Qué triste es que las chicas tengan ese concepto de los chicos!
Demuestra tú, con tu conducta, que no eres de ésos. Que tú, porque estimas a la mujer decente, quieres ayudar a todas a que sean decentes. Si los chicos, con vuestra conducta, mostraseis que preferís las puras y decentes, ellas, sin duda, cambiarían. Pero como muchos chicos han preferido las libres, para poder abusar de ellas, las chicas se han creído que para casarse tienen que ser libres, y ahora buscáis una chica decente y os cuesta trabajo encontrarla.
Sin embargo, mientras no la encuentres, no te eches una novia.
La felicidad futura de tu hogar no depende ni de la cara, ni del tipo de tu novia; sino de su carácter, de su virtud y de su espíritu cristiano.
Del mismo modo que una belleza inexpresiva y sosa acaba por cansar, una belleza sin virtud acaba siendo aborrecida.
Busca una novia que te guste. Pero no te dejes encandilar por la «fachada», que es pasajera; y si no está sostenida por las virtudes del espíritu, pronto te cansará y perderá para ti todo su atractivo. Aprende a enamorarte del carácter y de las virtudes del alma, que son estables, y son realmente las que hacen digna de estima a una persona. Aprende a estimar más los dones del alma que los del cuerpo.
Puedes casarte con una «estrella» de la pantalla y ser un desgraciado, como tantos divorciados del cine.
En cambio, si te casas con una mujer amable, dócil, servicial, sacrificada, generosa, limpia, discreta, honrada, virtuosa, dulce, femenina, habilidosa, delicada, de buen corazón, que sepa llevar una casa y sea capaz de criar y educar los hijos y, sobre todo, muy cristiana, te profetizo un matrimonio feliz.
En cambio si es una mujer sin moral y sin conciencia, no sabes hasta dónde puede llegar. Tras un exterior muy atractivo, cara preciosa y tipo espléndido, muchas veces se encuentra un espíritu de frivolidad y coquetería, que no es precisamente la mejor garantía para que tu matrimonio sea feliz.
Por eso vale poco el enamorarse del cuerpo, que es amor sexual. Y en cambio hay tantas garantías de éxito en el amor del alma, que es espiritual.
Si tu novia es frívola y ligera, vivirás amargado de sospechas y celos.
No te vaya a ocurrir lo de aquel desgraciado que a los dos meses de la boda se vio abandonado por su bellísima mujer. ¡Había encontrado un partido mejor que su marido!
Cuando salgas con tu novia aprovecha todas las ocasiones para estudiar su carácter y modo de ser. ¿Has examinado si le gustan los niños, si los acaricia, si goza con ellos; o por el contrario le ponen de mal humor? ¿Es trabajadora y sacrificada, o sólo piensa en divertirse? ¿Sabe cocinar y coser? ¿Sabe llevar una casa, o lo único que sabe es bailar mucho y coquetear con el primero que se le acerca? Si no atiendes ahora a todas estas cosas, es muy posible que después de casado te lleves un gran desengaño.
Es muy importante que los novios se conozcan muy bien antes de casarse. Puede una chica tener un gran atractivo corporal, ser muy simpática y desenvolverse con soltura en la vida social, y sin embargo tener defectos que van a hacer sufrir mucho a su marido. Por eso las relaciones deben durar por lo menos de un año a dos. En menos tiempo es muy difícil llegar a conocerse bien y es posible que después de casados aparezcan defectos insospechados que pongan en peligro la felicidad matrimonial.
Ten en cuenta que después de casado apreciarás de distinta manera muchas cosas que atraen ahora tus ojos de soltero, y que entonces querrás en tu mujer virtudes que en el noviazgo no echaste de menos.
Si quieres a tu novia sólo por sensualidad, ese amor será pasajero. A los pocos años de casados ya no os amaréis; a lo más, os soportaréis. En vida de tu mujer serás un viudo del corazón.
Cuando elijas a tu novia, piensa que no la eliges sólo para la luna de miel, sino para diez, veinte, treinta años..., ¡Para toda la vida! En tu novia, más que a la «mujer», busca el «ángel» que haga de tu futuro hogar un pedazo de cielo.
Conozco una pareja muy feliz que se conocieron por coincidir todas las mañanas al ir a misa. Si te enamoras de una chica sinceramente piadosa, tienes mucho adelantado. Y te digo sinceramente piadosa, porque también las hay que unen algunas prácticas de piedad a un proceder, modo de vestir, etc., impropios de la vida espiritual que parecen tener. Esas chicas de piedad superficial tampoco ofrecen garantías suficientes. Los principios cristianos y la rectitud moral deben ser algo muy firme.
