Disecar pequeñas aves

Me gustaría saber como disecar (conservar) pequeñas aves y reptiles

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Con las aves no sólo hay que tener mucho cuidado al trabajar con ellas. También antes de empezar con estas hay que tratarlas con sumo atención pues al tener plumas y no ser de constitución tan fuerte como los mamíferos, corremos el peligro de causarles daños irreparables. Es importante que cuando las transportamos, no las llevemos colgadas del cuello (mejor hacia abajo en un cucurucho de papel) y más aún que nuestro acompañante canino no haya podido jugar con ellas ni recrearse con ellas al cogerlas y traérnoslas.
Lo mejor para realizar una buena disecación es que el ejemplar sea adulto pues así será más fácil trabajar con el porque estará más hecho de cuerpo y plumaje.
El desuello
Si al hablar de los mamíferos había que tener cuidado al quitar la piel, aquí tendremos que prestar una atención mucho mayor porque la piel del ave al ser más fina, es muchísimo más fácil que tiremos un poquito y sin darnos cuenta hayamos alargado la piel más de lo que nos podemos imaginar y al no retornar esta a su tamaño original, seguramente tengamos serios problemas ante la descompensación que hayamos podido crear.
Para comenzar con el desollé, hacemos una incisión por delante desde el ano hasta el empiece del cuello. Seguidamente separamos la piel para acceder a las articulaciones que unen los muslos con el cuerpo. Prestando especial cuidado a los cortes para desprender las alas, sacamos el cuerpo de la piel y esta se queda únicamente con el cráneo, los huesos de las alas, las patas con sus huesos y el cuello. El cráneo saldrá tirando de el cuello, pero hay especies como los patos que tienen la cabeza bastante más grande que el cuello y la única opción de extraer el cráneo es hacer un corte en la piel, detrás de la cabeza y sacarlo por arriba. También es muy importante cuidar los cortes sobre todo cerca de la cola para evitar que los cañamones de las plumas queden sin sujeción. Llegado este momento, corto el cuello y lo dejo preparado para dejarlo en su lugar.
El cuerpo
Procedemos a limpiar el cráneo y rellenarlo de arcilla para después dejarlo en su ubicación original. Para crear el cuerpo de nuestro ave, cogeremos viruta de madera y la moldearemos al estilo y semejanza del tamaño del cuerpo original. Esto se conseguirá uniendo viruta y atándola con hilo; realizando este procedimiento varias veces mientras damos forma conseguiremos que el cuerpo artificial sea de la misma forma y volumen del autentico. En este momento podemos deshacernos del original y pasamos a vestir el artificial con la piel que hemos curtido (aunque el tratamiento de esta se vea después). Después alambramos las alas y las patas y lo mismo hacemos en la cola y en la cabeza. Esta última claro está, atravesará el cuello postizo que hemos creado y continuará hasta salir por la parte superior de la cabeza. De esta manera nos servirá para ponerle la cabeza en la posición que deseemos sin tocarla y cuando hayamos acabado, cortaremos el alambre y disimularemos el pequeño orificio que hayamos creado. En este momento, podemos decir es que hemos fabricado un esqueleto de alambre que dacha la consistencia y firmeza que necesitemos. A partir de aquí comenzamos a coser el ave, y una vez que hayamos acabado, por los orificios que nos dejan las cuencas de los ojos y la boca, modelamos y acentuamos rasgos faciales con arcilla para finalmente cuidar su aspecto con unos ojos de cristal de la máxima calidad (es esencial) y del mismo color y tamaño que los originales.
El curtido
Volvemos a limpiar toda la materia orgánica que haya podido quedar en la piel. Al ser la piel (como hemos mencionado antes) tan fina, mucho más meticulosos hemos de ser con dicha limpieza y su tratamiento. Sobre todo y muy importantísimo es eliminar absolutamente toda la grasa que esta pueda tener. La piel la trataremos de una manera similar a la de los mamíferos.
El acabado
Sin duda alguna, aquí comienza la segunda parte del trabajo. Es la parte más laboriosa, lenta y de la que requiere gran paciencia porque no se nos hará muy difícil imaginar el trato que ha sufrido la piel y sobre todo las plumas desde que pertenecían a un ser vivo hasta este instante. El impacto del tiro, el transporte, el desollé, su lavado, curtido etc... hacen que aquí empiece la labor del verdadero artista pues sin duda casi siempre se ve obligado a recolocar una tras otra todas las plumas que posea el animal, y no se trata de amontonarlas sino de situarlas en su ubicación original para que conserve la línea intacta que el ave conservaba en vida.
Tan importante como lo anterior es rodear al ave de su entorno una vez que hemos acabado con ella. Muchas veces nos encontramos codornices o faisanes disecados sobrepuestos en corchos o tablas como si fuese su ambiente natural. No conozco a nadie que las haya visto en tales lugares ni creo que otras especies como las rapaces conozcan la existencia del corcho. Por tanto se rompe toda la estética del animal cuando lo vemos en tales atriles. Aquí volvemos a recordar que los conocimientos de naturaleza, flora y fauna del taxidermista deben ser excepcionales pues en las aves, se ha de saber (sobre todo de las migratorias) el terreno que estas tienden a ocupar, así como la vegetación existente en su entorno y sus costumbres sociales influenciadas por cada época del año. Para crear el hábitat natural del ejemplar en cuestión, nada mejor que molestarse en hacer una vitrina donde podamos adecuar el ambiente idóneo a la espacie y así también conservarla en óptimas condiciones durante mucho más tiempo habiéndola aislado de ambientes nocivos que pudieran dañarla pues el polvo y la suciedad son fatales para mantener el buen estado y conservación de las plumas.
Por tanto es solo cuestión de imaginación y conocimientos del autor el situar una perdiz mirando un hormiguero eligiendo su presa (habría que simular hasta las hormigas) o situarla en un trozo de monte o en cualquier otro lugar que siempre siendo real, el ave suela estar.

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