Muchas veces he oído quejas de que hoy día las chicas se han echado a perder, que una chica para divertirse se encuentra fácilmente, pero que una chica capaz de hacer feliz un hogar..., de ésas no se encuentran.
¿Y quién tiene la culpa de esto? Ciertamente que muchas chicas, influenciadas por el cine, han perdido el recato y el pudor, que es su mayor atractivo. Pero, ¿no tenemos los hombres nuestra culpa en este «descenso» del pudor femenino?
Las chicas buenas también se quejan de que los chicos prefieren las ligeras, las frívolas, las coquetas, las frescas... Como ellas quieren gustar, si ven que las que tienen éxito fácil son las frescas, ellas se dejan ir por la cuesta abajo. Si los chicos mostraseis claramente que preferís las buenas, las piadosas, las trabajadoras y sacrificadas, las que rezuman pureza, las chicas mejorarían.
Es enorme el bien que haríais a las chicas, si ellas vieran que preferís las buenas; y es enorme el daño que las hacéis, si ellas ven que preferís las frescas.
Sería éste un excelente apostolado: moralizar a las chicas, mostrando más estima por las que son más virtuosas.
Por otra parte, has de saber que las chicas tienen la misma queja de vosotros. Algunos chicos, influenciados por las chicas frescas, creen que para resultar más varoniles e interesantes tienen que mostrarse atrevidos, y esto hace que las chicas buenas -las que necesitáis para el matrimonio- al veros así, no se fíen de vosotros y no se decidan.
De modo que las chicas se hacen frescas para gustar más a los chicos, y los chicos se muestran atrevidos para parecer más interesantes; y después resulta que ni a los chicos os gustan las chicas frescas, ni a las chicas buenas les gustan los chicos atrevidos. ¡Vaya un papel que estáis haciendo! ¿No sería mil veces mejor que todos reconocieseis que lo más digno de estima es la virtud, y obraseis en consecuencia?
Cuando hayas encontrado una chica virtuosa que pueda ser la madre de tus hijos, toma el noviazgo con toda la seriedad que Dios manda. Dios quiere que el que no siente su voz para un estado más alto y más grande, como es la vida consagrada a Dios, y va a casarse, a su tiempo -pues la fruta que se toma antes de su tiempo se indigesta- se busque una novia; pues los futuros esposos deben conocerse muy bien antes de ir al matrimonio.
La psicología del chico es distinta de la de la chica. Al hombre le cautiva la belleza, la delicadeza y la ternura de la mujer. A ella la fuerza, el valor y la decisión del hombre.
En él la atracción hacia el otro sexo es más carnal; en ella es más sentimental. No es raro que un chico sienta atracción sexual sin amor, y una chica amor sin tener deseos sexuales.
Lo contrario es menos frecuente.
Las mujeres suelen preferir los hombres interesantes más que los hombres guapos.
68,10. El cine ha hecho que la juventud, sin cabeza, sienta idolatría por la belleza física, y así resulta que esa muchachita de «tipo estupendo», después de casada sale caprichosa, insoportable; y también aquel chico que enamoraba con locura a las niñas tontas porque se parecía a cierto artista de cine, después de casado sale con un genio insufrible.
Los dos son maravillosos para verlos en la pantalla. Pero el matrimonio no es una película de cine, sino una vida que dura muchos años, y con muchos sufrimientos, malos ratos, penas y amarguras.
También con sus ratos de felicidad. Pero desgraciadamente, no todo es felicidad.
Si la juventud se preparara para el matrimonio como Dios manda, tendríamos muchos más matrimonios felices.
El tiempo del noviazgo es para conocerse mutuamente, para amarse rectamente.
El noviazgo es querido por Dios, pues Dios ha hecho el matrimonio indisoluble, y esa persona a la que vas a unirte para toda la vida, debes conocerla bien antes de casarte con ella. Por lo tanto, es natural - y así lo quiere Dios- que durante cierto tiempo tengáis más confianza entre vosotros y un trato más íntimo para conoceros mejor.
Pero debéis ser muy discretos en las manifestaciones de amor, si no queréis manchar vuestras relaciones. No podéis permitirle a vuestro cariño muchas de las cosas que él os pide con fuerza. Es necesario que aprendáis a llevar vuestro noviazgo con la austeridad que exige el Evangelio. Es muy importante que os propongáis firmemente llevar vuestro noviazgo en gracia de Dios. Eso será atesorar bendiciones de Dios para el matrimonio. En cambio, si sembráis de pecados el camino del matrimonio, ¿podréis esperar con confianza que Dios os bendiga después? ¡Cuántos matrimonios lloran los pecados que cometieron de solteros!
Si el noviazgo es para un conocimiento mutuo, se impone también como necesidad imperiosa la sinceridad. No deben existir repliegues ni restricciones mentales. Debe hablarse mucho sobre todas las cuestiones, y confiarse mutuamente los problemas para buscar juntos una solución.
Es, por desgracia, demasiado frecuente, que los novios mantengan el uno con respecto al otro, una postura totalmente falsa. Y es triste que, a veces, esa falsedad dé al traste con la íntima compenetración que debe regir el matrimonio. Los novios van al altar, muchas veces, engañados. No se conocen. El engañar siempre es malo. Los novios deben ser francos, transparentes el uno para el otro.
El amor necesita admiración. Para ver si sientes admiración podrías preguntarte, ¿me gustaría tener un hijo así? No se trata de con menos o más nariz, sino de ese modo de ser, cualidades, etc.
Los novios deben ayudarse a conocerse mutuamente, tanto en las virtudes como en los defectos. Cada uno debe esforzarse en corregirse de sus defectos y en adquirir las virtudes que el otro desea ver en él.
Deben ver si armonizan en el carácter, gustos, puntos de vista, modo de ser, educación y costumbres; si tienen las mismas ideas sobre religión, vida de piedad, frecuencia de sacramentos, etc...
Deben ponerse de acuerdo en todos los problemas fundamentales.
Si en el noviazgo hay discrepancias sobre esto, en el matrimonio habrá disgustos muy graves. Ya dijo Saint-Exupery: «Amar no es mirarse uno al otro, sino mirar juntos en la misma dirección»; es decir, tener los dos los mismos ideales.
Y, desde luego, las faltas de armonía y defectos de carácter, es necesario compensarlos con espíritu de mortificación y tolerancia por una parte - siempre que no se trate de cosas ofensivas a Dios- y deseo eficaz de corregirse por la otra. Nadie es perfecto en este mundo; pero todos debemos tener deseos de superación. El esfuerzo mutuo de adaptación es una de las mayores alegrías de la vida conyugal.
Evidentemente que en esta armonía hay grados; pero cuanto mayor sea la armonía, más probabilidades hay para un matrimonio feliz. El ideal sería que esta armonía llegara incluso a detalles como gustos, aficiones, diversiones, hábitos de vida, educación, aseo, orden, modales, lenguaje, etc., etc.
El ideal es que los dos sean de ambientes familiares y culturales similares. No por clasismo; sino por armonía. Un notable desnivel de educación, higiene, costumbres, etc., con el tiempo, ocasiona roces que enfrían el amor.
Hay una porción de imponderables de educación, higiene, etc., que pueden convertirse en espinas muy desagradables y, con el tiempo, realmente insufribles. Hay personas a quienes se les hace durísimo disminuir de categoría social.
«En general las diferencias de formación y de posición social son obstáculos que impiden llegar en el matrimonio a una completa unión. La igualdad en las costumbres, resultado de haberse formado en un ambiente parecido, constituye el sólido cimiento de una buena armonía en la vida de cada día; mientras que la disconformidad de las costumbres y una gran divergencia en el grado de cultura pueden actuar como fuerzas disgregadoras.
»Cuando el estilo de vida difiere ampliamente por proceder los esposos de mundos sociales distintos se va minando poco a poco la solidez del matrimonio. No negamos que ambos esposos puedan ser felices si manda en ellos el corazón, pero con el tiempo nada tiene de extraño que llegue a ser desagradable comer en la misma mesa con una persona cuya educación es discordante con la propia. Pequeñas, pero numerosas diferencias ponen a prueba los nervios de la persona más equilibrada.
»Para que el hogar sea agradable es necesario cierto grado de educación. Pero si uno de los dos no la tiene, es mejor que tampoco la tenga el otro»[9] .
«El amor vence a la muerte; pero un pequeño defecto desagradable, a la larga, puede vencer al amor»[10].
¿De qué sirve un atractivo corporal si esa persona es egoísta, interesada, soberbia, irascible, rencorosa, vengativa, agresiva, cruel, peleona, chismosa, intrigante, maquinadora, displicente, despectiva, hipócrita, falsa, cínica, astuta, posesiva, ambiciosa, derrochadora, dominante, absorbente, autoritaria, impositiva, mandona, insolente, protestona eterna, que se queja de todo, creída, caprichosa, testaruda, arisca, engreída, inmadura, desequilibrada, frívola, ligera, superficial, comodona, lujuriosa, alcohólica, etc. etc.?
Cualquiera de estos defectos anula una belleza corporal. Por otra parte, es fácil encontrar atractivo espiritual en una persona virtuosa.
El carácter ideal es una personalidad comunicativa y amable, un temperamento jovial, una alegría contagiosa, un modo de ser bondadoso y sincero, generoso, amable, cordial, con deseos de hacer el bien a los demás. Con una persona así la convivencia es deliciosa.
«Hay otro dato que podrá no ser decisivo ni principal, pero con el que no está mal que contéis desde los primeros días del noviazgo: que no sólo os vais a casar vosotros dos, sino también un poco con sus padres y familiares. Repetimos que éstos rara vez deberán suponer un motivo fundamental en vuestra decisión, pero no está mal que ya desde el noviazgo, sepáis que vais a tener que afrontar esta circunstancia.
«Cuantas menos sorpresas se lleve uno en la vida matrimonial tanto mejor»[11].
68,11. «Sería de desear que el examen médico prenupcial pasase a ser costumbre general»[12]. En muchos países ya es obligatorio, hasta el punto de que no se concede la licencia matrimonial sin la presentación del certificado médico.
«El consejo del médico es el único que puede impedir matrimonios inconvenientes para la salud de los cónyuges, de la prole y de la raza»[13] .
Todos deberían llevar en su tarjeta de identidad su grupo sanguíneo y su factor Rh. «Todo matrimonio debe conocer el grupo sanguíneo al que pertenece, e investigar el factor Rh correspondiente a cada uno de los contrayentes. Se calcula que más del medio millón de subnormales que hay en España proceden de la ignorancia de esta incompatibilidad por Rh, y la falta subsiguiente de tratamiento adecuado cuando se presenta el embarazo»[14] .
Sólo hay problema si el padre es Rh+ y la madre Rh-. Suele ser el uno por mil de los casos. Es muy importante que las chicas conozcan el factor Rh de su sangre, pues si lo tiene negativo es peligroso mezclar su sangre con un Rh positivo: puede tener los hijos subnormales o muertos. Si el hijo sale Rh positivo, durante el embarazo la sangre de la madre destruye los glóbulos rojos de la sangre del hijo, lo cual produce una intensa anemia que puede llevarle a la subnormalidad o a la muerte. Esto ocurre a partir del segundo hijo. En 1960 se descubrió una globulina que ha sido una buena solución. Se trata de una inyección intramuscular de 5cc. Hay que abstenerse de otro embarazo durante seis meses. La inyección debe repetirse después de cada nuevo hijo que salga con Rh positivo y de cada aborto[15] .
68,12. Hoy hay una corriente feminista defensora de los derechos de la mujer. La defensa de los derechos de la mujer comenzó cuando San Pablo mandó a los maridos que amen a sus mujeres. Esto era algo inaudito en un mundo en que la mujer no era nada. Incluso algunos filósofos de aquel tiempo dudaban de que la mujer tuviera alma.
En la era pagana la mujer no tenía los mismos derechos que el hombre. Fue el cristianismo el que elevó la mujer de su estado de ignominia haciéndola la reina, festejada, admirada y amada; pues la misión de madre es la más gloriosa de la vida.
Bernabé Tierno reconoce que «fue el cristianismo el que de manera más directa contribuyó a devolver a la mujer toda su dignidad y derechos de igualdad con el hombre»[16] .Una cosa es la igualdad de derechos ante la ley del hombre y de la mujer, lo cual es justo; y otra que la mujer se ponga a imitar en todo al hombre, perdiendo sus características femeninas que tanto la enriquecen. «Feminismo es aquella cualidad de la mujer por la cual ella se hace atractiva y agradable, y hace agradable y atractivo todo cuanto la rodea»[17]. Pretender hacer de la mujer otro hombre es una equivocación. La mujer tiene sus cualidades específicas que no debe perder, y deben ser para ella de gran valor. La familia es el fundamento de la sociedad, y sin verdaderas mujeres no es posible la familia.
A propósito de la igualdad de derechos de hombres y mujeres, con frecuencia se oye añadir el femenino detrás del masculino: alumnos y alumnas, trabajadores y trabajadoras, cantores y cantoras, etc. Esto es necesario cuando el masculino no incluye el femenino: señoras y señores, actores y actrices, poetas y poetisas, etc. Pero generalmente es innecesario, pues en castellano el masculino incluye el femenino. «Todos» incluye «todas». «Todos los hombres» incluye también a «todas las mujeres», pues se refiere a la humanidad entera. En cambio «todas las mujeres» no incluye a «todos los hombres». «Los padres católicos» incluye también a las madres.
Pero cuando se habla de «las madres solteras» no se incluye a los padres.
Cuando en la misa se dice que Jesucristo redimió a todos los hombres, no excluye a las mujeres. En cambio, cuando se habla de las mujeres que abortan, se habla de las madres abortistas, no de los médicos abortistas. Así es el modo correcto de hablar: el masculino incluye el femenino, pero no viceversa.
El feminismo que reivindica los mismos derechos para la mujer que para el hombre ante la ley, es normal y sano, pues hombre y mujer tienen la misma dignidad como persona humana[18] . Delante de Dios no hay distinción entre hombre y mujer[19] . Pero hay otro feminismo revanchista que resulta ridículo. Hay mujeres feministas que quieren ocupar el sitio del hombre en todo. Y algunas lesbianas hasta en el uso del sexo. Las lesbianas suelen ser feministas revanchistas. La mujer debe ser mujer. El querer ser como el hombre es una equivocación, pues es considerarse inferior al hombre. Y la mujer no es inferior al hombre, es diferente, que no es lo mismo. El hombre y la mujer son distintos en su cuerpo y en su psicología. Dice la Biblia que Dios «los creó hombre y mujer»[20] . No «unisex». La feminidad es un gran valor para la mujer.
José María García Escudero, hablando de Lilí Álvarez, que acababa de morir, aquella gran mujer que triunfó como deportista (tenis, motorismo, esquí, etc) y como escritora católica, defensora de los derechos de la mujer, dice de ella que fue una gran feminista, pero que combatió en «marimachismo», pues lo que engrandece a la mujer es ser muy femenina, no el masculinizarse[21] .
Recientemente ha nacido un nuevo feminismo.
Janne Haaland Matlary, secretaria de Estado para Asuntos Exteriores de Noruega afirma que la mayoría de las mujeres son madres o desean serlo. Tiene cuatro hijos, cuyas edades oscilan entre los 12 y los 7 años y es catedrática de la Facultad de Ciencias Políticas de la Universidad de Oslo. En 1995, participó como miembro de la delegación de la Santa Sede en las Conferencias organizadas por las Naciones Unidas en Copenhague (sobre el desarrollo social) y en Pekín (sobre la mujer).
Ahora, Janne acaba de publicar un libro en Italia, «Tiempo de florecer. Por un nuevo feminismo» (Mondadori), que está llamado a convertirse en una especie de manifiesto del feminismo, en el que se declara que ha llegado la hora de que florezcan «las cualidades femeninas» en todos los campos de la vida personal y social y «en todo rincón de la tierra».
«El feminismo de los años setenta tendía a la negación de la maternidad y a la imitación de los hombres. Esto ha impedido, de hecho, todo desarrollo de las cualidades y de las contribuciones femeninas, así como la aplicación de políticas capaces de ayudar verdaderamente a las mujeres».
Dice Matlary que hay que ir a las raíces, de la cuestión, es decir, «hay que reconocer que los hombres y las mujeres son muy diferentes, tienen talentos diferentes. Además, la mayoría de las mujeres son madres o quieren serlo.
El desafío consiste en crear una igualdad que tenga en cuenta estas diferencias».
Según Matlary, las políticas al servicio de la mujer deberían «garantizar una adecuada pausa de trabajo por maternidad, retribuida y lo suficientemente larga como para evitar el "doble trabajo". Pero, al mismo tiempo, es fundamental una pausa de trabajo para los padres. Pues aquí la mujer no es la única que está en juego, sino toda la familia. Y hay que valorar y reconocer el trabajo que se realiza dentro de toda la familia.. Por tanto, se requieren medidas de flexibilidad económica y de políticas sociales especiales. Por ejemplo, el año pasado aprobamos una ley que permite a las familias escoger entre la guardería pública y el cuidado de los niños en la propia casa. En la práctica, a las mujeres que se quieren quedar en casa se les ofrece la misma cantidad que paga el Estado a la guardería por cada niño, unos 6 mil dólares al año»[22].
Así opina Juan Pablo ll: «A menudo es penalizado, más que gratificado, el don de la maternidad, al que la humanidad debe su supervivencia. Ciertamente que aún queda mucho por hacer para que el ser mujer y madre no comporte una discriminación. Es urgente alcanzar, en todas partes, la efectiva igualdad de los derechos de la persona y, por tanto, igualdad de salario respecto a igualdad de trabajo, y tutela de la trabajadora-madre»[23]. También dice en su documento de agosto del 88, Mulieris Dignitatem[24], la mujer no puede convertirse en objeto de placer y explotación, pero tampoco debe invadir el terreno propio del hombre, masculinizándose y apropiándose de las características masculinas, y haciéndose un marimacho.
«La igualdad de derechos de la mujer y el hombre no debe consistir en su masculinización, en deterioro de los auténticos valores femeninos». La identidad de la mujer no puede consistir en ser una copia del hombre; puesto que ella está dotada de cualidades y prerrogativas propias, que le confieren una personalidad autónoma, que siempre se ha de promover y alentar»[25]
La mujer debe ser femenina, y el hombre masculino. Cada uno tiene su tarea en la vida, en la reproducción humana y en el servicio de la Iglesia, etc. La igualdad de derechos de la mujer y el hombre tiene aspectos muy razonables. No se ve por qué una mujer que realiza el mismo trabajo que el hombre y con la misma perfección, no va a tener el mismo sueldo. Afortunadamente esta discriminación se va acabando.
Pero hay cosas en que el hombre y la mujer son distintos. El mismo cuerpo humano demuestra la distinta misión específica de cada uno. El hombre tiene los hombros más anchos que la mujer, pues está hecho para la fuerza. En cambio la mujer tiene las caderas más anchas que el hombre, pues está hecha para la maternidad. La igualdad de derechos es lógica ante la ley. En teoría, todos los seres humanos, hombres y mujeres, pueden ser jueces, médicos o taxistas. Pero sólo las mujeres pueden dar a luz un hijo. Y esto por biología y por naturaleza. Porque Dios lo ha hecho así.
Por eso el hombre y la mujer son distintos corporal y psicológicamente. Negar esto es un desconocimiento de la psicología humana. Las feministas quieren ser en todo como los hombres. Esto es una equivocación. Y además, con esto, demuestran su complejo de inferioridad. Por eso quieren ser como los hombres. La mujer no es inferior al hombre. Es distinta. Es evidente que hay cosas más propias del hombre, y otras para las que la mujer está más capacitada. Ignorar las diferencias entre el hombre y la mujer demuestra un desconocimiento total de psicología.
Ordinariamente, y en igualdad de circunstancias, prevalece:
En el hombre en la mujer
La razón ... ... ... ... ... ... El sentimiento.
La reflexión... ... ... ... ... ... La intuición.
Las ideas... ... ... ... ... ... Las personas.
La lógica ... ... ... ... ... ... El atractivo.
El realismo... ... ... ... ... ... La fantasía.
La ciencia... ... ... ... ... ... La religión.
El estudio... ... ... ... ... ... La oración.
Vencer ... ... ... ... ... ... Agradar.
Emprendedor... ... ... ... ... Hogareña.
Directo ... ... ... ... ... ... Sinuosa.
El descuido... ... ... ... ... ... El orden.
La acción... ... ... ... ... ... El amor.
El trabajo... ... ... ... ... ... La familia.
El apetito... ... ... ... ... ... La maternidad.
La reserva... ... ... ... ... ... La comunicación.
La eficacia... ... ... ... ... ... El detalle.
La personalidad... ... ... ... ... La belleza.
La estabilidad ... ... ... ... ... La moda.
La técnica... ... ... ... ... ... La decoración.
La comodidad ... ... ... ... ... La estética.
La sinceridad ... ... ... ... ... El disimulo.
La brusquedad ... ... ... ... ... La sensibilidad.
Los gritos... ... ... ... ... ... Las lágrimas.
La violencia... ... ... ... ... ... La resignación.
La fuerza... ... ... ... ... ... La resistencia.
La audacia... ... ... ... ... ... La prudencia.
El valor ... ... ... ... ... ... El miedo.
La fuerza... ... ... ... ... ... La dulzura.
La fortaleza... ... ... ... ... ... La delicadeza.
La energía... ... ... ... ... ... La astucia.
La imposición ... ... ... ... ... La sugerencia.
El mando ... ... ... ... ... ... La docilidad.
La tenacidad... ... ... ... ... ... La paciencia.
La intransigencia... ... ... ... ... La tolerancia.
La justicia... ... ... ... ... ... La indulgencia.
La protección ... ... ... ... ... La servicialidad.
La galantería ... ... ... ... ... La admiración.
La obsequiosidad... ... ... ... ... El cariño.
El egoísmo... ... ... ... ... ... La generosidad.
El flirteo ... ... ... ... ... ... El coqueteo.
El sexo ... ... ... ... ... ... La ternura.
La lascivia... ... ... ... ... ... El pudor.
La conquista ... ... ... ... ... La seducción.
La agresividad ... ... ... ... ... .. La habilidad.
La iniciativa... ... ... ... ... ... La receptividad.
Puede haber excepciones, pero estas cuarenta diferencias son frecuentes.
No de modo exclusivo, sino predominante.
Estas diferencias psicológicas entre el hombre y la mujer hacen que cada uno ame de distinta manera. «En el hombre el amor es conquista, en la mujer es seducción: necesita ser amada»[26].
«Se ha dicho que la diferenciación sexual de los "caracteres" no serían naturales sino culturales, etc. La objeción no resiste un mínimo examen de los datos obtenidos por la antropología cultural. Es cierto que una educación dirigida expresamente a ese fin puede conseguir masculinizar a la mujer y feminizar al hombre. Pero si se deja obrar a la naturaleza, la diferenciación sexual es inmediata y clara. Por eso, en millares de culturas estudiadas, la mujer y el hombre tienen la psicología que corresponde a los caracteres sexuales primarios y secundarios. Antropológica e históricamente esta conclusión está demostrada por los hechos. Las "amazonas" son un mito; y es significativo que no exista un mito equivalente para los hombres. El mito de las "amazonas" equivale a las utopías feministas de hoy.
»Nunca mejor empleada la palabra utopía: algo que no existe ni puede existir en ninguna parte. En efecto, el feminismo radical desea una total igualdad entre el hombre y la mujer: igualdad biológica, fisiológica, completa. Como esta igualdad no es posible pese a todos los esfuerzos de las feministas, se busca una igualdad cultural: se tiende a vestir como los hombres (o a que no haya diferencias entre la indumentaria femenina y la masculina), y a hablar como los hombres: si era costumbre social que los hombres utilizasen a veces un lenguaje malsonante -el taco- las feministas lo imitarán servilmente.
»El feminismo radical no depende sólo de la situación de una cultura, ya que feminismo ha habido en otras épocas. Se trata de un comportamiento psicológicamente patológico, que no acepta la diferente constitución biológica del hombre. La desigualdad sexual hombre-mujer le parece una injusticia de la naturaleza que es preciso corregir. Pero, como esto no es posible, los movimientos feministas radicales intentan compensarlo con reivindicaciones exaltadas, típicamente femeninas para mayor ironía.
»Hacen falta mujeres-madres.
»La política la pueden llevar los hombres solos.
»La técnica la pueden llevar los hombres solos.
»La información, la pueden llevar los hombres solos, etc., etc., etc.
»Pero la humanidad no puede subsistir sin mujeres-madres.
«Cualquier mujer puede llegar a ser una conductora, como cualquier hombre. Pero sólo a la mujer se le ha dado ser madre»[27].
La actriz Nati Mistral dijo en una entrevista que le hizo Amilibia: «Ser madre es la gloria más grande para una mujer. Hay que respetar al ama de casa más que a nadie»[28].
»La diferenciación sexual masculina y femenina no es obstáculo, en absoluto, para la defensa de la más completa igualdad de derechos en el hombre y la mujer, ya que varón y mujer cumplen plenamente con el contenido biológico y ético del ser humano. La misma diferenciación no es inconveniente para que en determinadas épocas la mujer realice trabajos y funciones hasta entonces sólo confiados a los hombres»[29] .
Las feministas quieren hacer una sociedad dominada por las mujeres. Pero esta sociedad tendría los mismos defectos, o más, que la dominada por los hombres. Pues todo hombre bien nacido siente respeto por la mujer, mientras que las feministas, frecuentemente, muestran desprecio por los hombres.
Me parece una equivocación el que algunas mujeres consideren el ocuparse de la casa como una esclavitud, de la que quieren liberarse.
Lo que se hace por amor no se puede llamar esclavitud.
Un mismo trabajo puede hacerse por un sueldo o por amor, y tendrá un valor totalmente distinto.
Las cosas hechas sólo por obligación pueden resultar latosas, pero las hechas por amor son gozosas.
Un enamorado recorre gozoso la distancia que le separa de la persona amada. Un kilómetro por amor resulta como cien metros, y cien metros sin amor resulta como un kilómetro.
Por eso es muy buen consejo: «Si no puedes hacer lo que amas, procura amar lo que tienes que hacer».
Muchas mujeres ansían realizarse en una profesión fuera del hogar, pero nada en el mundo las puede realizar más que la maternidad. Las estadísticas dan que gran número de mujeres que evitan los hijos de jóvenes después los desean ardientemente cuando son maduras.
Hoy las edades de la mujer en que hay más maternidad es entre los treinta y cuarenta años. Son madres «añosas», como se las califica en los manuales médicos[30] .
Los psiquiatras conocen un tipo de depresión propio de las madres que han dado a luz siendo ya mayores.
En Estados Unidos las mujeres vuelven al hogar. Según un informe del Departamento de Trabajo, las mujeres estadounidenses no quieren trabajar fuera de casa. Abandonan su empleo remunerado por el de «ama de casa»[31] .
Es cierto que algunas mujeres pueden encontrar satisfacción en su trabajo fuera de casa, pero con ningún trabajo pueden sentirse más satisfechas que con el de ama de casa. «En la realidad de la vida, no pocos trabajos femeninos fuera de la casa son bastante monótonos, y no tienen la riqueza de la vocación de ama de casa, tan múltiple y variada: maestra, catequista, enfermera, cocinera, florista,...
Yo creo que cada persona tiene sus virtudes y defectos, esta claro que mis amigos me dan a mi tod la razo, pero también los suyos me tachan a mi goista . yo valoro y se que he sido muy feliz con ella, que hemos tenido esos momentos malos y que ella tiene ese defecto, pero de verdad que luego en relación de pareja las cosas funcionan muy bien, nos hacemos felices con poco, nos queremos, de verdad que a mi lo que más me gustaría estar los dos bien, intentar hacerle ver que puede confiar en mi y las cosas pueden salir. ¿Crees qué puedo hacer algo?, ¿No crees que después de tanto tiempo me abría dado cuenta de que no me conviene?
Ayer quede con ella le dije que le quería aclarar algunas que había visto que yo había hecho mal.le dije que entiendo que quiera tener el apoyo de sus amigas y que cuando yo he estado mal se distanciara de mi y tuviea que buscar en ellas el apoyo que yo no le daba. Esta vez cuando lo dejamos le echaba en cara que siempre que estoy mal me me deja y le había dicho que termiria como una amiga suya que dejo al novio y después de dos años lo pasa mal por que le quiere, y que era rara, intente pedirle disculpas por todo eso y explicarle que no la enendia para nada por lo que estaba pasando y que quería ecuperarla, le pregunte cual había el principal problema de nuestra relación y me decía que yo no veía sano el que ella viviera una vida aparte con sus amigas y que claro que yo la tenia que aceptar como era, yo le reconocí el ser tan egoísta y quizás posesivo y el ver tantas mujeres que solo se apoyan es sus maridos pensé que eso era lo correcto el estar unidos . me dijo que no quería volver y que quería ir a un psicólogo por desde niña por problemas familiares había tenido la autoestima baja y le hacia falta comunicación. No entiendo como he podido ser tan egoistade estar siete años con ella y pensar cuando medeja que era miedo al comprarnos el piso o miedo a ser feliz si saber que estaba tan mal, yo había veces que la veía un poco más seria, de bajony hacia cualquier tontria para quese alegrara, habecs funcionaba y otras la tenia que dejar tranquila hasta que se le pasaba al rato . medice que tengo facilidad para dar la vuelta a las cosas y hacerle sentir culpable ¿no lo entiendo?, mediece que he tirado mucho de ella y la he sabido ayudar mucho. ¿Es posible que con todos los momentos buenos que hemos tenido a causa de esto no haya estado enamorada de mi y sea solo una ayuda en sus vida? ¿O quizás el psicólogo la pueda ayudar y darse cuanta que lo que hice se lo puede hacer cualquiera y es una discursion de pareja?, ella me ha dicho que no se plantea estar conmigo, que quiere aprender como su amiga a estar sola y valerse por si misma ¿qué explicación tiene eso?
¿Qué te ha parecido la respuesta que te envié? ¿Te la has leído?.

Añade tu respuesta

Haz clic para o

Más respuestas relacionadas